En dias recientes, el presidente Peña Nieto invocó una cita bíblica con la tambien bíblica intención de “lavarse las manos” al estilo de Poncio Pilatos.
Dijo que “quien esté libre de corrupción en Mexicalpan de las Tunas, tire la primera piedra”.
Yo creo que en el caos brutal que vive nuestro país, ningún ciudadano espera la llegada de un presidente “blanca paloma” para que pueda tirar las muchas piedras que urge tirar para poner un hasta aquí a la corrupción generalizada.
México ha vivido demasiado tiempo sumido en la corrupción, como para que haya ingenuos que todavía esperen que de la clase política pueda salir alguien “libre de pecado”.
Para poner orden en México, no hay que estar exento de manchas ni tener un pasado impecable; lo que tenemos derecho a esperar y a recibir, es el compromiso de un líder que ame a nuestra patria, y que sea capaz de hacer un acto de contrición valiente y honesto, como primer paso para devolverle a los mexicanos la dignidad atropellada y la esperanza perdida.
Todos sabemos que Peña Nieto no solamente tiene un pasado inseparable del grupo “Atracomulco”; pero lo que nos importa, es un presente.
De la misma forma que Lázaro Cárdenas pudo romper con el Jefe Máximo Plutarco Elías Calles, Peña Nieto podría reivindicarse asumiendo el único compromiso que tiene que cumplir; su compromiso con el pueblo mexicano.
Cuando Peña Nieto decidió encarcelar a la archicorrupta Elba Esther Gordillo, debería haberse dado cuenta del clamoroso aplauso surgido entre los mexicanos que creímos ver en ese acto, ¡EL LANZAMIENTO DE ESA PRIMERA PIEDRA que nos urge tanto!
Pero muy pronto se desinfló el gusto para dejar a la vista que se había tratado de un ajuste de cuentas entre los miembros del PRImen ni tan organizado.
Todavía quedan dos años de este lamentable sexenio.
Uno de los muchos libros que no he leído es el titulado “México: La gran Esperanza”, que Peña Nieto tuvo el atrevimiento de ir a presentar a la Feria Internacional del Libro en Guadalajara, donde quedó de manifiesto que ni era el autor de ese mamotreto, ni ha leído más que, si acaso, algunos párrafos de los que parece haberse fusilado para cumplir el trámite de su tesis, para convertirse en UN LICENCIADO más, de los que abundan en demasía en nuestro pobre país.
Ni la mejor agencia de relaciones públicas puede recuperarle la imagen de oropel que le fabricaron al mexiquense para convertirlo en el primer presidente de la República forjado como galán de telenovela (reality show) de Televisa; el plumaje de la Gaviota (nuestra primera dama de utilería), tampoco puede prolongar dos años más el “colorín colorado” de un “Teatro Fantástico” en el que no hay el indispensable Cachirulo.
Lo que Peña Nieto si puede hacer todavía, es acogerse al sistema de “Expresidentes protegidos” que la mayoría de los mexicanos estaríamos encantados de aplicarle, a cambio de que TIRE LAS MUCHÍSIMAS PIEDRAS que se necesitan para hacer que la inmensa partida de ladrones enriquecidos a costa nuestra devuelva lo que se clavó.
Para encarcelar a quienes merecen ser encarcelados, no tiene que estar limpio de la corrupción que todos le conocemos.
Una vez que el Virrey Videgaray; el “niño prodigio” de la soberbia inexpugnable ha dejado la Secretaría de Hacienda con las finanzas de México hechas pedazos, a Peña Nieto solamente le queda TIRAR LA PRIMERA, LA SEGUNDA Y LAS MUCHAS OTRAS PIEDRAS que los mexicanos exigimos sean tiradas contra la bola de rateros impunes, si es que le importa en lo mínimo el papel en el que habrá de pasar a la historia nacional.
Charles Ferdinand Latrille; Conde de Lorencez, que vino a México a la cabeza de la intervención francesa que trajo a Maximiliano de Habsburgo a la aventura del llamado Segundo Imperio, citado por el historiador Francisco Bulnes, decía algo sobre los ladrones mexicanos, que bien podría servirle de inspiración a Peña Nieto:
“Los peores bandidos mexicanos, siempre que tienen la oportunidad de huir para salvar la vida, corren más rápido que las liebres; pero una vez capturados, cuando son puestos frente al pelotón de fusilamiento, se transforman y asumen actitudes de una valentía y desdén por la muerte, que pocos héroes son capaces de igualar. Algunos de ellos incluso, al pronunciar sus últimas palabras, hasta han conmovido a sus ejecutores, y han logrado que las mismas autoridades titubeen con el deseo de perdonarles la vida”.
Todos sabemos que difícilmente hay un Príista honrado; que el PRI al igual que todos los otros partidos políticos que nos asuelan, son clubes de cínicos y mercenarios, cuyo único móvil es lucrar encaramados en los cargos públicos.
No sugiero que la solución sea poner a Peña Nieto frente a un pelotón de fusilamiento para ver si así se transforma, como decía el Conde de Lorencez.
La transformación que está al alcance de quien hasta hoy se distingue por haber sido el peor presidente de toda la historia de México, es la transformación por la cual, SIN TENER QUE ESTAR LIMPIO DE CORRUPCION, podría y debería TIRAR LAS PIEDRAS de las que él mismo hablaba en su discurso de hace unos días.
Entraría a la historia de México como aquel bíblico buen ladrón que mereció ser perdonado por el último acto de su vida.
Dimas, crucificado junto a Jesucristo, alcanzó la santidad en sus últimas horas.
Peña Nieto podría alcanzar su reivindicación rompiendo con la “BANDA PRESIDENCIAL” DELICTIVA de sus secuaces del grupo ATRACOMULCO y demás pillos, para terciarse con dignidad LA BANDA PRESIDENCIAL TRICOLOR DEL ÁGUILA AZTECA que los mexicanos permitieron que ostentara, creyéndolo digno de ser presidente de México; creyendo que de verdad representaba “la gran esperanza”; creyendo que terminaría con la PRISTITUCIÓN que lo encumbro al poder.
De este hasta ahora fallido presidente depende todavía lograr que el ÁGUILA DEL ESCUDO NACIONAL DEVORE A LA INMENSA SERPIENTE DE LA CORRUPCIÓN DE LA QUE ÉL TAMBIEN VIENE, y de la que él, sin estar limpio de pecado, todavía puede liberarnos y liberarse.
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