En estos tiempos de desorden, en donde todo se vuelve hostil e impersonal. En un mundo en el que todos van de prisa olvidándose de los pequeños detalles y la amabilidad que nos debemos unos a otros; en medio de tosquedad de las noticias y el aguacero de la desinformación, aparecen de repente experiencias que parecen cuentos de hadas para mentes en tierna inocencia.
Cada vez se tiene que escarbar más profundo para encontrar contenido de interés en las redes sociales y en el ancho mundo del internet porque cada día, aparecen miles de personas que inventan sucesos y otros tantos miles que exageran y manipulan las noticias malas y destrozan las buenas. Hay detalles muy pequeños que hacen grande a la humanidad y esas publicaciones son apenas vistas y casi nunca compartidas.
Leí hace unos días, un comentario que alguien publicó y en el que asegura que la gente informada y pensante ya se mudó a Twitter y que Facebook es solo el mercado en donde mucho se dice y nada se propone, todos gritan y nadie escucha. Tiene razón.
Es esporádico que aparezcan crónicas breves y bien contadas (en letras, no en videos para gente floja) que enaltecen a los seres humanos. Esos sucesos no son importantes para la mayoría y aun después de leídos, los comentarios que le siguen son para menospreciar y comparar lo mismo, con alguna atrocidad, la idea es oscurecer el mundo virtual en el que vivimos y del que no podemos alejarnos porque de muchas formas, dejaríamos de existir.
Hace poco, una amiga comentaba lo desastroso que le resultó transbordar en aeropuertos y aviones durante su viaje por México y de regreso a Arizona. Sus amigos le comentaron las malas experiencias que tuvieron ellos, dando por hecho que todos los aeropuertos y todas las aerolíneas eran igual de caóticas.
La viajera, Ingvi Kallen, apuntó con claridad: “Houston airport is not bad. That’s where I normally go through. But nowadays all airports and airlines here in the US are getting nasty. No customer service, no kindness, rude, rude! Morelia airport was nice. Super clean restrooms, and excellent customer service at check-in. They even have staff to lift your suitcase and put it on the scale, they greet you with a smile, and they even wish you a good trip and thank you. How about that?”
Dentro de todo su viaje, hubo un lugar en el que ella se sintió atendida y bienvenida, para nuestra fortuna, fue en un aeropuerto mexicano. Un comentario como ese, hace que uno sienta bonito, hace que uno recuerde que sí hay personas que tienen tiempo para sonreír, agradecer y despedir amablemente a quien se tenga enfrente. Nos recuerda que hay personas que aman su trabajo y no pierden su alto sentido de la ética. Ni siquiera hay que buscarlos, están por todas partes.
Casi desafortunado es, que son escenas y momentos que, si no se viven, no se pueden creer y a veces, aunque se vivan y se tengan enfrente, hay personas que no son capaces de verlo porque se han acostumbrado a quejarse. A mucha gente ya le parece que la vida no tiene sentido si no hay algo que los atormente para hacerlo público y lograr unos segundos de atención.
Solo se le permite la desdicha a quien la necesita para crear. Hablo, por ejemplo, de Juan José Arreola, él buscaba instantes que lo hicieran sentirse miserable porque solo así podía dar vida a sus letras, solo en la desdicha encontraba el hilo para completar sus obras. Los demás, los que no pueden acceder a la emoción y a la sensibilidad que regala un instante, prefieren hacerlo burdo y oscuro perdiéndose la oportunidad de saberse un poquito menos ignorantes.
En el caso de la viajera, Kallen, un saludo, una sonrisa y la amabilidad de desconocidos que saben cumplir cabalmente con su trabajo, le borraron las horas de angustia que vivió en otros aeropuertos.
Ya se sabe ahora que, en algún lugar de México, hay personas que saben tratar bonito al turismo y, aunque parece que no son mayoría, seguramente viviendo atentos, nos daríamos cuenta que hay muchos más en cada rincón del mundo por donde nos toca andar.
Viviendo con un poco más de empatía, podremos ser como los empleados de ese aeropuerto, después de todo, ¿Por qué siempre exigimos recibir buen trato de otros, cuando nosotros mismos no sabemos darlo? Debe ser fácil, seamos todos, gente bonita.
Por eso estoy aquí
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