Una fiesta de finales de los 70’s

La siguiente fiesta está programada en casa de “La Pollo Ruano”...

29 de marzo, 2016

La siguiente fiesta está programada en casa de “La Pollo Ruano”, en el pase de entrada está escrita la dirección y el teléfono (como si nadie lo conociera) y un sellito de “Hello Kitty” con tinta azul para que no pueda ser fotocopiado y de esa manera la fiesta no se llene de “colados”

El sonido que ameniza es “La Bomba Sound” de Martín Cárdenas. En la ciudad hay otros dos: “Mafalda Sound” de Leonardo y Juan Bosco Vega y “Tequila Sound” de Jorge Abraham y “El Ony” Muñoz.

El sonido (ahora llamado DJ’s) consta de tres pares de luces de colores que se combinan al ritmo de la música por medio de interruptores, discos de 45 y 78 revoluciones en dos tornamesas con los que provocan unas “mezclas de pelos” y por supuesto la bola de cristales al centro de la cochera.

Los invitados son los mismos de siempre, el permiso para el evento es de seis de la tarde a diez de la noche. Algunas van solas y otras, como yo, debemos convencer al hermano mayor de que nos acompañe; Checo siempre me esperaba afuera, al él no le gustaban las fiestas.

¡¿Qué me voy a poner?! El gran dilema que nos persigue y creo nos perseguirá hasta el final de nuestros días; el vestido azul ya lo llevé a la fiesta de Ana hace dos sábados, el verde lo llevé a la de Petus la semana pasada.

Están de moda los pantalones de mezclilla de tubo “Jordache”, “Sergio Valente” o “Sasson”, los de la manita, y las camisetas Chemise Lacoste, las de rayas son las mejores. La combinación de los colores azul, blanco y rojo predominan en casi toda la ropa, los niños llevan su suéter “Fila” con líneas de ésos colores; de seguro se verán las botas vaqueras color vino o cafés en los muchachos y los zapatos de gamuza con suela de goma en las chicas.

Los nervios de las muchachas por ver al niño nuevo de la ciudad o esperando a que “se me aviente” el amigo de mi hermano. Las niñas nos vamos a alaciar el cabello, todas iguales: la parte del frente hacia atrás con cepillo redondo grande para que las ondas se queden ahí toda la fiesta y la parte de atrás hacia abajo y que las puntas no se volteen para arriba. Nos enchinamos las pestañas con una cucharita o con la tapadera del “angel face” y nos ponemos un poquito de “pinta labios”, no más, porque el rimel para las pestañas todavía nos lastima los ojos y no sabemos usar la crema C de Pond's para desmaquillar. Y la panza nos hace mariposas porque ahí van a estar los chicos más guapos (los de siempre) con sus peinados de “micrófono”, el cabello esponjado, grande.

A veces nos juntamos en la casa de alguien para arreglarnos todas juntas o peinarnos unas a otras porque la parte de atrás en el cabello es muy difícil de peinar, sobre todo si el cabello es chino. Somos los “fresitas” de la ciudad y sabemos muy bien quienes son los “gañanes”.

Nosotras usamos el perfume “Charlie” o “Miss Dior” ellos, el deportivo “Adidas” o el popular “Paco Rabanne” de Mike o el “Vetiver” que siempre usa Beto Herrejón. Todos en la fiesta seis en punto y empieza la música que casi siempre es la feíta al principio, luego empezaran las conocidas y por supuesto esperamos las “calmaditas” para bailar con los niños.

Todos nos conocemos, hemos estado mil veces el campestre jugando tenis, nadando, otros jugando golf y los menos deportistas jugando “cubilete” en el bar del club. Siempre platicamos, reímos y paseamos igual, solo que en las fiestas todo es diferente, nos sentamos en las sillas alrededor del salón, nosotras “disque” platicando en realidad estamos pendientes por ver si en la puerta aparece el niño que nos gusta. Hay refrescos y sándwiches, todavía no ha llegado la moda del alcohol. Todos tenemos entre 13 y 17 años, los “rucos” son los que ya tienen más de 20 y ellos no vienen a nuestras fiestas porque ya fuman y toman cerveza, como los de “Tequila Sound”; ellos son los grandes, guapísimos y prohibidísimos también, manejan sus propios carros, “queman” llantas en cada esquina y se reúnen en “marlux” a tomar cerveza.

Esta, nuestra sociedad está compuesta por nosotros “los chiquillos”, “los grandes” y los “Maryulos” que son los más grandes, los que ya tienen novias de mucho tiempo y hacen fiestas de media noche, toman ron y tequila o cerveza.

Esa tienda “Marlux” (que solamente se llamó así una vez que pusieron una tienda de pinturas y que no duró mucho tiempo) estaba en la esquina de Batalla de la Angostura con Peña y Peña, estratégica de paso por todos nosotros. Luego ya no era la tienda de pinturas y abrieron una de abarrotes, y quedó bautizada para siempre como “Marlux”. Esa esquina ha de tener muchas aventuras y anécdotas que contar. Es un punto de reunión por horarios: entre cuatro a seis de la tarde estamos nosotros, los de bicicletas y patines que compramos “gansitos y coca colas”. A las seis llegan los más grandes, los que ya tenían su carro y los tenían equipados con bocinas, buffers y los famosos “twitters” claro que la música debía estar a todo volumen para que hiciera efecto ese montón de bocinas acomodadas a veces abajo del asiento trasero, como el caso del carro de “El Ony” o el Caprice negro de Jorge Abraham; a las ocho llegan los “Maryulos” hasta las 10 que cerraban la tienda.

De vuelta a la fiesta, las “calmaditas” empezaron, se apagaron las luces de colores y solo queda un par para iluminar la bola de cristales, la cochera de la casa queda convertida en una discoteque. “Hotel California” sonó y nuestras manos sudaban, esperamos que nos saque a bailar el niño más guapo (hay que verlos ahora que están guapos de verdad).

Tenemos que pedir permiso para tener novio, nuestra respuesta -"Déjame pensarlo y preguntarle a mi mamá". Otras veces -"No me dejan tener novio". Otros más atrevidos se hacen novios a escondidas ¡y todo mundo lo sabía! hasta los papás, ellos también nos dejaban vivir el secretito hasta que terminaba el noviazgo. Es raro que parece que somos muchísimos en esta bolita de niños y niñas, resulta que somos muy poquitos cuando se nos acaba la opción para elegir un novio.

Creo que yo nunca le gusté a nadie y a mí me gustaban todos, al menos creo que solo una vez logré que me sacara a bailar Jorge Fernández que me gustaba muchísimo, luego se hizo novio de otra niña. También me gustaba Eduardo Contreras y nunca le gusté yo; tuve un amor platónico que duró gustándome solo tres fiestas en donde nunca me “peló”, hasta que llegó Mike a nuestra bolita y eso es para el siguiente capítulo.

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