La globalización es un fenómeno muy interesante. Se ha venido gestando desde el siglo pasado y ha levantado ámpula en muchos sectores. Para algunos, la globalización es una bendición, para otros, una maldición de la cual no podremos liberarnos más.
Iniciando con el comercio internacional cada vez más intenso y con menos barreras, la globalización ha ido tomando cuerpo. Aunque sigue siendo un ente un tanto amorfo. Lo que si es que “hay acuerdo en que el núcleo globalizador es tecnológico y económico, abarcando las áreas de finanzas, comercio, producción, servicios e información.”[1]
Para algunos, la globalización es algo casi satánico. Lo más importante es el capital, lo que da como resultado un imperialismo desbordado creando un poder hegemónico ejercido por una minoría sobre las mayorías. Provocando marginación a gran escala y una gran desigualdad. Desde esta perspectiva, la globalización no es más que un capitalismo salvaje. Y es cierto, aunque solo en parte.
El miedo está en que ya no solo hay competencia interna, sino que la competencia ahora es con más jugadores. A nivel mundial. Lo que puede resultar en la pérdida de empleos e ingresos, el aumento de la desigualdad, la inseguridad y la criminalidad. Cosas que vemos que si pasan.
Es muy normal para los seres humanos agobiarnos cuando el cambio nos explota en la cara. Puedes pensarlo y compararlo con tu vida personal. No nos gusta que las cosas cambien, no nos gusta tenernos que adaptar a nuevas circunstancias.
La otra cara de la moneda es una visión más optimista de la globalización.
Desde este punto de vista, la globalización permite el surgimiento de una nueva era de riqueza y de crecimiento con oportunidades para nuevos actores. Incluidos los países más pequeños. La globalización de la producción y los mercados ofrece la oportunidad de la especialización y la división del trabajo. Por eso, los países maquiladores y manufactureros han tenido crecimiento importante. Lo que abre oportunidades de acrecentar las ganancias a nivel mundial.
De acuerdo con los datos del Banco Mundial, a mediados de la década de los 80, el volumen del comercio exterior de esos países correspondía al 33% de su PBI y a mediados de los 90 representaba el 43%. Si hay crecimiento al interactuar globalmente.
Todos los que reflexionamos sobre la globalización compartimos la misma preocupación e interés por las consecuencias del proceso. ¿Cómo afecta a mi país, a mis instituciones, a mis trabajadores? ¿Cómo me afecta a mí?
Muchas son las conclusiones. La globalización es un fenómeno y un proceso, por tanto, inacabado. Claro que se pierden empleos, pero se crean nuevos y en nuevas áreas de especialización. También provoca una sensación de pérdida de autonomía nada agradable al mismo tiempo que una apertura a nuevas oportunidades.
Las economías saben que ya es imposible vivir cerrando fronteras, ni para el paso de personas.
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¿Cómo se podría hacer que esto de la globalización nos funcione a todos?
Según Joseph Stiglitz, premio Nobel de economía, desde el punto de vista económico, podemos hacer que la globalización nos funcione a todos si nuestros sistemas políticos ofrecieran transparencia y claridad para con estos procesos. La democracia, como tal, no ha sido muy favorecedora ya que ha hecho que la globalización beneficie a unos cuantos y no a la mayoría.
Los países que tradicionalmente han tenido mayor poder económico obstaculizan el proceso, tal es el caso de los aranceles que ha acuñado Trump o incluso el Brexit.
Lo cierto es que hay esfuerzos importantes como la creación del New Development Bank (Nuevo Banco de Desarrollo) impulsado por los países conocidos como BRICS, para movilizar recursos destinados infraestructura y desarrollo sostenible en sus países y en otras economías emergentes. A lo cual, países tradicionalmente poderosos económicamente se han opuesto.
Yo, en lo personal, lo considero un esfuerzo importante con beneficio global puesto el desarrollo sostenible de la economía es lo que nos va a hacer continuar la vida en el planeta dejando de lado el consumismo voraz y la utilización de nuestros recursos comunes sin consciencia.
¿A mí y a mis finanzas personales por qué nos importa?
La globalización nos ha afectado a todos, lo queramos y lo aceptemos o no. Es un fenómeno que no va a desaparecer debido al poder de integración que tiene la tecnología. Mientras que, en países de África, esta tecnología ha permitido mayor inclusión financiera, en México estamos un tanto en pañales en inclusión financiera, pero, por otro lado, México ha sido pionero entre los mercados emergentes.
México cuenta con varios tratados de libre comercio que abarcan alrededor de 50 países. Los más importantes son el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y el Tratado de Libre Comercio México-Unión Europea (TLCUEM). Estar pared con pared con Estados Unidos, nuestros costos de producción y la infraestructura nos han hecho sobresalir en la producción automotriz, electrónica y otras manufacturas. Aunque estamos a la expectativa de las negociaciones y de cómo termina esa telenovela.
En México no hay un rechazo generalizado del libre comercio ni de la migración. Sin embargo, sí hay indignación por la desigualdad y la corrupción, y se acumula el resentimiento contra los políticos, dice Timothy Heyman.[2] Y no solo lo dice él. Lo vimos todos a diario.
A los simples mortales, esta odiada y amada globalización, nos permite estar más conectados, usar teléfonos celulares creados en Estados Unidos o Corea, manufacturados en China y vendidos en todo el mundo. Lo mismo favorece a nuestros productores de aguacate y a otras comunidades productoras en la venta de sus productos en el extranjero sin tanta complicación.
Y en lo particular, nos permite acceder a productos de otros países con relativa facilidad. Desde alimentos hasta lo que se nos ocurra. Nuestras finanzas personales pueden aprovechar el mejor precio sea nacional o extranjero. Podemos comprar en Taiwán o en el centro de la ciudad. Podemos acceder a aplicaciones financieras y a los portales de nuestros bancos gracias a la globalización y adaptación de estos servicios a nuestro día a día.
Así que hay beneficios y, como en todo, algunos costos que pagar. Busquemos sacar el mayor provecho de las situaciones que nos tocan vivir. No tengamos miedo a los cambios tecnológicos y estemos con los ojos abiertos para encontrar nuevas oportunidades de desarrollo y crecimiento económico personal, que, si lo hacemos, también crecerá México.
Aprovechemos para discutir estos temas. No dudes en consultarme dudas o enviarme preguntas a mi correo o a través de Twitter en @MarijoCodesal. Estoy siempre dispuesta a platicar y acompañarte en la toma de decisiones y acciones para mejorar la relación con tu dinero y hacerlo crecer.
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¡A saber más! Que nadie se beneficia de esto más que tú.
[1] BODEMER, K. La globalización. Un concepto y sus problemas. http://biblioteca.ues.edu.sv/revistas/10701666N156-6.pdf
[2] La globalización y su impacto en México. Entrevista a Timothy HeyMan. https://www.revistacomercioexterior.com/articulo.php?id=254&t=la-globalizacion-y-suimpacto-
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