Hace 170 años, en septiembre de 1846, fue atacada la ciudad de Monterrey por el ejército invasor de Estados Unidos.
Fue la primera batalla en la que los voluntarios irlandeses de John Riley; los San Patricios, pelearon al lado de México; pero además de aquellos héroes que se pasaron al lado mexicano al conocer la injusticia de la invasión angloamericana en nuestra contra, hubo una joven gracias cuya valentía no ha sido debidamente honrada en nuestra memoria histórica.
Se trata de María Josefa Zozaya; joven tamaulipeca que se fue con su familia a residir a Monterrey, y que durante la batalla se condujo con una valentía y un patriotismo sin paralelo en toda nuestra historia nacional.
Esta joven participó en la defensa de la ciudad como voluntaria.
Su heroísmo fue registrado puntualmente por los observadores estadounidenses que llamaron la atención del General Taylor que, mediante su lente de larga vista (telescopio), pudo presenciar la actividad febril emprendida por María Josefa Zozaya.
Lo mismo atendía a los heridos que daba órdenes o tomaba las armas personalmente para repeler los ataques.
Como dirían de ella los cronistas gringos: “se multiplicaba por las azoteas y las calles auxiliando en todo lo que podía, sin el menor cuidado por su propia seguridad y con total desprecio del peligro”.
El General Taylor dio órdenes expresas para que se cuidara especialmente la vida de la joven y además les dijo a sus ayudantes que cuando conquistaran la plaza, quería que buscaran a la valiente señorita y la invitaran a visitarlo en el que fuera su cuartel general.
Rendida la ciudad de Monterrey por órdenes del General Pedro de Ampudia, cumpliendo sus órdenes, los ayudantes del General norteamericano, se presentaron a las puertas de la casa de la familia Zozaya pidiendo entrevistarse con la señorita María Josefa.
Una vez ante ella, le pidieron que les hiciera el honor de acompañarlos al cuartel del General Taylor; a lo que la joven respondió que ella no aceptaba ordenes de ningún extranjero invasor.
Informado de la reacción de la joven, el propio General Taylor se presentó en su casa personalmente, y al tenerla ante él, le dijo lo siguiente:
“Entiendo su disgusto y su rabia mejor de lo que Usted supone. Yo tampoco celebro haber tenido que acatar mis órdenes. Debo decirle que he presenciado sus muchos actos de valentía heroica en la defensa de su ciudad, y que por ello es para mí un honor saludarla ahora”.
Siguió diciéndole el General Taylor:
“En homenaje a su valentía, he dispuesto que el Ejército Mexicano que tan valientemente ha luchado en defensa de esta ciudad, las tropas bajo mi mando, rindan honores a la bandera de México en la plaza principal de la ciudad, y que al concluir la ceremonia, los defensores se retiren hacia el interior del país, sin ser juramentados (*), con todas sus armas y municiones, a tambor batiente y con sus banderas desplegadas”.
Al compartir con Ustedes este episodio verdaderamente glorioso, creo que debe hacerse una petición formal al Congreso de la Unión, para que el nombre de Maria Josefa Zozaya sea inscrito en letras de oro en el Muro de Honor de la Cámara de Diputados, y que el Secretario de Educacion tome las medidas que sean necesarias para que la historia de la Guerra de Agresión cometida por Estados Unidos contra México entre 1836 y 1848, sea revisada, rectificada y difundida con veracidad y énfasis entre nuestros niños y jóvenes, cuyo principal alimento y el más urgente, es devolverles el orgullo por nuestra nacionalidad.
Tenemos que revisar los mitos y las mentiras propaladas en relación con ese conflicto cuyas consecuencias son totalmente desconocidas en México.
Tambien es urgente que se corrijan y desmientan las falsedades edificadas en torno a la batalla de El Alamo, en la que el Ejército Mexicano venció a los invasores estadounidenses en marzo de 1836, y cuya victoria es no solo comparable sino mucho más importante que la del 5 de mayo de 1862 en Puebla.
La revisión y rectificación histórica de ese periodo de nuestra historia, es más urgente aun, porque una de las principales conclusiones de esta revisión y rectificación, es demostrar que los mexicanos al Norte del río bravo, no somos ilegales.
Bien dijo Benito Juarez en su carta a Matías Romero, el 26 de enero de 1865, desde Chihuahua:
“Que el enemigo nos venza y nos robe, si tal es nuestro destino; pero nosotros no debemos legalizar ese atentado, entregándole voluntariamente lo que nos exige por la fuerza. Si la Francia, los Estados Unidos o cualquiera otra nación se apoderan de algún punto de nuestro territorio y por nuestra debilidad no podemos arrojarlo de él, DEJEMOS SIQUIERA VIVO NUESTRO DERECHO PARA QUE LAS GENERACIONES QUE NOS SUCEDAN LO RECOBREN. Malo sería dejarnos desarmar por una fuerza superior pero SERÍA PÉSIMO DESARMAR A NUESTROS HIJOS PRIVÁNDOLOS DE UN BUEN DERECHO, QUE MÁS VALIENTES, MÁS PATRIOTAS Y SUFRIDOS QUE NOSOTROS LO HARÍAN VALER Y SABRÍAN REIVINDICARLO ALGÚN DÍA”.
La única forma de recobrar nuestros derechos soberanos sobre California, Nuevo México y Tejas, es difundirlos entre nuestros niños y jóvenes, para que los hagan valer, los recobren y los reivindiquen.
La única forma de honrar de verdad a nuestros héroes, como María Josefa Zozaya o los mexicanos vencedores en El Alamo, Tejas, es seguir su ejemplo.
¡TODA LA PATRIA O NADA!
¡VIVA MÉXICO!
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