La pandemia de COVID-19 dejará un legado difícil de sobrellevar

Hoy en día nos encontramos en medio de la pandemia por COVID-19 y eso provoca que nuestra atención esté centrada en el aquí y ahora...

5 de mayo, 2020

Liliana Alvarado Baena

Hoy en día nos encontramos en medio de la pandemia por COVID-19 y eso provoca que nuestra atención esté centrada en el aquí y ahora. No obstante, especialistas de diversas áreas del conocimiento han comenzado a hacer análisis prospectivo tratando de inferir cómo podría ser nuestra vida cotidiana después de que esta pandemia pase. Lo que es cierto, es que nuestra vida ya no será la misma que conocimos hasta diciembre o enero de 2019 y tendremos que adaptarnos a una “nueva” normalidad.

Antonio Lorenzo, columnista español, escribió recientemente: “viviremos el resto de nuestras vidas con la cicatriz del coronavirus (…) las generaciones actuales serán las últimas en saludarse o despedirse con dos besos”. 1 Desafortunadamente, esos no son los únicos aspectos que cambiarán para siempre. Los cambios abarcarán aspectos simples de nuestra vida cotidiana que podremos adecuar en el corto plazo y de manera sencilla sin altos costos, pero también habrá otros cambios que requieren un horizonte de tiempo mayor para procesarlos y llevarlos a cabo. Aquí retomamos algunos de esos aspectos enunciados por Lorenzo en su reciente artículo:

Evitar superficies posiblemente contaminadas– Los ascensores deberán ser más espaciosos y con comandos de voz o tarjetas de uso personal para evitar el contacto con botones y ciertas superficies.

Espacios en casa– La decoración y mobiliario en el hogar tendrá que ser versátil, con un espacio adecuado para el home office y otro para el juego de los niños, y con materiales lisos y fáciles de limpiar (cabe resaltar que, en algunos casos, con el trabajo en casa se trasladan costos de luz, internet, agua e incluso limpieza del espacio de trabajo). Entre otros detalles, se debería habilitar un espacio a la entrada de la vivienda, donde la familia pueda dejar todo aquello que suponga un riesgo de contaminación, como los zapatos y cierta ropa. En Estados Unidos y Canadá este espacio es más común y se denomina un mudroom, donde las personas suelen dejar sus zapatos (sucios) botas de nieve y lluvia, mochilas de los niños, paraguas, etc.

Desencanto con las bolsas de valores. La mayor parte de los inversores –excluidos los especuladores–, mostrarán distancia de los mercados, quizá doloridos por las pérdidas, decepcionados por no haber vendido con anterioridad.

Ciberamenazas permanentes. Las amenazas cibernéticas estarán agravadas por producirse en entornos domésticos poco seguros.

Cambio hacia la movilidad privada. Millones de personas que hasta el momento se movían en metro o en autobús intentarán hacerlo con sus vehículos particulares (en caso de tenerlos) hasta que no exista una vacuna. La bicicleta y patinetes pueden aliviar parte del problema, pero solo en las pequeñas distancias.

Carnet de inmunidad. Nunca exento de polémica, los certificados de inmunidad tendrán una importancia comparable al pasaporte. Estados Unidos, España, Alemania y Reino Unido se plantean implantarlo, como ya lo hace China en determinadas regiones. Los servicios públicos tendrán un alto interés por conocer si las personas disponen de anticuerpos al virus o si aún no los tienen. Gracias a la realización de test masivos, las empresas podrán controlar si los empleados ofrecen riesgo para sus compañeros. Este tipo de herramientas crecerán cuando se confirme que las personas que han superado el coronavirus no suponen un factor de contagio para el resto.

Golpe a los eventos públicos. Las multitudes físicas dejarán de ser sinónimo de éxito. Los eventos, las conferencias, los foros… todos ellos pasarán una larga cuarentena hasta que vuelvan a ganarse la confianza de las audiencias. Los espectáculos, conciertos, deportes en directo, museos, salas de exposiciones deberán multiplicar los metros cuadrados por persona, no solo para cumplir las normativas que pudieran aprobarse, sino también para inspirar tranquilidad a los espectadores y permitir el distanciamiento social que exige la nueva situación.

Hoteles sin contacto. Las cadenas hoteleras deberán reinventarse en los próximos meses para atraer a un público que pondrá reparos a compartir buffets o guardar cola para el check-in o check-out. Todo se digitalizará, incluido la apertura de puertas con el móvil o la gestión de los turnos de desayuno de los huéspedes.

Pero sin duda, el cambio más importante será a nivel interno en cada individuo. Un cambio en la mentalidad. Vivimos un momento clave en la historia, con fuerzas en tensión, tirando en direcciones opuestas. Por un lado, fuerzas que nos llevan a crecer como sociedad. De igual forma, hay fuerzas que nos llevan en la dirección opuesta y frenan nuestro crecimiento como personas y nos hacen apáticos y pasivos. Sin duda, regresaremos a una normalidad precaria con muchas problemáticas no resueltas. Hoy debemos estar a la altura de las circunstancias para lograr un aprendizaje como sociedad.

No se trata de regresar al estado existente antes de la aparición del COVID-19. Es claro que sin un cambio de mentalidad probablemente no se logren realizar los cambios aquí enlistados.

_{Lorenzo, Antonio. Este texto reproduce fragmentos del texto de ElEconomista.es del 24 de abril de 2020, que se encuentra disponible en: https://www.eleconomista.es/sanidad/noticias/10503829/04/20/Las-30-normalidades-que-impondra-el-coronavirus-cuando-acabe-la-crisis.html}

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