La forma del espacio, entre el agua y nosotros

Salí del cine sintiendo que había perdido algo de mi tiempo.

23 de enero, 2018

Salí del cine sintiendo que había perdido algo de mi tiempo. En poco más de una hora, un domingo, escribo, planeo y diseño algún programa que tenga pendiente o me dedico un tiempo, ya se sabe, para las uñas, los pies, el tinte del cabello, esas cosas que hace uno cuando tiene tiempo en domingo.

Ese domingo, hice a un lado mis planes porque necesitaba ir a conocer la forma que tiene el agua. No bueno, el agua por supuesto no tiene forma y es lo que la hace interesante, ni siquiera una gota dura suficiente como para ver la forma que dibujan en los cuentos infantiles.

El espacio entre nosotros es el oxígeno que se necesita para sobrevivir en el mundo terrenal, y el que la flora y la fauna acuática conocen. Un oxígeno no le sirve al otro y viceversa, ese espacio es el que me gusta más, el que está entre nosotros. Ya la forma del agua es una fantasía que, si es que tiene manos, ya atrapó varios premios.

“El espacio entre nosotros”, que también tiene premios, es una cinta de corta duración que fue creada en 2015, en la Escuela de arte de Ámsterdam y producida por la Academia de Cine de Holanda. Entre el espacio y la forma hay una gran diferencia, a menos que se hable de un espacio de forma geométrica específica.

“La Forma del Agua”, película de Guillermo del Toro, aclamada y premiada sin discusión según los expertos, es una suerte de representación de las bajas pasiones, perversiones, fantasías escondidas, envidias, egoísmos y más perversiones. Cuenta Doug Jones, actor que animaliza al pezhumano, que Guillermo le dijo: ‘This time the monster’s going to f— the girl.‘ Antes, la mujer, metódicamente a la misma hora y por el mismo tiempo, se masturba en la tina. Entre su soledad y urgencias, por supuesto que iba a seducir al monstro y la cosa escamosa, iba a caer en sus redes.

“El espacio entre nosotros”, no se enfoca en las necesidades de la encargada de la limpieza del laboratorio, ni en las envidias. No centra, “El espacio…” los perfiles psicosociales de los personajes, ni siquiera los laborales. Es un cuento de doce minutos que relata la importancia de preservar la especie humana a través de las branquias del hombre pez encerrado en el estanque y que bien puede ser el tráiler de “La Forma del Agua”, porque los peces son iguales.

Dirán que no es plagio, que la idea de Del Toro estaba preconcebida hace muchos años, que la platicó durante un desayuno; un dato que no está en entredicho porque la creatividad del cineasta no tiene límites, su genialidad es impresionante, (a mí me maravilló con “El Laberinto del Fauno”). El problema es que las ideas no tienen dueño y los dos creadores, Del Toro y Didier Konings, pudieron haber imaginado y tenido una idea de fantasía parecida –incluso igual–, y el dueño de la idea es quien la toma, la hace realidad y la presenta primero, quien registra su guión y sus personajes.

Habrá que ver, si la forma es el espacio, o el espacio entre los dos hace la forma legal, sin espacios.

Se llama plagio para quienes no conocemos las ideas que se platican en un desayuno, se llama plagio para quien, después de ver “La Forma del Agua y las fantasías sexuales”, encuentra la noticia de que existe “El espacio entre nosotros” y se descubre que es, por mucho, mejor que la de Del Toro.

Como uno es mexicano y es un genio, y el otro es un genio holandés que no conocemos, los aplausos y la defensa se la llevará Guillermo. La objetividad no existe cuando de defender a uno de los pocos grandes que hay en el arte de la cinematografía en México se trata, por eso, como en tantas cosas, seguramente se le perdonará el plagio que dicen, no es. Y en Holanda, tendrán su discusión y también por supuesto, deberán defender a su propio genio.

Está prohibido criticar o estar en contra de lo que se supone es grandioso, lo que se supone, es una maravilla solo porque ha sido hecho por mexicanos, insisto, la objetividad no está permitida. Me alegra haber encontrado los doce minutos de “El espacio entre nosotros”, me hizo olvidar que el domingo desperdicié mi tiempo. Después de todo, el espacio es más agradable que la forma.

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