¿Qué pensarían los Estados Unidos si Peña Nieto firmara un tratado de ayuda económica y militar con Rusia, y concediera bases navales a Putin en los principales puertos mexicanos del Golfo de México y del Pacífico y Mar de Cortés, aparte de instalar misiles nucleares rusos en Baja California, Sonora, Chihuahua, Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas, similares a los que Estados Unidos está instalando a las orillas de los límites de Rusia?
¿Qué tal le caería a Estados Unidos que el ejército ruso mandara “asesores” para capacitar a los soldados mexicanos en las más novedosas tácticas de combate para derrotar al narcotráfico y pacificar México liberándolo de las rampantes bandas del crimen organizado que nos azotan?
¿Qué tal le sentaría a Washington un acuerdo de colaboración binacional México-Rusia en materia de inteligencia y supervisión satelital para evitar el trasiego de drogas desde México a Estados Unidos?
¿Y qué tanta gracia les haría a los gringos que con ayuda de Rusia, México instalara una red de costa a costa a lo largo de la actual frontera binacional, para interceptar e impedir el tráfico de armas de Estados Unidos a nuestro país?
¿Qué sucedería si México dejara sin efecto la “Iniciativa Mérida” y la sustituyéramos por el “Plan Moscú”?
Creo que Estados Unidos reaccionaría bastante rápido de la misma forma que Rusia ha actuado ante la interferencia de la OTAN en Ucrania, Rumania y demás países fronterizos con Rusia.
Después de todo, somos su “backyard”… su patio trasero.
En el no tan remoto caso de que Ku Klux Trump llegue a la Casa Blanca, la colaboración entre México y Rusia sería una opción que bien convendría valorar, diseñar y en su caso, poner en marcha.
Si es difícil imaginar que Estados Unidos “le hiciera la digestión” de buena gana a la presencia rusa en México; ¿Por qué motivo puede criticarse a Vladimir Putin por su renuencia a permitir que la OTAN (es decir: los mandaderos europeos de Estados Unidos), lo acorralen hasta la indefensión?
Pensar que Rusia es un oso sin garras ni colmillos; que dejó de ser una potencia nuclear porque Boris Yeltsin bebía demasiado Vodka; considerar que Rusia dejó de ser un rival de consideración porque el Kursk se hundió en el Mar de Barents hace 15 años, y que solamente tiene “chatarra” por armamento, es un error grave de apreciación.
No es lo mismo chatarra común y corriente, que “chatarra nuclear”…
Si Estados Unidos insistiese en llevar a Rusia hasta una posición insostenible, corre el riesgo de que los rusos apliquen el mexicanísimo dicho que dice: “Jalisco nunca pierde; y cuando pierde, arrebata”.
Conquistar a Rusia militarmente no es empresa factible; basta tener en mente que su territorio se extiende a traves de once husos horarios. ¡Para dar una idea, el territorio ruso llega desde Berlín hasta Hawái, aproximadamente!
Yo no creo que Vladimir Putin tenga intención expansionista alguna para restablecer el antiguo imperio soviético a costa de Europa del Este; pero no me cabe duda que no puede permitirse el lujo de ver cómo le instalan cohetes nucleares en Ucrania, Rumania, Lituania, Letonia, Estonia y demás puntos de Europa del Este, para encadenar al “oso ruso” impunemente.
Dicho de otra forma: Ucrania, Rumania, Lituania, Letonia, Estonia, Polonia y Austria son a Rusia, lo que Baja California, Sonora, Chihuahua, Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas serian para la seguridad de los Estados Unidos.
Si el “acuerdo Peña Nieto-Putin” para una alianza estratégica México-Rusia es inimaginable desde el punto de vista de la Casa Blanca (no la de Las Lomas), la presión de la OTAN sobre Rusia es igualmente inadmisible.
A esto hay que agregar que CHINA NO SE QUEDARÍA MIRANDO cruzada de brazos, e Irán tampoco…
La Doctrina Monroe ha expresado siempre la pretensión hegemónica de Estados Unidos sobre toda América.
Japón no hizo otra cosa que copias la Doctrina Monroe en los años 30 del siglo XX, cuando echó a los colonialistas europeos de Asia.
Rusia “tambien tiene su corazoncito”, y como cualquier otra potencia, “no quiere zorros rondando su gallinero”.
Provocar a Rusia y desestabilizarla para lograr la deposición de Putin como su presidente, con el propósito de “domesticarla” y someterla a los manejos y designios de la OTAN, convirtiéndola en “San Juan de Puerto Rusia”, o transformar la antigua tierra de los zares Romanov en un “Puerto Rico” del Este, es una empresa más que riesgosa.
Equivale a jugar Ruleta Rusa con un revolver cargado con cinco de seis balas posibles…
Un albur más aventurado que el muy mexicano “águila o sol”…
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