“El jueves 8 de septiembre iniciaremos con los trabajos de reposición del Acueducto Aguaje-Planetario, lo que implicará la suspensión del servicio en 332 colonias por un lapso de 48 horas (principalmente viernes 9 y sábado 10 de septiembre). A partir del domingo 11 iniciamos con la recuperación del suministro de forma paulatina iniciando en las zonas bajas esperando normalizar el abasto el lunes 12 de septiembre. Quedamos a sus órdenes en nuestras redes sociales”
Lo anterior, es el anuncio que la Comisión Estatal de Servicios Públicos (CESPT) en Tijuana emite oficialmente. En agosto pasado se notificaron fechas probables de corte en diferentes estaciones de radio y televisión locales, los más responsables no confirmaron, otros lo aseguraron y solo provocaron confusión entre la ciudadanía.
Es pues, 8 de septiembre y quienes estuvieron pendientes de la última gota, ésta cayó en la mayoría de las 332 colonias a la media noche y amaneció Tijuana sin agua; tal parece todos llegamos a las 00:00 horas preparados acumulando agua en tambos, cubetas y recipientes de todos tamaños. Algunos, o los menos tienen aljibes, tinacos o cisternas como parte de la construcción en sus casas.
Quienes previeron la falta del líquido al llenar sus recipientes, hicieron un cálculo de lo que pudieran necesitar durante cuatro días tomando en cuenta el número de integrantes de la familia, las actividades programadas, las veces que aproximadamente usarán el baño, las veces que se lavarán platos y trastes en la cocina, de qué forma será la higiene personal. Se hizo limpieza el miércoles por la tarde y casi quedó prohibido ensuciar pisos, vasos, platos y ropa. Los que cuentan con aljibes o cisternas, solo acordaron cuidar el agua almacenada.
Ante la prevención y para racionar el líquido en casa, uno puede saber exactamente cuánta agua gastamos, cuánta necesitamos y cuánta desperdiciamos. En estos días, lavarse los dientes y usar solo un vaso con agua, será algo normal. Bañarse será cosa de dos cubetas medianas, poco más poco menos y administrarla porque, ya dentro del baño solo esas dos cubetas tienen que ser suficientes y el grito de ¡no abran la caliente!, por cuatro días no existe.
Aun la actividad cotidiana cambia hasta en la forma en que uno se mueve, a dónde va y qué tan en calma se deben hacer las cosas; si corremos, si nos aceleramos, si vamos de prisa el cuerpo suda, entonces recordamos que no hay agua y el ritmo de vida se desacelera.
A los que su vida económica les permita, acudirán a asearse a los clubes deportivos pagando por el día, otros, y ante la sicosis que les pueda provocar el desabasto, abusarán tomándose baños eternos en su club deportivo-social.
Ya las redes sociales están llenas de bromas, de las escritas y las de caricatura con etiquetas. Ante el oportuno aviso, la población se preparó y parece que no dejaron lugar para la queja.
Pilar escribe: Hola Tijuana, ¿Tienen agua? ¿Colonia?
Y la mayoría de sus amigos le respondemos que sí, y nombre de la colonia. Otros contestan con preguntas o algún chascarrillo, con lo que se asegura que no hay queja, no hay quien esté delirando o despotricando en contra de la CESPT y esto hace que, bueno, los cuatro días parezcan menos. "Hola Pilar" -dice Tijuana- ya nadie tiene agua y la vida parece detenerse sutilmente, despacito, nadie se mueve para no sudar. "Hola Pilar" -dice Tijuana.
Y sí, parece que, sin agua, aunque sea por unos días, la vida se detiene de alguna forma, es raro, aun cuando no la necesites, se siente que no está, como la presencia transparente que es. Pilar comenta de nuevo: “Fila en el baño de Starbucks. Ups, lo sé todo”, de ahí que los demás presten atención a los lugares públicos en donde los baños no dejan de tener fila.
Lo cierto es que no tener agua provoca una sensación de abandono, de vacío, de carencia, el cerebro se apresura a enviar señales de sed al cuerpo aun cuando no éste no necesite agua. Por otro lado, la idea de querer limpiar y recordar que no hay agua resulta en un sentimiento de no poder hacer nada cuando en realidad no hace falta, hay agua en las cubetas y en los tambos y no es necesario trapear, la casa está limpia.
Cuando no hay agua, podemos saber claramente que hay rutinas que se vuelven obsesiones y tareas domésticas que se hacen obligación, también sabemos que toda esa agua que usamos en días normales es un desperdicio, no se trata de cuánto pagamos, sino cuánto estamos desperdiciando.
La CESPT está publicando los avances de los trabajos en el acueducto, es muy agradable ver la respuesta de la gente que en su mayoría es con un sencillo y poderoso ‘Gracias’, habrá que ver si el estado de ánimo y el buen humor logran resistir hasta el lunes.
El cuento es uno que no termina, el agua volverá a su curso normal y con seguridad hemos vuelto a los abusos y las inconsciencias. Que el mundo se diga: “pobre de mí el día que tenga sed, no haya agua y recuerde todas las veces que la tiré sin control”.
Sábado, apunte de última hora, Tijuana se queda sin energía eléctrica, no hay luz tampoco.
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