Vivo a unas cuadras del muro en donde el mapa muestra una esquina característica, la Frontera Tijuana-San Diego y que divide dos ciudades, dos países, dos de todo y mucho de poco en ambos lados. Se ha escrito mucho acerca de la frontera, se han grabado un sinfín de videos y películas en las que se lucha por su desaparición, es esa esquina un lugar de encuentros y desencuentros, las historias detrás y frente a las rejas que dividen la educación y prosperidad son incontables.
A través del tiempo esos barrotes han tenido pintas, dibujos, mensajes de todo tipo, han sido testigos de amargas lágrimas y también de felices tardes de baile y poesía. Es un lugar pues, de encantos y desencantos en donde la literatura y opiniones desafían a la confrontación de ideologías y realidades.
Es la casa del vecino –les dije en una ocasión a unas personas que comentaban que es el muro de la vergüenza. Estando en ese lugar no se puede, no se debe comentar sino lo mismo que ya se sabe, de otra forma, quien se atreva a derrumbar las frases de siempre será un transgresor de la identidad fronteriza, la visión contraria puede interrumpir el dialogo aprendido y con seguridad provocará acaloradas discusiones. A mí me parece que cada quien tiene la autoridad para cercar su propiedad como mejor le convenga para su protección y seguridad entonces me convierto en transgresora de la visión comunitaria.
Ese “muro de la vergüenza” -como le llaman- puede ser adaptado como ejemplo a las bardas y rejas la casa propia imaginando que cualquiera se meta y se acomode dentro, que haga uso de las facilidades de la familia, apoye en el trabajo diario y se sienta tan cómodo que llamen a sus familias y amigos de manera que se van apropiando de los espacios hasta que la casa está llena ¿cómo se hace para sacarlos? Ya no se sacan porque ya son un beneficio para todos, sin embargo, se tendrá que colocar un anuncio para señalar que no se reciben más personas porque lo que hay dentro ya no alcanza y los que están adentro están empezando a exigir lo que ya no les corresponde; como el aviso de advertencia no funciona y siguen saltándose la barda, habrá que construir entonces una más alta. Es cuestión de enfoques y yo sigo insistiendo que la casa del vecino puede ser protegida como ellos quieran.
Es paradójico que la gente de los dos lados vaya a llorar a la barda añorando un regreso que no será y una reunión que no llegará, la decisión de alejarse se tomó años atrás y la tomaron ellos mismos, la familia quedó dividida desde entonces; ahora, con el tema de las deportaciones se vuelven a separar porque además hicieron familias en el otro lado y levantan la voz, esa es una separación que no aceptan porque es impuesta. No sé qué es mayor vergüenza, si la barda o la necedad, hay tantas vergüenzas en la construcción del mundo y las familias y muy pocos se avergüenzan de su destrucción.
La migración de cualquier especie, incluso de las plantas y las semillas no puede ser detenida por nadie y son innumerables las razones para que esto suceda, es parte de la cimentación del mundo como lo conocemos. El desorden y la desorganización para albergar a los humanos en otros países es la razón más importante para que se tenga que hacer de manera ilegal.
En algún momento en la vida de los gobiernos de los dos países vecinos se perdió el control, uno para retenerlos con trabajo y prosperidad y el otro para permitirles la entrada. Ahora, lejos de poder controlar la sobrepoblación EUA se empecina en devolver gente a sus lugares de origen cuando el origen de esa gente es precisamente EUA, muchos no conocen más. Por otro lado, México no sería capaz de recibirlos porque aquí ya también está todo ocupado, esas personas se quedan en medio, en ese espacio entre las dos divisiones llamado “Tierra de nadie”.
En todo caso quien decidió irse lo hizo por su propio pie arriesgándose a las atrocidades que pudo imponerles el camino dejando atrás la zozobra de la familia que, además de esperar que llegue con bien, esperan recibir dinero. La gente que se va ilegal “pa’l otro lado” es gente que va a trabajar a lomo partido, no tienen otra intención más que mantener a sus familias desde lejos. No se puede tener todo en la vida y ese muro a mí siempre me ha parecido solamente una barda en la casa del vecino. Vergüenza que se hayan abandonado familias con intenciones económicas, vergüenza no querer regresar y peor aún, no ser aceptados en ninguna parte.
Tuve una visa por diez años, entré y salí cuando quise, se venció y no me interesó renovarla lo que es también un tema en el que no se está de acuerdo nunca ¡no tienes visa! –me han dicho- y ¿cómo le haces? Cómo le hago ¿para qué? Aquí tengo lo que mi vida necesita y aunque a veces me falte trabajo prefiero “partirme el lomo” en mi país antes de alejarme de mis raíces, un día las eche de menos y hasta pierda mi identidad.
Es solo una barda y de indigno no tiene nada, que ¿es el muro en donde se estrellan los sueños? tampoco lo creo, porque cada quien estrella e interrumpe sus sueños en la barda de su propia capacidad y el límite del camino lo determina cada uno.
Los “malos” son caso aparte, los más vivos y los peores delincuentes tienen un permiso que EUA les otorgó y cruzan con sus visas en orden para ir mas allá de sus 30 millas y no se quedan, van y vienen cuando los “negocios” lo ameritan y a esos no hay barda que los detenga.
Por eso estoy aquí
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