¿Que se agradece a Juan Gabriel que haya cantado sin cobrar un solo centavo? Bueno pues, le agradezco señor, que haya cantado sin cobrar, aunque de todas formas usted ya no necesita cobrar siempre y, si es a beneficio, los impuestos reducidos son importantes.
En diciembre de 2015, Juan Gabriel compuso una canción para Tijuana y la ofreció en marzo de este año a los fronterizos, que porque ama la ciudad y a su gente; lo cierto es que, no ama tanto a la gente de Tijuana como a la gente que lo invitó a cantarla en un concierto “gratis” a beneficio del DIF Municipal y en el que se divirtió más la clase política que el resto de los asistentes. La canción del señor Aguilera es una cosa rara, parece que se plagió a sí mismo, nada diferente a tantas otras composiciones hechas al vapor con el mismo ritmo y sonsonete, muy lejos de lo que fueron sus creaciones en los inicios de su carrera.
No es tan fácil escribir una canción para una ciudad tan cambiante, la población en su mayoría es como los manglares, raíces aéreas ancladas en suelos inestables, semillas que tienen muchos beneficios solo que no dejan de ser flotantes por eso la dificultad de escribir algo perfecto y que, además, sea permanente. Tijuana es una ciudad que es capaz de inventarse a sí misma todos los días e insisto, por eso no es fácil hacer una canción significativa, se tendría que componer una cada mes y todas serían muy diferentes.
De no ser porque Tijuana cumple 127 años de su fundación habría olvidado tan desastrosa hazaña; en aquella visita también aprovecharon para entregarle a JuanGa las llaves de la ciudad y por qué no, estampar su nombre en el intento de “Paseo de las estrellas” como para hacerle juego a tan corriente y burda La mera, mera (escuchar bajo su propio riesgo).
Si de halagar a la ciudad y lo que hay en ella se trata, hay muchas más canciones que se acercan a las realidades diarias, a la historia y a su gente, por ejemplo, Tijuana Bass, Tijuana Sound Machine y Tijuana Makes me happy del Colectivo Nortec conformado por Fussible (Pepe Mogt) Bostich (Ramón Amezcua) Hiperboreal (Pedro Gabriel Beas) Clorofila (Jorge Verdín) que aun siendo un género electrónico dice, en su ritmo, mucho de lo que sucede y se siente todos los días y las noches en las calles.
Artistas unidos por Tijuana con el Himno popular con, Una canción por Tijuana, de Guillermo Sánchez Guzmán con arreglos de José Ortega, y producido por Gabriela González, José Luis Moreno y Guillermo Sánchez. Una melodía un tanto “iglesiosa” sin embargo, cuenta el paso del tiempo en la tierra que a muchos vio nacer.
Sin dejar de lado a Manu Chao con su Welcome to Tijuana, que con su estilo canta para la ciudad en la que hizo amigos que no eran del gobierno, la recorrió paso a paso, entregó su música y no alcanzó a despedirse porque antes de que eso fuera posible, le llegó el veto nacional.
Muchos otros artistas han dejado su huella musical para Tijuana, todos ellos por el amor al arte, a la ciudad, a su pasión por componer o porque la ciudad les dejó a ellos una huella importante que se convirtió en canción, http://leyendasdetijuana.blogspot.mx/p/canciones-tijuana.html
Y las estaciones de radio insisten en que se agradezca a Juan Gabriel tan apreciado regalo programando la cancioncita una y otra vez. Azorando a los escuchas que por su parte insisten en que eso no es un homenaje, fue solo parte de su boleto para pasarla bien con los munícipes, empresarios rojos y las familias de estos.
Agradezco más a todos los artistas, a todos los que recorren el camino casi en solitario, que presentan su talento sin cobrar un centavo, que sonríen el aplauso de diez, doce personas. Que se imponen a las instituciones a veces y a veces hacen uso de ellas, también sin cobrar. El dinero que se hace por el arte es el que completa el otro sueldo, en otro trabajo que no es precisamente su talento.
Le aplaudo al artista que debería cobrar, que vive muchas veces en las tinieblas, el que no es populoso, el que no sigue la corriente, el que se establece y se compromete en compartir, el que suplica por atención, el que grita en silencio. Le aplaudo al que no quiere ser del montón solo por tener dinero, a los que no se vuelven íconos de la comunidad y son ídolos de sus seguidores.
El artista que trabaja por un sueldo y que disfruta trabajando su talento, el que tiene días de 30 horas, que despierta durante la noche porque las ideas no dejan de surgir, al que no le importa llegar a su trabajo desvelado; el artista que depende de su sonrisa para inventarse una vida distinta y las más de las veces, sin cobrar. Y a ellos nadie les hace alarde, tampoco les importa mucho aun cuando el sueño de todos sea, un día, regalar su arte porque ya no necesitan cobrar.
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