Viviendo en medio del caos, de la corrupción y los pleitos entre partidos políticos, de las noticias a nivel mundial y de la rapidez de la desinformación. La población busca las mejores formas de protección, entre vecinos, entre comunidades pequeñas, en las escuelas. Cada uno, desde su trinchera se organiza para defenderse y cuidarse.
Es una selva sin ley y al Rey León, si es que un día hubo uno, ya se le cayeron los colmillos. No hay más fauces abiertas, adentro hemos quedado todos, gritando, enojados, atropellados entre los muertos y los rateros. Envenenados entre los corruptos que solo provocan más corrupción y entre un bla, bla, bla virtual silencioso que no encuentra solución.
Se vale cuidarse unos a otros y, siendo esto ya una ciudad sin orden, cada persona tiene que proponer para sí misma y encuadernar sus opiniones. Más allá del hogar, la sangre, la mentira, los engaños y la falsedad. Prepararse cada día para salir al campo de batalla, despedirse de la familia y esperar que, a la hora de la cena, no falte alguno.
El panorama es intrigante, cuestionable para todos y es, para quienes han sido víctimas de la delincuencia, uno de terror. Lo es para los periodistas audaces, lo es para quienes alzan la voz y denuncian y lo es, por supuesto, para todos quienes han estado en el lugar equivocado a la hora exacta.
En Tijuana, el crimen es ya, el pan de cada día. En los puentes cuelgan avisos, amenazas, muertos y dejan cuerpos desmembrados en carritos de supermercado. Se matan a diestra y siniestra a la luz del día. La basura acumulada se revuelve con la sangre seca de los muertos; por si esto fuera poco, se está grabando la serie “Fear de Walking Dead”, en las mismas calles en las que ya estuvieron las balas, los cuchillos y los muertos de verdad.
“Que sepan todos” es el lema con el que, Juan Manuel Gastelum, presidente municipal de la mutilada Tijuana, comunica sus hechos y desechos y sí, ya sabemos todos que su gobierno ha funcionado con las patas y ni avanza ni se arrastra, solo se entretiene dándole “patadas” al paciente agonizante que dejó Astiazarán, que antes dejó Bustamante y que antes dejó el otro y el otro, tan largo el listado, como el juego de memoria, “Las llaves del Castillo de Chuchurumbé”.
A nivel República, sabíamos que la captura del Chapo no sería el inicio del fin y se escribió mucho acerca del tema, y los resultados son lo que vemos ahora. Es difícil saber en dónde empieza y en dónde acaba el crimen organizado que ahora convoca y recluta a ciudadanos de toda estirpe, se abalanza sobre todo aquel que se deje y obliga al que no quiere.
Sabemos todos, que la captura de Javier Duarte no arreglará nada, ni la captura del “Licenciado” ni la captura de los corruptos, ni de todos los que han detenido en Tijuana. Si se van los malos, otros, de la misma calaña tomarán su lugar. Unos salen, otros están presos, otros en feliz huida, otros amasando fortunas, otros preparando la mentira y así México se ahoga en el fango.
El que una ciudad tenga más violencia que otra no es consuelo para nadie, ni siquiera el vergonzoso lugar que ocupa Tijuana con sus más de 500 asesinados en poco más de 100 días. Cada uno en su esquina, cada uno en su rincón, y desde ahí, hoy por hoy, nadie tiene la garantía de que no caer en ola del crimen o en los espasmos de la corrupción porque la desobediencia social ha permeado todos los ámbitos.
En redes sociales pululan las críticas, así como los consejos y las advertencias, sin embargo, nada de eso sale del espacio virtual y lo poco que alcanza a pisar las calles, se muere.
Algunos preguntan qué están haciendo los jóvenes mientras el país se cae en pedazos. Yo digo que hay muchos jóvenes, aún muy jóvenes, esperando que, como una piñata, los pedazos terminen de caer para recoger los dulces y cualquier día inventar un país diferente, con otra forma y mucho más resistente. Esos jovencitos, hoy no dicen mucho ni se proclaman y ese silencio, en apariencia improductivo, será la voz que detone los cambios que ellos necesitan.
Que sepan todos los políticos que sí sabemos y que es improbable que puedan seguir escondiendo sus correrías porque, hasta para tranzar perdieron estilo. También sabemos que hay cosas buenas, momentos importantes y grandes logros que suceden como éxito de muchos ciudadanos sin que el gobierno meta las manos.
“Que sepan todos”, ¿será en alusión a la canción de Vicente Fernández? ¿Habrá sido una advertencia sarcástica? O simplemente, El Patas se la adjudicó para dedicársela a su exnovia mientras estaba en campaña. Eso no lo sabemos, ni nos importa. Que siga la juerga y sin hacer caras, ustedes en la política, provocan que uno critique, juzgue, investigue y los ponga en evidencia, ni modo, ustedes deciden: “Al buey por el asta y al hombre por la palabra”.
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