“Cuanto más larga sea la explicación, más grande habrá sido la mentira”.
Aunque dice que no sabía, Daniel Zairick, candidato del PAN-PRD a la alcaldía de Orizaba, se defiende con mil palabras. Una persona que decide contender para cualquier puesto político, en este caso, a la alcaldía de Orizaba, tiene la obligación de cuidar con detalle y de primera mano el contenido de sus discursos, de sus ideales y creencias.
Está visto que Zairick no tiene la capacidad para representar a una comunidad, la consecuencia la pudo ver en los resultados de las pasadas elecciones. No ganó y con ello, se llevó a rastras al PAN y al PRD. Contender, solo por hecho de poder hacerlo, no garantiza un triunfo y menos, si se recarga en un texto original que no es suyo.
Daniel Zairick se adjudicó exacto el discurso del presidente de Argentina, Mauricio Macri. Insiste Daniel, que él no sabía que estaba plagiando a otro, que cuando supo, de inmediato quiso borrar de las redes el video que lo incrimina, que despidió a la empresa que le dio el texto y grabó el discurso, además dice, que tampoco sabe cuánto pagó por el ridículo, “alrededor de 10,000 pesos, no sé” dijo. Diez mil pesos que lo cremaron después de llevarlo a la urna. Perdió, o no ganó, como les gusta decir a los políticos.
Los plagios están en boga debido a la pobreza de criterio e iniciativa de los miles de políticos que quieren hueso a como dé lugar aun sabiendo la facilidad que se tiene para detectar el engaño. Ya se vio con los dos expulsados por tramposos en la disputa para ocupar el puesto de Fiscal Anticorrupción.
La semana pasada, apareció un fanático de House of Cards y, entre hacerse el chistosito nivel blogger principiante y llamar la atención, el edil tlaxcalteca Miguel Ángel Covarrubias recreó hasta el escenario de Frank Underwood, y que justamente era la intención, “atraer la atención mundial” dijo Covarrubias. Así como Daniel Zairick, Miguel Angel adoptó también, el tono y la intención de voz. Una denigrante forma de hacerse publicidad.
Las ideas no tienen dueño, es cierto, y le pertenecen a quien las toma y las hace suyas, una vez adjudicadas ya no son de nadie más. Si al menos, iniciaran su discurso apuntando que la idea de otro la quiere replicar, porque se adapta a su posición política. Un poco de ética no le hace daño a la gente y sí, la salva del ridículo.
También es cierto, estas situaciones se hacen virales dos días y se olvidan al tercero. Lo más vergonzoso, ridículo y hasta grotesco desaparece en tres días, ha de ser por eso que se atreven a exponer su incapacidad para crear.
En otro tiempo, sin internet ni redes sociales, los plagios tardaban en llegar a las instancias correspondientes para castigarlos. Eran estos, otros niveles de intelecto, en la composición de canciones o en arreglos musicales, copias que descubría el público a través de la radio o la televisión cuando una canción sonaba igual a otra, cinco notas eran suficientes para considerar un plagio a la autoría intelectual.
En la literatura era y sigue siendo más difícil, solo el autor y los ávidos lectores lo detectan. De cualquier forma, sigue siendo muy complicado el proceso de identificación para llegar a cualquier tipo de castigo o multa. Copiar y pegar sucede todos los días en internet, artículos completos con información detallada, son publicados por muchos sitios sin dar el crédito correspondiente a sus autores y ninguno tiene repercusiones, de no ser por el mismo autor que lo anote puntualmente y lo denuncie. En la política no, ahí no pasa nada, ni para bien ni para mal.
Una gran falta de profesionalismo y ética, sucede en las escuelas. Con la herramienta de internet, los maestros y estudiantes “idearon” que copiar y pegar para no pensar, era un ahorro de tiempo para aprovecharlo en banalidades. Si los maestros descubrieron que los alumnos hacían uso de este recurso vil, fue porque ellos lo usaron primero.
Así la vida de plagios sin consecuencias, están por todos lados y en todos los tiempos. Desde lo más simple hasta lo más complicado, ya sea por admiración hacia una persona o por buscar la admiración del público a través de un plagio que creyeron indetectable.
Son innumerables las canciones que se copiaron y que hicieron famoso al plagiario y no al autor original. Sin comparación en importancia, una copia soez, es la canción de Lucero Quiero (1996), la música es una copia de Putting on the Ritz (1982) cantada por Taco, que es una versión interpretada por Fred Astaire (1953) y compuesta por Irving Berlin en 1927. Lucero, copió la música y destruyó la canción con una letra simplona y tonta.
En la literatura hay casos muy sonados: académicos plagiando ensayos importantes, escritores copiando obras maestras, hasta hay un presidente que plagió su tesis. Y le llaman copia, acertadamente, a las reformas en las leyes de otros países, aunque no correspondan a la forma de vida y función del propio, como la reforma de justicia penal, que lo único que ha hecho es aumentar la actividad delictiva y criminal.
Todo sin castigo y como muestra de que, si de crear, innovar, llamar la atención y de exponer la mediocridad se trata, es fácil: ¡a plagiar se ha dicho!
Por eso estoy aquí
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