No, no existe una imagen que dibuje con exactitud el Pueblo Mágico que recorro, no existe un dibujo que pinte la imagen que tengo de él, no hay un lugar parecido en la faz de la tierra que marque con líneas y detalles los senderos, calles y veredas que veo. Es cosa tuya el imaginarlo y suponer que no solo está en mi tiempo, que está en tu tiempo y en tus manos.
Dije que soy afortunada por tenerte como parte de mis afectos y cariños, dije que con tus pensamientos limpios y tu energía señalarías el recorrido para que yo no me perdiera en el fantástico pueblo.
Entré con una sonrisa, la primera parte se llamó larga cirugía de seis horas y que el doctor calificara como óptima/exitosa, no puede ser de otra forma su rostro me dijo la verdad. El martes 8 de marzo entregué mi cuerpo en manos de quienes se responsabilizaron de mi vida, y ellos a su vez pusieron sus manos en las del Ser Supremo, el Universo, Dios. Estoy de regreso en casa, caminando, alimentándome, siguiendo al pie de la letra las instrucciones médicas y riendo mucho, más simple que nunca.
Con todo esto, ya el ‘otro lado de la barda” se va alejando poco a poco y me voy adentrando en el recorrido; es un trayecto claro y preciso, no tiene derrumbes en los que pueda resbalar ni peñascos que deba trepar, no hay barrancas que me asusten ni peraltes que me puedan desviar. Quizá haya otra barda más adelante o alguna pequeña desviación.
Dije que vería quién soy en ese pueblo y cómo seré viviendo en él, además de conocer a los que ahí viven, los que pueden estar esperando y los que puedan llegar un día. Sigo huellas, hay pocas. Algunas muy nítidas, uniformes unas cuantas, borradas por el tiempo otras tantas, todas importantes por eso, la consigna es caminar atenta, audaz y perceptiva.
El siguiente capítulo de mi vida y los años venideros, tiene como reglamento, hacerme responsable del compromiso que tengo contigo, conmigo misma, con el parque divertido en el que no tengo ni que comprar boleto para cada atracción. Me gané la entrada jugando los números de la suerte durante cincuenta años y al final, le “pegué al gordo” ahora me toca disfrutar.
Qué alegría saber que andas de este lado también, qué gran fortuna saber que has aprendido a abrazar y a decir “te quiero” desde el fondo de las entrañas, qué gran honor sabernos en el camino; verás, lo que ha sido y será es simplemente perfecto; te recuerdo aquí nada puede ser malo ni extraño, ni débil ni dudoso, todo se llena de luz.
En este pueblo, ya lo vi, se dieron la mano muchas religiones, muchas creencias, muchas opiniones y muchos credos. Aquí nadie pelea ni discute por quién es el mejor ni el más efectivo, aquí adentro hay tantos amigos que no se conocen aún y ya se sonrieron, se han dado la mano y no saben aún cómo se llaman; es la delicia de saberse dentro de un todo, en donde todo comparte una sola misión, caminar sonriendo. Querer hacer las cosas y nunca Tener que hacerlas.
En verdad, lo veo y lo testifico, camina, no tengas miedo. ¿Yo? Te digo de nuevo, soy muy afortunada de saberte en mi tiempo, es importante que sigamos juntos.
Si te vi de éste lado, ¡estamos seguros!
Abrazo tu compañía y gracias por tus aplausos, ¡la anestesia me dejó escucharlos todos! Ahora, despierta y consciente aplaudamos juntos. Viva la vida que decidimos vivir, y seguimos….
Luisa, la de siempre, la de hoy…contigo de la mano.
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