No es estar en contra de todos, no es estar a favor de uno solo. Se trata, porque así nos enseñó el mismo gobierno, de escudriñar todos los recovecos, de enterarse de lo más posible. Es la incredulidad y la desconfianza lo que nos mueve a investigar y a opinar, es la opacidad en los movimientos y los pasos de los candidatos que nos obliga a dudar de sus proyectos.
La desconfianza en las instituciones, la retórica desgastada, la palabrería costumbrista y el lenguaje repetido de cada uno de los candidatos, es lo que tiene a los mexicanos en la incertidumbre. Muchos podemos conocer funcionarios de cualquier partido, bien intencionados, muy trabajadores, incluso son nuestros amigos y eso no es suficiente para creer en todos los demás. Las barricadas que están creando las campañas y las peleas virtuales que están creando enemistades, son el muro del que no hablan y lo están elevando para no dejar pasar al pueblo.
Querer creer en uno o en otro, no quiere decir que somos “desmemoriados” quiere decir que estamos tratando de encontrarle la congruencia a las únicas opciones que se nos han presentado para elegir a un presidente. No creer en nadie es lo más razonable y lo más obvio, ningún candidato puede juzgarnos por no atrevernos a decidir.
La historia presidencial, la ambivalencia de los partidos, la incongruencia en las decisiones de los propios candidatos y la corrupción que ha sido protagonista de la política son razones suficientes para que no seamos capaces de elegir una opción de gobierno para el siguiente sexenio.
A veces, los candidatos hablan como ciudadanos y no porque se quieran poner en nuestro lugar, si no porque son ciudadanos y se resbalan quejándose de lo mismo que nosotros, luego, al darse cuenta que bajaron dos escalones, se vuelven a subir pregonando que harán el cambio que necesitamos.
En realidad, no es un cambio lo que se necesita, es la remoción de tanto parásito. Quien necesita un ajuste es el sistema y su disfunción, creado para que parezca fortalecido como una pirámide de piedra y por dentro, por debajo, lleno de agujeros por donde pasa y se permea la corrupción.
No es un presidente que sea bueno (bueno como persona) lo que se requiere para que el país funcione como debiera, es un ciudadano que sepa zurcir los hoyos y sellar los recovecos para que la riqueza no se esfume o termine de esfumarse.
Un día, alguno de los candidatos opta por hacerse el chistosito y gana seguidores, para bien o para mal. Al otro, promete lo que no se ha cumplido nunca. Cada hora cambia la percepción de todos y las encuestas ni son exactas, ni tampoco son fundamento para una decisión apropiada.
El caso es que, ni militantes ni independientes, ni los que de momento tienen su hueso en el hocico. Todos quieren cambiar el país y ninguno sabe qué le hace falta a la patria para erguirse. El pueblo sí sabe qué falta, falta que los candidatos dejen de mentir, dejen de inventar, dejen de burlarse y, sobre todo, dejen el camino libre para quienes sí quieren y sí saben ser ciudadanos de bien.
Solo un ejemplo de tantos, escribió Margarita Zavala en un tweet: “Me preocupa la incertidumbre que se está generando en torno al proceso electoral. No podemos tener un sistema en donde el engaño y la simulación sean más poderosos que la fuerza de hacer el bien”.
Exacto, no podemos tener un sistema en donde el engaño y la simulación sean más poderosos que la fuerza de hacer el bien, exacto, así. Y no es solo el tweet, es el resbalón, cuando lo ciudadano común les pega en la espinilla es cuando alzan la voz; luego de sobarse escribe: “En la contienda ahora tenemos tres candidatos de los partidos, un candidato del tribunal y una candidata de los ciudadanos” (ya se pasó del otro lado).
Es eso, no se mantienen. Ya ni hablar de todas las contradicciones en las que han caído, José Antonio Meade, Ricardo Anaya, Andrés Manuel López y muy pronto, El Bronco, ya veremos con qué broncas llega y cuántas más se le ocurren. Todo lo anterior es la razón de las peleas virtuales y los silencios entre amigos que apoyan a unos y a otros y se olvidan del respeto ciudadano.
No es que la decisión 2018 sea difícil, al contrario, es muy fácil. Nadie. La parte difícil la tienen ellos, son los candidatos quienes están complicando la vida del país. Ninguno embona en los engranes del reloj que México necesita para dar la hora exacta. Estamos en la búsqueda del presidente que México nunca ha tenido y a como pinta boleta, al menos en el próximo sexenio no lo tendremos.
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