Siempre, la muerte repentina de un personaje relevante detona la difusión de sus logros y trayectoria, de ella conocimos sus pasos y su recorrido porque fuimos testigos de ello sin necesidad de ver un papel curricular que nos los contara.
A Pilar de Pina nos la regaló la CDMX, ella siempre se dijo Tijuanense de corazón, amaba su Tijuana querida. Fue una promotora, defensora de la cultura, amante de los libros y sus autores. Conocimos de muchas formas a Pilar, en el ambiente artístico y de trabajo todos tenemos una anécdota y muchos instantes significativos que contar, mientras que los amigos cercanos y familia guardarán para sí, los momentos de complicidad y confidencias, por lo que, todos estaremos de acuerdo en que Pilar deja en cada uno, un vacío y muchas lecciones.
La cultura local de por sí decayendo y, por si fuera poco, se nos va nuestra querida Pilar. Ella dejó huellas por todas partes, nos toca seguir todos los caminos para encontrarlas y seguirlas, dejó, además, un hueco que no lo podrá llenar cualquiera ni cualquier persona. Alguien tiene la obligación de aventarse el reto para tomar o retomar las riendas de los pendientes que pudo haber dejado en el ambiente.
Escribí para quienes fuimos parte de su camino: No me atrevo a enviar mis condolencias porque aun quiero creer que no es cierto que Pilar se fue a otro viaje. Uno del que no enviará las imágenes, uno del que no sabremos de sus nuevas aventuras, uno del que ella no regresará. Ya no preguntará si tenemos agua o luz y no nos contará de los cursos y talleres, de sus visitas a los museos. Sabremos casi nada de los éxitos de sus sobrinos a quienes llamaba Soles. Ya no sabremos de las comidas y paseos con su inseparable Mónica y con sus camaradas. No habrá “tiempo real de mi Tijuana” ni un “viernes feliiiiiiiz”
Y es que Pilar también fue muy activa en su red social, nos hacía partícipes de sus recorridos, comidas, nos invitaba a asistir a todos los eventos culturales y su poder de convocatoria no tenía límite. Coordinadora de las cinco mejores Ferias de Libro que ha tenido Tijuana. La insistente y persuasiva Pilar de la cultura de su querida Tijuana, la emprendedora y amiga de casi cinco mil entes en su red social, la de las pulseras y los libros, la que supo escoger a sus amigos cercanos y respetó a sus conocidos.
Fuimos muchos transeúntes del mismo camino cultural, nos separamos a veces en una glorieta, en un atajo o nos alejamos de la avenida, sin embargo, con su partida todos nos encontramos en una sola acera y no sabemos qué hacer para no estorbar el último gran vuelo de Pilar.
La vida de Pilar estuvo llena de aventuras, encuentros y aciertos, lealtad y respeto, trabajo y más trabajo, siempre contenta, agradecida y digna, sobre todo, siempre pendiente de su gente querida. Ella, es parte de una familia de amplia cultura y fina educación, abrigados todos de historias maravillosas heredadas de sus padres y que tuvo a bien compartirnos. La que celebró sus 60 años con toda la algarabía, emoción y orgullo.
Se aferró a la existencia de la vida cultural de Tijuana. Se le ocurrieron cualquier cantidad de cosas para hacer lucir el talento de los demás, compartió nuestros logros y nos felicitó por nuestros éxitos. Se le ocurrió una Feria de Libro juvenil e infantil que quedó pendiente, se le ocurrió también un día, escribir su libro “El libro amarillo” del que después, cambiaría el nombre porque en el proceso de escritura cambió el rumbo del tema, libro que quedó a la mitad y también se le ocurrió hacer un viaje muy largo del que nada sabremos nosotros.
Y ha dejado un hueco extraño en el que se escuchan ecos, voces, risas y mensajes que no se entienden. Se ha ido y su “pa’donde apunte la chancla” esta vez, no apareció en su muro, no puso su ubicación y su GPS no registró la entrada y la llegada a ese lugar a donde fue.
Una vez que Pilar le daba importancia a un lector, a un autor o a un amigo, jamás se desprendía de ellos, por el contrario, se interesaba todos los días en la vida, obras y logros de todos para promover, felicitar e impulsar a que siguiéramos adelante. Ella no ganaba nada con apoyar, ella nos hacía ganar con su apoyo. Siempre lista para aplaudir a quien sobresalía y atenta para levantar a quien se cayó.
¡Ay, Pilar! Esta última ocurrencia tuya es muy difícil de aceptar, solo me queda decir gracias, muchas gracias por todo, que tu vuelo sea placentero y desde esa otra vida, sigas aplaudiendo la vida de quienes te admiramos y a quienes nos has dejado un cúmulo de enseñanzas.
¿Y ahora?, ¿quién compartirá mis artículos? Si su página de Facebook ya no habla ni se mueve.
Descansa en paz, Pilar. Tijuana te extrañará siempre.
Por eso estoy aquí
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