Me enseñaron a trazar las primeras letras con lápiz. En el estuche plástico había dos lápices Mirado del número 2. Un borrador de los rojos con azul y un sacapuntas, de los que tenían cajita para guardar la viruta. Un lápiz bicolor rojo y azul y una caja de colores prismacolor.
Aprendí después a escribir las palabras, siempre con lápiz y tratando de no utilizar el borrador del otro extremo, uno rojito que siempre terminaba mordido. Sí, también mordí el lápiz. La madre Armida, en primero de primaria, decía que el lápiz nos dejaba tener errores y el borrador los arreglaba.
La punta roja del lápiz bicolor era para hacer la letra mayúscula al inicio de cada oración y para marcar los márgenes en las hojas de la libreta, el lado azul, nunca supe para qué era. En la materia de matemáticas, el lado rojo se usaba para escribir el resultado de las operaciones.
Tercero de primaria fue algo más emocionante. En mi estuche ya había bolígrafos, uno rojo y uno azul. Las letras no debían hacerse con lápiz, ya era una estudiante grande. Mi maestra, Lupita Celis, decía que aprender a escribir con tinta era para personas que supieran pensar antes de escribir porque no se podía borrar. A ella no le gustaban los tachones en las libretas, a mí tampoco.
El borrador del lado azul nunca sirvió, decían que era para borrar tinta y no era cierto, solo rompía las hojas. La señorita Celis, dijo que escribir con rojo era una falta de respeto, que nunca escribiéramos con rojo, la pluma roja llegaba casi nueva al final del año.
Leer para hacer resúmenes con pluma, requería de mucha atención porque la calificación bajaba con cada tachón que hubiera en la libreta y no podíamos arrancar las hojas, no lo permitía la señorita maestra, además, al arrancar una se soltaba otra. Si la libreta era de 100 hojas, al final del ciclo debían ser 100 hojas.
Para los trabajos de investigación, nos dijo la maestra Celis, que hiciéramos borradores. En una hoja aparte se tomaba nota de las cosas importantes y de ahí, pasar en limpio el trabajo a la libreta de tareas. Leer y comprender la lectura era la cosa más importante para la maestra de tercero de primaria, ella nos dejaba imaginar como quisiéramos lo que nos leía, a mí me gustaba dibujarlo mientras la escuchaba, luego, había que contar la historia. “Con sus propias palabras” —decía.
Equivocarse es normal —dijo ella muchas veces— solo que no se deben acostumbrar a eso. Siempre tienen que pensar antes de hablar o escribir. El borrador solo es un auxilio del que no deben depender. Si se equivocan cuando escriben con pluma, solo hagan una rayita encima del error y sigan escribiendo, es como disculparse cuando hablan y dicen algo equivocado. Poco a poco dejarán de hacer rayitas encima de las palabras, si son atentas, no van a cometer errores en su escritura.
La primaria es una de las partes más importantes de la educación escolar y más, si se cuenta con maestras como la señorita Lupita Celis o la madre Armida que no solo rayaban el pizarrón con un montón de cosas, si no que hablaban, platicaban y daban siempre una buena razón, todo eso nos hacía pensar y pensar es lo más importante que un ser humano debe hacer, siempre.
Enseñar a pensar, a razonar y dar respuestas acertadas a los alumnos, no es una materia curricular, es una obligación de los maestros, es uno de los grandes talentos del ser humano. Se puede ver, hay personas que por muchas razones solo cuentan con educación primaria y tuvieron maestros pensantes y razonados, filosóficos, éticos y lógicos; muchas de esas esas personas, hoy adultos, son gente funcional y ordenada tanto, que deciden volver a la escuela.
El ciclo escolar pasado, di clases en tercero de secundaria. Al momento de los dictados, los alumnos sacaron un lápiz. Todos con pluma, no quiero trabajos con lápiz —dije. Las quejas no se hicieron esperar y comentarios como “no me gusta la tinta” “no tengo pluma” “me equivoco mucho” “perdí mi pluma”. Jóvenes de secundaria que no saben y no quieren usar pluma.
Su clase no cuenta para la boleta de calificaciones —dijo un chico— entonces, no importa.
Usted no nos da calificación ni puntos que nos ayuden en otra materia —dijo otro.
Esta clase chicos —les dije— no les dará una calificación hoy, es una calificación que da el tiempo y el tiempo pensado se escribe con pluma que no se borra porque la tinta no es otra cosa, que la revelación del pensamiento ordenado. El lápiz y el borrador, son solo para las matemáticas.
Por eso estoy aquí
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