La semana pasada se publicó en un periódico de circulación nacional una nota en donde señalaba que la Secretaría de la Función Pública (SFP) utilizaba la llamada Deep Web, para garantizar el anonimato de las denuncias presentadas por actos graves de corrupción en contra de funcionarios de la administración pública federal. Para ello, de acuerdo con la nota, la Dirección General de Tecnologías de la SFP recomendaba a los denunciantes el uso de un navegador alternativo denominado TOR para el proceso de presentación de denuncias.
En este punto es muy importante conocer cómo es el funcionamiento de este navegador, y cuáles son las diferencias respecto a usar un navegador convencional, especialmente, en lo que se refiere a la protección de la identidad de los denunciantes de un delito de corrupción.
¿Qué es TOR?
TOR es el acrónimo de The Onion Router o El Enrutador Cebolla. TOR surge en los años 90 a raíz de un proyecto de la Marina de Estados Unidos para generar un instrumento de encriptación de mensajes para proteger sus comunicaciones. La referencia a la cebolla surge debido a que la principal característica de este navegador es la encriptación de los datos que van de una computadora del usuario hacia el servidor de la página que se va a visitar. Esta encriptación se da a partir de que los datos viajan por distintos servidores intermedios, en donde en cada uno de ellos se ponen y agregan candados que protegen la verificación del origen y destino de los mensajes y datos del usuario.
Gracias a su encriptado de mensajes, TOR se ha convertido en una puerta para compartir información comprometedora para gobiernos, especialmente los autoritarios, en todo aquello relacionado a cuestiones de corrupción o a denuncias de violaciones a los derechos humanos, sorteando la vigilancia y el espionaje cibernético que realizan las agencias de inteligencia de los Estados, como fue el caso durante la Primavera Árabe en 2011, o con las filtraciones de información que se han publicado en el portal Wikileaks.
Por otro lado, TOR también tiene como lado oscuro el hecho de que, al permitir evadir la vigilancia cibernética de las autoridades, también es usado para cometer diversos delitos como la venta de drogas, defraudación fiscal, tráfico de pornografía infantil, por mencionar algunos. Estos delitos normalmente se realizan vía la compartición de archivos o mensajes encriptados que no pueden viajar por la red normal, ya que se maneja en páginas que no pueden indexarse en los buscadores normales, o bien, porque forman parte de bases de datos, foros o páginas protegidas por contraseñas, lo que generalmente se conoce como la Deep Web.
¿Es TOR una herramienta infalible para combatir la corrupción?
Si bien TOR tiene una gran ventaja sobre otros navegadores más convencionales en cuanto a la protección del anonimato de un usuario, y añadir nuevos encriptados conforme el mensaje pasa de un nodo a otro en la red, varios foros y blogs relacionados al tema de las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC) señalan que dicha protección es relativa.
Por un lado, depende de que el usuario de la red tenga un cierto conocimiento sobre las opciones básicas de seguridad en la navegación web, no sólo de TOR sino de cualquier navegador convencional, a fin de eliminar los rastros que dejan computadoras y servidores durante la visita a las páginas de Internet. Es decir, el usuario debe tener un mínimo de pericia en el manejo de herramientas TIC. A ello se debe agregar que, si bien TOR puede garantizar que en el momento está cubierta la identidad del usuario de la red, si posteriormente algún informático más capacitado le dedica suficiente tiempo a analizar los lapsos en que se envían y reciben los mensajes y paquetes de datos, es posible rastrear la ubicación de la IP y computadora en la que se realiza la navegación por TOR.
En este sentido, si bien TOR puede ser una vía aceptable para la presentación de denuncias por actos de corrupción, la SFP debió ponderar los riesgos existentes para los denunciantes, debido a que el propio navegador no garantiza al 100% su anonimato, y que además, quedan expuestos a sitios de diversos delitos, o incluso, a que otros usuarios más experimentados en el navegador TOR se infiltren en la computadora del denunciante.
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