Eran todas doñas. Camerina, quien hacía la comida y que, para lavar los trastes, separaba las puntas de los pies y los ponía contra la pared. Doña Abigail, la señora que aseaba las habitaciones y que siempre olía a alcohol. Doña Trinidad, quien se encargaba de lavar la ropa y que tenía una hija que cantaba a todo lo que daban sus pulmoncitos: “licen, que los hombeles, no leben llorar”. Otro Trini, el señor que cuidó la construcción de la obra y que después, se quedó un tiempo como velador cuando la familia se mudó a la casa nueva. El jardinero, Sídi, que a todo contestaba ¡Sí dí! o preguntaba ¿Sí dí? y del que nunca supe su nombre y, Doña Lupe, la señora chaparrita de rostro risueño que de pronto ya no apareció por la casa.
Todas, las doñas y los dones y las nanas que supimos conocer mientras crecimos, tienen un recuerdo en los adultos de hoy, no cabe en el recuerdo el trato que pudieron haberles dado sus patrones o los recuerdos que esos empleados domésticos tengan de nosotros. No recuerdo haber sido separada de los trabajadores o que alguna vez se nos hubiera prohibido convivir con ellos, entrar a sus habitaciones por la tarde a platicar o utilizar las áreas de servicio.
Las doñas y los dones han sido siempre personas importantes en el crecimiento y en el tiempo de juegos de los niños, no solo los cuidan, juegan con ellos. Don Trini, por ejemplo, enjabonaba los pasillos y nos dejaba patinar agarrados de la escoba, recuerdo que se tapaba la cara con preocupación, o Doña Abi, que mientras tendía las camas, nos enseñaba unas horribles y divertidas canciones, mi hermanita creía que su nombre era Habilidad y repetía el nombre cuando se enojaba porque pensaba que esa era una “palabrota”.
No sé si a todos ellos les dieron los beneficios de ley, lo que sí era claro, era que todos ellos parecían contentos con el trato, el pago y el lugar en donde decidieron trabajar. Sin saber, unos y otros, que eso de ser parte de la familia daba cierto permiso para no cumplirles como merecían, con seguridad hay muchas otras personas del servicio doméstico que no son tan felices, pues siempre han existido el maltrato y la explotación.
Se habla del empleo informal, de los ambulantes o de los que instalan su carrito de tacos en las esquinas, cuando los empleados domésticos se encuentran dentro de la informalidad laboral, siendo los patrones, los primeros en impulsarla. Apunta Viridiana Ríos en su columna Injusticia Silenciosa, los mitos, las realidades, la nula ejecución del Convenio 189 de la Organización Internacional del Trabajo y las acciones no tomadas por parte del gobierno.
En este tiempo de refriega en el país, no todos los empleados domésticos tienen conocimiento de la ley que los protege y desconocen los artículos con los que deben saberse contratar. Lo irónico del asunto, es que casi todos ellos mantienen activa al menos, una cuenta en redes sociales, con esto, quiere decir que tienen acceso a internet y es ahí en donde pueden encontrar la información para exigir que se cumplan sus derechos y cumplir sus obligaciones, si saben darle “like” a las publicaciones de sus amigos, pudieran fácilmente darle un clic a la Ley Federal del Trabajo, aunque le faltan actualizaciones, es un extracto que se puede entender.
Me comentaba la empleada de un vecino, que se tropezó con el triciclo del niño, se cayó y se torció el tobillo, su patrona le dijo que se pusiera hielo y una venda bien apretada, misma que la señora tuvo que comprar con su dinero, porque su patrona “no tenía cambio”. Le pregunté si contaba con Seguro Popular, me dijo que sí, solo que no le daban permiso para ir al hospital porque su patrona iba a un “baby shower” y ella debía quedarse a cuidar a la criatura. Una no hace valer sus derechos y la otra no cumple con sus obligaciones, como ellas, tantas y tantos que viven en las casas y que les suavizan la injusticia diciendo que son parte de la familia, y a veces, los quieren mucho.
Con las próximas deportaciones, muchos paisanos llegarán directo a otro tipo de ilegalidad, la laboral doméstica y por parte del gobierno, solo palabras:
“Por deportación o por voluntad propia, todos los estudiantes que regresen al País tendrán la oportunidad de revalidar sus materias”, anunció de EPN, el 30 de enero de 2017. “México está preparado con empleos para recibir a los connacionales que sean deportados e incorporarlos a la planta productiva”, aseguró Alfonso Navarrete Prida, el 16 de noviembre de 2016. Además, Estados Unidos, advierte que deportará a todos los criminales mexicanos.
Y pregunto, los estudiantes con materias revalidadas, ¿tendrán lugar en las escuelas ya de por sí saturadas? Los deportados productivos, ¿tendrán prestaciones de ley y un sueldo que les permita establecerse en México? Y, para recibir a los criminales ¿alguien se está preparando? ¿Alguien tiene un plan para que los criminales no se incrusten en una sociedad ya de por sí, desprotegida e insegura?
¿Y los deportados que quieran emplearse en el ámbito doméstico? ¿De ellos nadie habla? No hay un plan para los de casa, ¿habrá uno para los que lleguen?
Por eso estoy aquí
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