El 20 de agosto de 1847, los soldados mexicanos que se retiraron de Padierna, se parapetaron en el Convento de Churubusco para presentar batalla a los invasores estadounidenses.
Cuando era yo un niño, mi padre me llevó a lo que ya era museo, y me enseñó las marcas de bayonetazos en las duelas; era la huella dejada por la desesperación de los defensores, que habían recibido balas de calibre equivocado que por lo mismo, se atoraron en sus fusiles impidiéndoles disparar.
Por eso cuando el general gringo le pidió al General Anaya que le entregara las armas y las municiones, el comandante mexicano le respondió con la celebre frase:
“Si tuviéramos parque, no estaría usted aquí”.
Han pasado 168 años desde ese episodio de nuestra historia; pero seguimos igual y peor.
Conforme se van sabiendo las condiciones en que ha sido enviado el equipo olímpico mexicano a Río de Janeiro; sin uniformes de su talla o de plano sin uniformes; sin apoyo logístico y hasta costeando sus propios gastos, no puedo menos que recordar a aquellos héroes de Churubusco que literalmente fueron lanzados a la batalla desarmados, o como si dice popularmente: “a la guerra sin fusil”.
Ahora tenemos que el presidente de la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte, es un señor que no tiene más mérito para dirigir ese organismo, que ser amigo del “preciso”; ex miembro del gabinete de Peña Nieto en Toluca y al que, por supuesto, nadie le aplicó una evaluación de capacidad ni remotamente parecida a la que se le quiere aplicar a los maestros mexicanos.
Tambien se ha sabido que el señor Alfredo Castillo Cervantes no se ha perdido la oportunidad de viajar a Río de Janeiro, con todititos los gastos más que pagados, y con su cauda de cuatachos que imbuidos de un entusiasta espíritu olímpico han sentido la irreprimible necesidad de ir a corear el nombre de México en los estadios donde compiten nuestros compatriotas para después, comer y brindar a nuestra costa.
Hasta ahora México tiene asegurada una medalla de bronce por conducto de los puños de Misael Rodríguez, que honra la tradición pugilística nacional inaugurada por Baby Arizmendi, Jose Perez Flores “Battling Shaw” y Juan Zurita, allá por los años 30.
¡Pero no todo está perdido!
Hay tres mexicanos de méritos deportivos indiscutibles, que acaban de asegurar EL ORO OLÍMPICO vitalicio, al ser nombrados por unanimidad (y sin ayuda del IFE ni del INE; sin previa licitación ni evaluación) como miembros permanentes del Comité Olímpico Mexicano; ellos son Miguel Alemán Magnani, Olegario Vázquez Aldir y Antonio Chedraui Eguía.
Estos nuevos “príncipes del deporte” aseguraron el ORO OLÍMPICO vitalicio, y se subieron a un podio del que nunca se van a bajar, porque para eso son miembros permanentes del Comité Olímpico Mexicano.
Como bien dijo Javier Solórzano: La corrupción que ha hecho de México río revuelto y tierra de nadie, se refleja inevitablemente en el deporte nacional.
No podía ser de otra forma.
Mientras escribo estas líneas, viene a mi memoria el recuerdo de Soraya Jiménez; la joven atleta que le dio a México una medalla de oro en halterofilia en las olimpiadas de Sidney 2000.
Soraya fue utilizada por los dirigentes de la CONADE y del COM; fue aprovechada por el PRI en sus patrañas electorales; fue explotada por todos los que pudieron aprovecharse de su nobleza y su ingenuidad, hasta que por fin murió prematuramente a los 34 años de edad, abandonada por otros príncipes deportivos como el actual director de la CONADE, que literalmente la dejaron morir sola…
La dejaron morir sola, como a nuestro equipo olímpico en Río de Janeiro…
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