Sin reparación del daño

Vanessa Rubio Márquez, hasta el viernes pasado Subsecretaria de Hacienda y Crédito Público, se une al equipo de José Antonio Meade. Con ella, se aumenta...

26 de enero, 2018

Vanessa Rubio Márquez, hasta el viernes pasado Subsecretaria de Hacienda y Crédito Público, se une al equipo de José Antonio Meade. Con ella, se aumenta el grupo de personas que tienen credenciales de preparación académica y experiencia en la política pública.

Desde que la tesis y el intelecto de Enrique Peña Nieto fueron cuestionados, los funcionarios han sido señalados y sus currículos han sido caso de escrutinio, las más de las veces, solo por encontrar razones para denostar, otras, por mera curiosidad; el hecho es que, como la Constitución Política señala que, para ser funcionario público solo se necesita ser mexicano de nacimiento y tener mayoría de edad, no se le dio tanta importancia a la falta de estudios.

Rubio Márquez, como Coordinadora de Oficina en la coalición multipartidista, y después de ser tres veces subsecretaria de estado, pareciera que baja los escalones que subió para instalarse en una coordinación de oficina como secretaria de todo el contingente. El nuevo título que ostenta Vanessa puede no ser acorde a su currículo a menos que después de eso, y si Meade llega a la presidencia, ella ocupe el puesto que le corresponde.

Así los movimientos en el tablero para las elecciones presidenciales, los peones, los caballos, los alfiles y las torres acercándose al rey y a la reina. El asunto es que, en un juego de ajedrez, hay dos manos que hacen el juego, las piezas no dan jaque por sí solas.

El currículo es para el PRI el arma que encontraron para levantar, en una mínima parte, la baja aceptación de los últimos años, la peor de su existencia. Enrique Peña Nieto se encargó de subastar la credibilidad a fuerza de errores que demostraban su falta de preparación tanto académica como profesional. Desde la cabeza del gobierno Peñista hasta los más bajos niveles jerárquicos, aparecieron una y otra vez la escasez de estudios. Por eso será que, lo que ahora presentan, son solo personajes con extensos currículos académicos.

Con todo y las credenciales importantes que cada uno presente, con todo y los años de experiencia en la política y los puestos importantes que tengan, el PRI no encuentra la puerta. Ya no hay recursos que los posicionen, se les terminó la creatividad y lo que sea que puedan inventar, no será relevante.

Las mentiras, la corrupción, la impunidad y la sangre derramada son los grandes socavones que creó el partido tricolor y que ahora, difícilmente se pueden enmendar. No es tierrita que se le arroje a un bache, el PRI es ya un túnel oscuro del que no pueden salir, ni llamándole a El Chapo. El mayor peligro son los militantes, unos porque están declinando, otros porque ya no obtienen su tajada y otros porque la conciencia les carcome las entrañas. Pocos quedan.

Antes de la precampaña, se habló de “los gallos de Peña”: Alfonso Navarrete Prida, Miguel Ángel Osorio Chong, Javier Lozano Alarcón y el Dr. José Narro Robles. En ese entonces no figuraba Pepe Toño Meade. A cada uno de los cuatro gallos les faltaron plumas, cresta y espolones, se les encontraron algunos muertitos debajo del colchón y falta de títulos profesionales, por lo que ninguno iba a sobresalir en campaña y menos, llegar a la presidencia.

De los cuatro, ya dos agarraron hueso mientras que otra cosa sucede. Navarrete, con sus relojes costosos que dan la hora que el presidente quiera, le arrebató el lugar a Osorio Chong, que dijo, se va porque quiere ser senador. Javier Lozano, ni tardo ni perezoso dimitió al PAN y se enganchó a Pepe, que al cabo ni es Priísta, con eso se sentirá menos traidor. José Narro se queda emberrinchado cuidando de su salud, descomponiendo la salud de los mexicanos desde la Secretaría.

Y se olvidaron de entrenar a José Antonio, la opacidad con que se desenvuelve, la falsedad en su tono de voz, la sonrisa fingida y la falta de experiencia en eso que llaman “campaña”, no está ayudando al partido del que no es militante. Los discursos y las entrevistas ‘a modo’ en cada estado, las pocas propuestas y la repetición de otras, están haciendo que sus credenciales académicas pierdan valor.

Está visto de muchas formas que los estudios en las grandes universidades no siempre garantizan el éxito en los negocios o en la vida política. Se ha visto, en muchas ocasiones, que personas sin todos los estudios son grandes empresarios. Ser alumno de excelencia y graduado con honores no garantiza la inmunidad ante el sistema que prevalece en el país, ni les asegura la capacidad para romper con los esquemas y patrones que nos están hundiendo.

Mi encuesta dice: Está siendo imposible la reparación del daño.

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