Fue un corredor universitario en el que se conocían los compañeros de un edificio y otro, se conocieron a través de una fotografía y una breve descripción. Los jóvenes intercambiaron tareas y clases. Era una comunicación virtual que se enfocaba en el estudio y la socialización de los estudiantes.
Nacía Facebook para enterar de actividades escolares y acercar los edificios y aulas de cada carrera, a los maestros con los alumnos y a los alumnos con el conocimiento general de la escuela. Llegaron las fiestas internas y por supuesto las agresiones y la exhibición descontrolada.
Nacieron también quienes se escondieron tras un falso perfil para humillar y denostar a los compañeros y otra vez, los agredidos, sin capacidad suficiente para defenderse. La red social salió de la universidad rápidamente para instalarse como el cuarto oscuro de la sociedad mundial.
Es ahora, un mercado sobre ruedas a cielo abierto en donde se puede encontrar de todo. Así como caminamos en un mercado ambulante, pasando por la basura, los desechos, los olores, las ventas de segundas y terceras, la ropa sucia, las groserías, piropos, gritos, tornillos sin tuerca, tuercas sin tornillo, ofertas de mentira, puestos de artículos inservibles, predicadores de todas las religiones y contrabando, así navegamos en la red social que, para encontrar la mejor mercancía habrá que pasar por todo lo anterior.
En eso se convierte Facebook, en un mercado silencioso que de pronto grita por medio de un video escandaloso, en donde nos amontonamos tratando de encontrar la mejor información y los mejores amigos virtuales. Cada perfil es un puesto y lo atiende el marchante. Se pueden encontrar mentirosos, farsantes, neuróticos, sentimentales, egoístas, arrogantes y por supuesto, predicadores de la única verdad; es la basura por la que se tiene que pasar antes de encontrar lo valioso, veraz e importante.
Hicimos amigos virtuales que en poco tiempo mostraron su realidad y los bloqueamos, otros que fueron amigos de la primaria o la secundaria y los dejamos de seguir por varias razones. Primero, era una casi competencia para presumir los cientos de amigos concentrados en cada puesto, después, se convirtió en vergüenza y empezamos a ser más selectivos.
Dicen que Facebook es ya una red para “viejitos” y que los jóvenes se fueron a otros mercados a comprar otras mercancías y a crear otro tipo de basura. La realidad es que con zapatos embarrados de desperdicio todos nos quedamos porque creemos que en algún momento encontraremos un tesoro o que los demás verán en nuestras publicaciones el tesoro que buscan.
Es la vida pues, imposible escaparnos de la suciedad dentro de la sociedad. Podemos ser cada uno de nosotros, basura para otros, somos marchantes de un puesto que no vende nada e insistimos en gritar que lo propio es lo único valioso; quienes piensan igual y se dicen amén unos a otros, quienes se manifiestan con razones fundamentadas en contra de la injusticia son agredidos por los desinformados. Es como gritarse de puesto a puesto quitándose la razón unos a otros sin querer pensar ni prestar atención a las sugerencias de los demás.
Es también una mafia adictiva de la que no podemos, no queremos o no debemos salir, el mercado virtual se extiende y se llena cada día de más basura, la única fortuna de las redes sociales es que no huelen.
Por eso estoy aquí
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