Llega la Fiesta Mexicana llena de colores aun cuando el pueblo no esté para celebraciones, en cada rincón del país se está gestando el recurso para cumplir con el 15 de septiembre riguroso, cada mexicano tiene la opinión justa o no de celebrar el hecho es que miles de ellos asistirán a las plazas a dar el grito a pesar de las circunstancias tristes y trágicas que nos apabullan.
En los últimos años se ha tratado de persuadir a la gente de hacerle segunda a los presidentes en su teatro obligado, la escena del balcón presidencial y las campanadas de júbilo que conmemoran un evento se recuerda vagamente porque entre tanta mentira ya ni aquella historia pudiera ser verdad, la única verdad que persiste en el tiempo es que cada 15 de septiembre los niños y familias enteras se dan permiso de desvelarse enfiestados en la calle, cosa que a todas luces ha sido siempre divertido.
¡Viva México! Debe gritarse con más fuerza que nunca y no solo un día, hay miles de personas, incluyendo los extranjeros que hicieron de México su casa y tantos que hacen vivir a México de muchas formas, nuestra tierra es una Patria noble que sigue resistiendo los gobiernos y acogiendo a su gente cierto, hay dos Méxicos el del Pueblo y el de los gobernantes.
Imposible lograr que la asistencia al Zócalo o a cualquier Plaza sea nula, de no participar lo que se conseguiría es desperdiciar un recurso económico que la misma población aporta y por qué no decirlo, se perdería la ganancia que tengan que recuperar quienes han pagado un espacio para vender sus productos, juguetes, banderas, rehiletes, comida, piñatas de Donald Trump y quizá aparezcan unas de Peña Nieto y sus secuaces.
No se puede reeducar a un pueblo entero cuando hace mucho se salió de control y las grandes voces parecen ser pocas porque los gritos de los mentirosos se escuchan más enérgicos, las redes sociales no permiten la empatía y las necesidades de cada uno no son las necesidades de los demás. En un país en el que cada uno pelea y exige lo suyo, en donde la riqueza se dilapida y la carencia se enaltece, rincones en los que la necesidad simplemente no existe y espacios en los que el hambre y el desempleo son parte del común denominador.
Los más irán a divertirse, no a aplaudir la voz del presidente eso es claro, y no lo dirán porque tienen una vida ocupada en su trabajo y no frente a una pantalla electrónica, los menos no asistirán y presumirán de estar protestando cuando al mismo tiempo estarán pendientes en la red por si sucede una revuelta puedan publicarla en el instante, y también habrán los grandes Mexicanos que guarden ese cariño y lealtad a la Patria, recuerden otros tiempos, esperen mejores y se pongan de pie al escuchar el Himno Nacional viendo El Grito por televisión.
Como quiera que cada uno decida pasar la noche del 15, sea pues para gritar con fuerza y esperanza ¡Viva el México de familias productivas y educadas que hacen que estos tiempos nos duelan un poco menos! y aunque canse la partidocracia y la falta de empleo agobie, si la respiración no se detiene no queda más que seguir arando las tierras por donde se camina, si acaso un día se pueda ver la semilla crecida no será por no haber asistido al grito, habrá sido por gritar en silencios que nadie escucha mientras se produce una vida satisfactoria en cada individuo.
Que se grite o se guarde silencio, lo que no debe hacerse nunca es quedarse quieto y perder el respeto a la Patria.
Escuchando “México en la Piel” de José Manuel Fernández (1990) se revive todo aquello que parece estar muerto y se llena con orgullo ese vacío que causa vivir en la incertidumbre.
Por la Patria ¡Viva México en la piel de todos!
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