La vía sueca para enfrentar la pandemia de COVID-19

Probablemente la gran mayoría de las personas tenemos una idea preconcebida de los suecos, algo así como un prototipo de disciplina ; y esa “buena...

26 de mayo, 2020

Probablemente la gran mayoría de las personas tenemos una idea preconcebida de los suecos, algo así como un prototipo de disciplina; y esa “buena fama” ha sido bien ganada con el tiempo, porque efectivamente la población sueca generalmente es precavida y rigurosa en su actuar. No obstante, el manejo por parte de las autoridades de la pandemia del COVID-19 ha sido distinta a lo esperado, sobre todo si se compara con las acciones del resto de los países escandinavos. 

 

Suecia decidió ir en contra de la tendencia mundial 

 

En 2009, durante la pandemia de la influenza H1N1, los suecos adoptaron precauciones extremas e hicieron un esfuerzo por vacunar a toda su población, logrando convertirse en el país con mayor cobertura de vacunación de todo el mundo (60%). En esta ocasión, no han adoptado lo que ahora se ha convertido en una estrategia popular de confinamiento severo en el mundo. El gobierno sueco ha implementado una estrategia un tanto opuesta, basada en su confianza hacia la ciudadanía. Ello, bajo el supuesto de que las personas son responsables y solidarias con el resto de la población. En general el gobierno sueco solo le ha recomendado a la población lavarse las manos constantemente, evitar las reuniones mayores a 50 personas, que los mayores de 70 años se queden en casa, y a trabajar desde casa a todos aquellos que puedan hacerlo. Sin embargo, ha permitido que las escuelas primarias y secundarias continúen con sus actividades normales, así como los gimnasios, bares, salones de belleza y restaurantes, instaurando así un confinamiento suave o leve. 

 

Los resultados de la vía sueca

 

Resulta interesante comparar al día de hoy los resultados que ha arrojado el enfoque sueco con restricciones mínimas, frente a los resultados de los otros países, en los cuales se han adoptado estrategias de confinamiento severas. Hasta hace unos días, las estadísticas arrojan las siguientes cifras: “En Suecia, el número de muertes por millón de habitantes a causa de coronavirus asciende a 358, de acuerdo con Statista – mayor aún al peor momento vivido en EEUU de 267. La cifra sueca es dramáticamente peor que la de sus vecinos Dinamarca (93), Finlandia (53), y Noruega (44). 

 

Aun cuando el gobierno sueco ha negado que esté utilizando la técnica de la inmunidad de rebaño, existen diversos elementos que dejan espacio para la duda. La inmunidad de rebaño consiste en un “fenómeno que ocurre cuando una alta proporción de la población contrae un virus y de esa manera desarrolla inmunidad de una enfermedad, deteniendo así la propagación de la enfermedad, e indirectamente protegiendo a todos los demás”.   

 

Ante la estrategia seguida por el gobierno sueco, el semanario inglés The Economist, en su edición del 16 de mayo, hace un cuestionamiento muy interesante: ¿la vía sueca para COVID-19 es sabia o imprudente? Y lo plantea a manera de pregunta porque a pesar de las cifras alarmantes presentadas líneas arriba, también existen algunos argumentos opuestos que atenúan la visión de que Suecia está cometiendo un grave error con su estrategia actual. 

 

“A primera vista Suecia parece estar pagando un alto costo por haber elegido esas medidas menos severas para mantener a la gente separada. Para marzo 13 había registrado 33 muertes por COVID-19 por cada 100 mil habitantes, una tasa tres veces más alta que Dinamarca y siete veces más alta que Finlandia. Aun así, la tasa de mortalidad sueca ha sido mucho más baja que la de Gran Bretaña, Francia o España. Los suecos apoyan ampliamente la vía adoptada por su gobierno, con 2/3 de su población expresando en las encuestas que su gobierno está gestionando bien la pandemia” 

 

“Jussi Sane del Instituto Finlandés de Salud y Bienestar, asegura que solo el tiempo podrá determinar si Suecia adoptó una mejor estrategia que los otros países, debido a que los costos en salud mental por el confinamiento todavía no han sido calculados”. En cambio, para el caso de Suecia, “Johan Giesecke, epidemiólogo que asesora a las autoridades suecas, estima que Estocolmo alcanzará la inmunidad de rebaño, de entre 40% y 60% en la tasa de infección requerida para detener la propagación del coronavirus, por junio. Él piensa que dentro de un año, cuando los países europeos cuenten el número de muertes, sus cifras serán similares, sin importar las medidas tomadas y las cifras de ahora. El daño económico en Suecia, sin embargo, será menor”.    

En el fondo de este debate por la estrategia utilizada por Suecia para combatir el COVID-19 también subyace otro tema muy relevante: la soberanía en la toma de decisiones. En un mundo que cada día se uniforma más en su actuar y que en general obedece a pie juntillas los dictados de los organismos internacionales como la Organización Mundial de la Salud, Banco Mundial o Fondo Monetario Internacional, Suecia se sale del compás y solo el tiempo dirá si tuvo razón, o qué estrategias son las que mejor funcionaron.

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