Centroamérica en Tijuana

Hasta 2015, la población de Tijuana era de 1 696 923 habitantes, lo que es un alivio sabiendo que, solamente hay unos cientos de personas...

19 de noviembre, 2018

Hasta 2015, la población de Tijuana era de 1 696 923 habitantes, lo que es un alivio sabiendo que, solamente hay unos cientos de personas que rechazan a los migrantes hondureños sin razón ni fundamento creíble.

La misma cantidad o un poco menos, hicieron grupitos de protesta en contra de los migrantes haitianos que llegaron a Tijuana hace casi dos años. Otro reducido grupo -quizá lo mismos- protestaron en contra de los deportados y ninguno salió a protestar en contra de la separación de familias; tampoco se enteraron que, junto a los haitianos, una gran cantidad de centroamericanos silenciosos cruzaron a Estados Unidos por esta frontera.

En septiembre de 2016, hubo aquella “Marcha por la familia”, en contra de la marcha a favor de la diversidad y también, igual que ahora, solo unas cuantas personas fueron las que protestaron; quizá sean los mismos que han salido, por no tener nada mejor que hacer, a gritar consignas desgastadas en contra de lo que sea.

Lo malo de lo malo, es que los medios hacen fotografías de acercamientos para que parezca que es una multitud, imágenes que circulan por el ciberespacio hacen creer al mundo que todos los habitantes de Tijuana estamos en contra, que todos peleamos, que todos somos groseros, que todos somos lo que unos cuántos son.

Lo peor de lo malo, es que los enfrentamientos se han dado entre unas cuantas personas y esto se difunde como un todo que no es verdad. Lo peor de lo peor es que algunos de los hondureños que pasean por las calles tienen miedo, ya no de cruzar, sino de las miradas amenazantes que reciben de uno o dos vecinos.

Más de un millón seiscientos noventa y seis mil novecientos veintitrés personas vivimos en Tijuana y en las calles hay, entre todos los inconformes, enojados, maleducados, peleoneros, racistas y xenofóbicos no más de mil personas y esas mil, no son todo Tijuana.

El conflicto se agravó, en primera instancia porque las autoridades correspondientes no planearon, desde principios de octubre, acciones adecuadas para atender a los migrantes que ya estaban organizados para salir de sus lugares de origen, los gobiernos de cada estado dejaron todo en manos de la población que, de inmediato, no supo qué hacer.  La información llegaba desde que entraron a México por la fuerza, nadie hizo nada y los mexicanos leíamos noticias que anunciaban peligro, nadie detuvo los rumores, muchos los creyeron y la voz del mexicano empezaba a cobrar fuerza.

Durante el conflicto en Playas de Tijuana, alguien increpó a una mujer hondureña y le reclamó la forma en que entraron al país derribando barreras y entrando en una horda a manera de invasión. Ella, se defendió diciendo que ella ni su marido habían derribado nada, el interlocutor, con mucha calma le dijo: “Alguien empujó una puerta sin pedir permiso y todos entraron, eso quiere decir que todos derribaron la frontera” Si los gobiernos hubieran tomado acción desde ese momento para que todo marchara con orden, las cosas no habrían alcanzado los niveles que estamos viendo.

Aun cuando sean mil o dos mil personas que provoquen el caos e inciten a la violencia, no todos estamos en esa sintonía y por los pocos centroamericanos desordenados y exigentes, no se puede pensar que todos ellos son iguales.

En esta caravana hay miles de personas recorriendo el país, en el país hay miles de personas recibiéndolos. Otros miles los ven pasar, miles ayudan y unos cuantos están en contra. En esta multitud de diferencias, cada uno tiene su historia, su idea, su creencia y dentro de cada cerebro, todos tienen razón.

La historia no se cierra cuando este conflicto termine y aparentemente la calma vuelva a la ciudad o al país. El caos sigue, otras migraciones sucederán, otras invasiones, otras injusticias, otros abusos. La historia de la humanidad, en el intento por civilizarse e instalarse, ha sido siempre la misma y para el ser humano, esto ha sido siempre un conflicto, imposible tener una opinión en común si quienes se encargan del orden se olvidan de hacer su trabajo y los que poseen un cerebro se olvidan de usarlo.

 

 

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