Hace unos días festejamos el Día de las Madres y seguramente la mayoría de nosotros lo hicimos en familia. No obstante, durante los 364 días restantes del año dedicamos poco o nada de tiempo a apreciar el trabajo que millones de madres de familia realizan en sus hogares, la mayoría de las veces sin ningún tipo de compensación o reconocimiento.
Las madres son el pilar de los hogares mexicanos
Conforme al INEGI, la mujer mexicana destina 50 horas semanales al trabajo del hogar, lo cual casi triplica las 18 horas de los hombres.[1]
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Fuente: Elaboración propia en base a Encuesta Nacional sobre Uso del Tiempo. INEGI.
Existen ciertos grupos poblacionales en donde las diferencias en la participación entre hombres y mujeres en las actividades del hogar se acentúan. Resaltan:
- Las parejas casadas o unidas. Entre éstas, por ejemplo, el 97% de las mujeres cocina para el hogar y sólo el 48% de los hombres lo hace.
- Los indígenas, entre los que un 95% de las mujeres cocina, frente al 45% de los hombres.
¿Cuánto vale el trabajo en los hogares?[2]
El trabajo no remunerado del hogar son todas las labores de limpieza, compras, alimentación y cuidados, cuya finalidad es satisfacer las necesidades de un hogar (propio o ajeno) sin recibir un pago a cambio. También incluye el trabajo voluntario.
- El valor económico de las labores domésticas asciende a 3 billones 303 mil millones de pesos, o alrededor de 20% del PIB. Esto significa que por cada 100 pesos que se producen en la economía, se generarían casi 20 pesos más si las actividades domésticas se pagaran.
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Fuente: Elaboración propia en base a Cuenta satélite del trabajo no remunerado de hogares México 2013
- Su valor es superior al de otras actividades económicas, como las actividades manufactureras (16.9%), el comercio (15.5%).
- Tres cuartas partes de este valor son generadas por las mujeres. No sólo las mujeres casadas realizan más trabajo que los hombres. En las familias, en promedio las hijas realizan casi 3 veces más trabajo doméstico que los hijos, lo cual señala que los estereotipos se imponen desde la infancia.
Cuando se toman en cuenta las labores del hogar en la actividad económica, resalta que las mujeres tienen una carga total de trabajo mayor a la de los hombres.
Un grupo especial: remuneraciones a medias
Además del trabajo no remunerado en los hogares, varias personas, en su inmensa mayoría mujeres, son trabajadoras en hogares ajenos a cambio de una compensación económica. Sin embargo, en éstos las condiciones laborales y las prestaciones de los trabajadores no están aseguradas.
De acuerdo a datos del INEGI, 2.3 millones de mexicanos realizan trabajos domésticos remunerados.[3] De éstos:
- 91% son mujeres
- Una tercera parte gana menos de un salario mínimo (~$70 diarios), mientras que el 57% gana de 1 a 3 salarios mínimos ($70-$210). Sólo 0.4% de los trabajadores domésticos obtiene más de $350 diarios.
- Sólo el 3% cuenta con acceso a servicios de salud.
- Sólo 8% de las y los trabajadores domésticos han superado algún grado posterior a la secundaria, mientras que el 23% no cuenta siquiera con la primaria completa.
En algunos países, se han aprobado leyes que regularizan el trabajo doméstico, imponiendo salarios mínimos, seguridad social obligatoria para los empleadores, vacaciones con goce de sueldo, pago por horas extra, derecho a agruparse en sindicatos, entre otras medidas. Esto, sin duda, es un avance para lograr el respeto de los derechos laborales y humanos de quienes trabajan en el hogar.
Sin embargo, también impone una fuerte carga sobre las familias que emplean a trabajadoras domésticas, lo cual puede resultar en el despido de una gran parte. En Brasil, donde las condiciones laborales eran similares a las mexicanas hasta 2013, cuando se aprobó una ley para regularizar el trabajo doméstico, se calcula que hasta un millón de familias debieron despedir a sus empleadas por no poder cumplir con los nuevos requisitos.[4]
México ha firmado, pero no ratificado, el Convenio 189 de la Organización Internacional del Trabajo, que promueve un “trabajo decente para los trabajadores y trabajadoras domésticos”[5]
Conclusiones
- El trabajo doméstico, con y sin remuneración, merece el reconocimiento de quienes se benefician de él. Si queremos una sociedad más equitativa, debemos comenzar desde nuestros hogares, impulsando la participación de más hombres en las actividades del hogar y dejando atrás estereotipos. De la misma manera, es necesario eliminar la discriminación hacia las y los trabajadores domésticos.
- Es fundamental reconocer los derechos laborales de las y los trabajadores domésticos que prestan sus servicios a cambio de una remuneración. Sin embargo, es necesario hacerlo en compañía de medidas que eviten los despidos en masa.
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[1] INEGI. Encuesta Nacional sobre el Uso del Tiempo 2009.
[2]http://internet.contenidos.inegi.org.mx/contenidos/productos//prod_serv/contenidos/espanol/bvinegi/productos/nueva_estruc/702825068851.pdf y http://www.inegi.org.mx/est/contenidos/proyectos/cn/tnrh/
[3] Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo. Cuarto trimestre de 2014. Consulta interactiva de datos disponible en: http://www.inegi.org.mx/est/lista_cubos/consulta.aspx?p=encue&c=4
[4] http://www.animalpolitico.com/2013/04/brasil-regulariza-el-empleo-de-diez-millones-de-empleadas-del-hogar/
[5] Documento completo: http://www.conapred.org.mx/leyes/OIT_C_189_TH_Rec201.pdf
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