Lo que vive Tijuana hoy, lo ha vivido Estados Unidos en toda su historia. También ellos tuvieron que organizarse y adaptarse, también ellos han denostado nacionalidades y criticado costumbres, aprendieron a ser racistas; lo que vive hoy Tijuana, es el espejo empañado de Estados Unidos y poco a poco la claridad en ese espejo llega y vemos que la reacción de algunos norteamericanos acerca de los migrantes ha tenido, de una u otra forma, razón de ser. El presidente Barack Obama deportó miles de connacionales en los dos años anteriores, regresaron de pronto miles de compatriotas que, en soledad buscaron su lugar, regresaron a una casa que no conocen y se adaptaron a una cultura extraña para ellos aun siendo mexicanos.
La canalización del río Tijuana, desde siempre conocida como refugio de deportados, palabra que, en sí, es ya una etiqueta generalizada aun cuando había deportados, migrantes, indigentes y adictos. En abril de 2015 todos ellos fueron expulsados por parte del gobierno municipal. El doctor Astiazarán argumentó en su momento, que era cuestión de imagen y es cierto, la canalización lució limpia; solo que ese hecho también, fue un acto sin humanidad porque no se sabe en dónde los ubicaron, aunque también es cierto que muchos de ellos ya están muertos, algunos fueron enviados -dicen- a su lugar de origen y todos los demás siguen deambulando por toda la ciudad.
Como si esto no fuera suficiente, quienes llegaron desde mayo de este año a ubicarse en los espacios “limpios” son los migrantes haitianos, se cuentan ya por miles tantos, que está siendo imposible atenderlos en todos los aspectos y se vuelve una crisis humanitaria que apareció en Tijuana de un día para otro; el 26 de mayo, fue una incógnita, una rareza de espectáculo en las calles aledañas al desayunador del Padre Chava, después se volvió una realidad que no puede terminar porque todos los días llegan cientos de ellos.
Estados Unidos, en su función de receptor de migrantes y Tijuana, como camino intermedio, están siendo rebasados para la atención de los haitianos. Todas las organizaciones y la población civil no han dejado de aportar lo que deben unos, y lo que pueden otros; con todo, ya la multitud exige, se enoja y se vuelve poco a poco, agresiva. Comen, sí, solo que no tienen en donde asearse, duermen y están haciendo de las calles su casa con todo y los parques y coladeras como baños.
No quieren cierto tipo de comida, no toda la ropa les acomoda y no quieren trabajar. La forma de vida y costumbres de ellos no empatan con la forma de vida de los locales y esto da paso al racismo y la discriminación. Ya no hay alberges para tantos y están ocupando el lugar que le correspondía a los migrantes connacionales. Igual que sucede en Estados Unidos con los suyos y los nuestros.
Ya surgen los comentarios ácidos hacia esas personas, ya está llegando el momento en que todo esto se salga de control, ya aparecieron grupos de odio y las justificaciones que tiene, tanto el gobierno como la sociedad civil, es que el idioma y la falta de recursos están siendo un impedimento.
Existe la Dirección Municipal de Atención al Migrante a cargo de Rosario Lozada Romero, organismo que se creó en octubre de 2015, cuando no era necesario porque la situación de migración y deportaciones estaba controlada por otras instancias. Hoy, esa Dirección tiene la obligación de hacer su trabajo, sin justificación ni pretextos. Martha Leticia Castañeda, como presidenta de la Comisión de Asuntos Fronterizos dijo que: “Tendrá [la dirección] la oportunidad de acceder a recursos estatales, federales e internacionales” y en donde el acta apunta:
Acta 28 de la creación de la Dirección Municipal de Atención al Migrante.
Art. 3 de la Ley de Régimen Municipal para el estado de Baja California. – Los municipios gozan de autonomía plena para gobernar y administrar los asuntos propios de la comunidad. Los Ayuntamientos, en el ejercicio de esta atribución, están facultados para aprobar y expedir los reglamentos, bandos de policía y gobierno, disposiciones administrativas y circulares de observancia general dentro de su jurisdicción territorial.
Quiere decir, la creación de esta Dirección adquirió un compromiso importante y no tiene más que hacer valer su palabra y su autonomía, le pertenece entonces, la obligación contundente de apoyar en lo que su convenio expone, entre otros servicios: “En la búsqueda de un empleo digno. Por ello se trabaja en conjunto con diversas empresas, en las cuales se capacitan a los migrantes, para que obtengan nuevas habilidades y con ello un ingreso económico propio. De igual manera manejamos una bolsa de trabajo donde se ofertan 821 vacantes”.
Aun cuando los migrantes en este caso, son haitianos, siguen siendo migrantes que están en territorio que le corresponde a la D.M.A.M y si hace valer su autonomía, puede entonces: reunir a los migrantes, tener un registro preciso, incluso pagar a quienes hablan francés para informarles de todos los aspectos que deben saber y entender, educarlos en la cultura general.
Ya se habla del apoyo a los migrantes haitianos y se pregunta: y ¿los nuestros?, sin importar la nacionalidad, todos están en la misma situación y todos tienen las mismas necesidades. Los nuestros no tienen documentación de identificación, por lo tanto, muchos no pueden trabajar; los otros tienen documentación y no permiso para trabajar. Hay un mundo, una pequeña torre de Babel instalada en las calles y no debe preguntarse a quién se debe ayudar primero.
El 12 de septiembre, se comentó que estas personas, al no poder cruzar a EU, empezaban con agresiones, gritos y empezaron las críticas. Denigrante y triste, es la representación de la desesperación del ser humano errando por el mundo tratando de encontrar su hogar.
La pregunta es: ¿Cómo se enteraron los haitianos desde el principio, que podían ingresar por Tijuana? ¿Quién los alentó? ¿alguien está vendiendo las entradas? ¿Quién, de México está en Haití anunciando viajes a Tijuana? Eso que sucede debe tener un trasfondo económico.
El Instituto Nacional de Migración dijo que son haitianos que tuvieron trabajo en las Olimpiadas en Brasil y de ahí emprendieron su viaje hasta Tijuana para establecerse en Estados Unidos, quizá sea por eso que a algunos se les ha visto en modestos hoteles, con teléfono celular en mano, moviéndose en transporte público y comiendo en restaurantes.
Ellos, igual que todos los mexicanos, tenemos la olla presión emocional, política y social a punto de estallar, no es extraño que resientan lo que les pasó en su país, lo recreen en sus mentes y exploten las rencillas y peleas. Algunos quieren ser pacientes y humildes, sin embargo, la desesperación y la desilusión traiciona al ser humano.
Si se quedan en Tijuana y se acostumbran a trabajar, puede ser que estemos siendo parte de la transformación moderna y veamos pronto restaurantes de comida africana, comunidades establecidas, niños integrados a la comunidad escolar, maestros de español para haitianos, haitianos enseñando francés. Nos toca, pues, no aprender esa forma de racismo, ayudar de todas formas posibles porque ellos hoy por hoy, son parte de nuestra ciudad. Tijuana es el espejo empañado de Estados Unidos en cuanto a migración se refiere, aclararlo es una necesidad apremiante.
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Artículo de Paulina Castaño, Inconsistencias en el Presupuesto INM
Capítulo IX en el Reglamento de la Dirección Municipal de Atención al Migrante
Acuerdo de la Dirección Municipal de Atención al Migrante
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