¿Señores o Licenciados?

Una de las primeras demostraciones de cuan frívolo era Chente Fox...

26 de agosto, 2016

Una de las primeras demostraciones de cuan frívolo era Chente Fox, es que cuando le regalaron formalmente su título de “presidente de México”, y como no le bastaba, fue volado a bolearse las botitas de charol, y luego fue corriendo a la Universidad Iberoamericana a sacarse el título de Licenciado en Administración de Empresas; como si con el papelito enmarcado se le fuera a quitar lo tonto.

Cualquiera que haya leído la constitución política de México, puede darse cuenta de que, en ninguna parte se exige que el titular del Ejecutivo Federal sea licenciado, medico, ingeniero, hijo de Harvard o bilingüe; no se le pide que haya leído cuando menos tres libros…

En ninguna fracción del artículo 82, se pide que sea profesionista con diploma de licenciatura, maestría o doctorado nacional ni de importación.

¡Ni siquiera se pide que sepa leer y escribir!

En consecuencia, nada debe sorprendernos que hayamos tenido presidentes como Fox, funcionalmente analfabetos y clínicamente idiotas; o vendepatrias con títulos “in English” como Salinas de Gortari (acogido por Wall Street al concluir su función como gerente regional de Mc’Mexico) o Zedillo (refugiado en Union Pacific en pago por desmantelar la red ferroviaria nacional).

El reciente escándalo sobre el supuesto plagio cometido por el presidente Peña Nieto en la tesis presentada para obtener su título de licenciado en derecho, es jurídicamente extemporáneo además de inocuo y hasta estúpido.

Jurídicamente, porque considerando que se recibió hace más de 20 años, cualquier sanción tanto académica como administrativa y hasta penal, ya prescribió.

Esto me recuerda el episodio de Fausto Alzati al que el populacho rebautizó como “Falsati” por ostentar un doctorado que no tenía y que además, no era necesario para ser Secretario de Educación; como tampoco es necesario saber leer y escribir para heredar las plazas de profesor y desquiciar al país a bordo de la CNTE.

Lo de la famosa tesis profesional del actual inquilino de Los Pinos, intelectualmente es irrelevante, porque da lo mismo si la escribió Peña Nieto en persona, o si “le hicieron la tarea en su casa”…

En el remoto caso de que los fariseos de la “academia” (no la de Canal 13) le quitaran el título de licenciado, ni Carmen Aristegui podría quitarle el título de presidente de México, por más que quisiera.

¿Quién no recuerda el extraordinario libro de Peña Nieto, titulado “MÉXICO LA GRAN ESPERANZA”, que mereció la aclamación unánime de la clase política, de los intelectuales y que marcó un parteaguas en la Feria Internacional del Libro en Guadalajara con motivo de su presentación?

“MÉXICO LA GRAN ESPERANZA” solamente es comparable con el “Mein Kampf” de Adolfo Hitler, y ya es obra de consulta obligada en Harvard, Yale, Stanford, la Sorbona, Heidelberg y la Universidad de Moscú, habiendo sido traducido a no sé ni cuantos idiomas incluyendo el Náhuatl, Otomí, Chichimeca, Tojolabal, Tsetzal y Tarahumara.

Si un líder de clase mundial pudo generar una obra político-literaria de esa magnitud, HABIENDO LEÍDO TAN SOLO LA BIBLIA, LA SILLA DEL ÁGUILA DE BORGES Y LA PRESIDENCIA IMPERIAL DE RICHELIEU, ¿a quién puede importarle un detalle tan tonto como que se le haya olvidado citar a uno que otro autor, en una omisión que se justifica plenamente si se considera que escribió esa tesis sobrecogido de pasión política y de su afán altruista por comenzar su lucha infatigable por la justicia, la democracia y la felicidad de México?

Y así llegamos al tema central de los LICENCIADOS y los SEÑORES.

¿De qué le sirve a México que Chente Fox haya obtenido su título de licenciado en la Iberoamericana o en el Portal de Santo Domingo?; ¿de qué nos sirvieron sus desplantes de macho con botas, cuando debajo traía su tremendo liguero con moñitos y el verdadero mariquita decepcionante no fue Francisco Labastida?

¿De qué pudo servirle a México que De la Madrid, Salinas y Zedillo sean hijos del espicalinglis, amaestrados en las universidades gringas para saber obedecer a sus amos de Estados Unidos y ser unos verdaderos prodigios en el arte de decir “yes master” y “yes master” y “yes master” y entregar al país en charola de plata como lo predijo Robert Lansing en 1925?

¡ADOLFO RUIZ CORTINES, NO ERA LICENCIADO NI MAESTRO NI DOCTOR; PERO ERA UN SEÑOR!

Un hecho histórico lo enfiló hacia la presidencia de la república en 1920.

En funciones de capitán pagador del ejército, estuvo a cargo de inventariar y recoger el tesoro nacional que Venustiano Carranza llevaba consigo en el Tren Olivo en su huida hacia Veracruz.

El General Calles rindió un parte en el que hizo notar que el joven Ruiz Cortines, pudiendo haberse adueñado de incalculables riquezas aprovechando el caos y la nula supervisión disponible, hizo un inventario exacto y completo hasta el último centavo y no se quedó con absolutamente nada.

Así fue el señor Ruiz Cortines también como presidente de México.

Nuestro pobre México esta jodido con tanto pinche licenciado que cree que el titulito es parte de su nombre. No puedo llevar la cuenta de la cantidad de veces que he oído a algún idiota al que se le pregunta SU NOMBRE, y responde de inmediato que se llama “LICENCIADO” FULANITO DE TAL…

México tiene demasiados licenciados y muy pocos señores.

En México, los que se conocían como señores, antiguamente, eran sabios sin necesidad de ser “cultitos”; eran hombres con palabra de honor que, sin necesidad de ser santos ni inmaculados, amaban a México con conciencia y consciencia.

El único título que le hace falta a quien quiera que sea presidente de México, es el título de mexicano de verdad, inseparable del de señor (o señora, en vista de los tiempos que corren).

México lleva a cuestas demasiados licenciaditos, lo que nos urge y nos hace falta, son señores.

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