Decisión 2018, los 40 ladrones

Empezaré considerando a aquel candidato que se abstenga en su totalidad de hablar -mal o bien- de los otros, de quien sea.

24 de octubre, 2017

Empezaré considerando a aquel candidato que se abstenga en su totalidad de hablar -mal o bien- de los otros, de quien sea. Al candidato que logre zafarse de la retórica desgastada y quien evite las groserías y las palabras altisonantes. Mi voto será para quien sepa dirigirse al pueblo con respeto y congruencia. Pensándolo bien, suena a chiste, como si viviéramos en un país de cien personas, en donde el acuerdo pueda ser posible.

Además del multipartidismo, son 40 los aspirantes independientes registrados para contender a la Presidencia de la República. Cada uno, como ya sabemos, requerirá de 866,593 firmas para que su sueño se haga realidad; para esto se necesita que cada uno de los 34,663,720 de ciudadanos que firmen, aporten recursos económicos o en especie a la cuenta del candidato elegido.

Si los 40 logran la meta y los más de 34 millones de ciudadanos, se quedan fieles a su afiliación, la boleta electoral será un álbum fotográfico tan impersonal como Facebook. Por otro lado, el 33.33% del recurso que el INE tiene destinado para los contendientes se repartirá en partes iguales entre todos, partidos e independientes, lo que obliga que el apoyo económico de cada firmante, en especie o en efectivo, deberá ser más alto y al mismo tiempo, que no rebase los límites que indica el INE.

De todos los necesitados al reflector público nacional, 86 corrieron al registro y solo 40 aprobaron su examen de admisión entre ellos, solo siete mujeres se aventaron al ruedo. En un tiempo en el que muchas mujeres han levantado la voz y la fuerza, extraña que solo siete hayan presentado su interés; aunque quizá sea muy buena la razón, las mujeres capaces no interesadas, tienen inteligencia para algo más grande que la presidencia del país, porque la presidencia ya no es, o nunca ha sido, “la gran cosa” para los exitosos.

Así como las enfermedades no reconocen género ni clase social, debe suceder igual en la elección próxima, es una decisión que no debe ser tomada por razones de género o de preferencia sexual, de amistad o de compañerismo.

Tomaré en cuenta también, los mensajes por escrito, el acertado uso de sus redes sociales y por supuesto, los seguidores de cada uno, así como la facilidad e inmediatez que tengan para responder mensajes importantes o preguntas que los ciudadanos hagan. Eliminaré poco a poco, a aquellos que tengan mensajes ambiguos o anuncios en los medios que exageren el dramatismo, el romanticismo y la lástima.

Es importante que quien quiera ganar un lugar en la política del 2018 sea, por mucho, una persona que no desacredite a nadie, que sepa morderse la lengua antes de entrar en el juego sucio de las campañas, uno que no brinque en suelo parejo, que tenga las agallas para no caer en la tentación de las difamaciones y que se levante firme si se le descubren pasados oscuros en su trayectoria, cualquiera que esta sea. Digo, de entre tanta gente, debe haber uno que pueda con esto y más.

Los partidos, desafortunadamente no tienen mucho para ganar además de sus afiliados por tradición, costumbre y obligación. Y éstos no tendrán más que decir lo mismo que hemos escuchado siempre, entonces la oportunidad para ellos es más complicada, solo cabe la posibilidad de que puedan cambiar sus discursos y hagan uso de la coherencia en las promesas.

Nunca antes se había visto semejante pelotera en una carrera por el poder, puede no gustarnos lo que sucede y la razón de porqué sucede, sin embargo, ya hay 40 locos intentándolo y ésto puede ser una ventaja del pueblo sobre la política.

Si los aspirantes no se dejan encandilar con los excesivos apoyos económicos de la iniciativa privada y del crimen organizado, el compromiso y la corrupción en el siguiente sexenio pudiera aminorar; es bien sabido que la corrupción inicia desde que un candidato se rinde ante el dinero que acepta en campaña, porque es cuando el compromiso nace, la corrupción crece y la obligación mata. Los “aceptas o te mueres” hacen el agujero de la descomposición en el que nos estamos hundiendo.

Y el cuento de Alí Babá y los 40 ladrones resurge en tiempos modernos, solo queda cuidar que la puerta de la cueva no se cierre y nos dejen a todos atrapados y sin el oro.

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