Y cuando despertamos, Trump y las encuestas estaban allí

Una verdadera historia de terror político se consumó la madrugada del 9 de noviembre con la victoria electoral de...

15 de noviembre, 2016

Una verdadera historia de terror político se consumó la madrugada del 9 de noviembre con la victoria electoral de Donald Trump en las elecciones de Estados Unidos de América, quien sin importar su nula experiencia política, sus desplantes fascistas y misóginos, logró imponerse a la candidata demócrata Hillary Clinton.

La derrota electoral de los demócratas se suma a la necesaria jubilación del mito genial de las encuestas electorales que en lo único que han tenido consistencia en sus “papelazos” al no predecir los resultados fallidos en procesos tan trascendentales como fue el Brexit, el “no” a la paz en Colombia y la joya de la corona en las pifias de demoscopia, con el triunfo electoral de Trump.

La América racista, clasista, llena de prejuicios y con escasa o nula educación política salió a votar en masa, a favor del candidato Trump y le dio el triunfo electoral en aquellos estados donde se les vendió la idea que el Tratado de Libre Comercio les había sido negativo, provocando la pérdida de empleos y sus privilegios como raza superior. Ninguna encuesta y analista logró ver que esta parte retrograda del electorado sí logró ser movilizado a favor del candidato republicano, a quien en secreto apoyaban y ante los encuestadores decían ser políticamente correctos.

La noche del martes negro, las bolsas del mundo sufrían caídas, producto del inminente triunfo de Trump, por su parte el peso fue vapuleado y su tipo de cambio superó los 20 pesos por dólar y la especulación continuó el miércoles 9 de noviembre a lo largo del día, sin importar el mensaje del secretario de Hacienda, José Antonio Meade, el gobernador del Banco de México, Agustín Carstens y el presidente Enrique Peña, quienes aseguraron que la macroeconomía se encontraba estable, y que los vínculos comerciales con EUA son indivisibles por la integración que existe entre ambos socios comerciales.

Sin embargo, desde el 9 de noviembre hasta el 20 de enero existirá una incertidumbre y miedo generalizado en los mercados solamente para esperar la toma de posesión de Trump, y los primeros cien días de gobierno serán cruciales para vislumbrar apenas cómo será la política económica y las políticas públicas de un actor que rompió el tradicional esquema en EUA. Al no tener precedente sobre un caso similar (exceptuando los casos de gobiernos fascistas) nadie sabe a ciencia cierta qué es lo que depara el futuro inmediato en las políticas mundiales y la economía global.

Para México el panorama es muy incierto, si no es que desolador, si se cumple solo la mitad de sus disparatas promesas de campaña de Trump, en una símil con una guerra comercial, el país nunca estuvo preparado para el triunfo del republicano. Si no fueran pocos los males nacionales, ahora ante el presumible proteccionismo y populismo en EUA, se introdujo una variable que nadie quería y para la que nadie vislumbró como probable, un giro de 180 grados en la economía de libre mercado, cierre de empresas vinculadas en ambos lados de la frontera, una constante incertidumbre económica con respecto al tipo cambiario que afectará las débiles finanzas nacionales y que no se sabe a ciencia cierta cómo culminará.

Otro factor a considerar en México es sin duda que el denominado “factor Trump” estará inmerso, varios años, en la agenda nacional, además de los terribles males de la corrupción, el estancamiento económico, la deuda pública de casi el 50 por ciento del PIB, la inseguridad y nuestra total desconfianza en la clase política. Ahora el presidente electo de Estados Unidos estará presente en el discurso de oposición y de continuidad de los candidatos a la presidencia en el 2018.

Nadie quería tener un posicionamiento diplomático contra el gobierno de Estados Unidos, mucho menos tener que buscar mediar entre discursos radicales o colaboracionistas para llegar al electorado mexicano, que vivirá las consecuencias de la nueva realidad mundial debido a la llegada de Trump a la potencia económica y militar más grande de la historia de la humanidad.

La realidad mundial regresó a los debates de la guerra fría, entre abrirse al mundo en cuestiones de comercio, cultura, políticas públicas de integración, respeto de los derechos humanos o regresar a los proteccionismos, los nacionalismos a ultranza, los populismos y muchas políticas e ideologías que se creían superadas. Para nadie es un secreto que este difícil entorno político, los liderazgos caudillistas y posiciones extremistas, encuentran su caldo de cultivo y pueden escalar al poder producto de la división y la intransigencia de las partes.

La realidad mundial cambió y a nadie, salvo al “Peje” López, le acomoda el discurso confrontativo, Zavala, Osorio, Anaya, Meade, Ávila, Nuño siempre optaron por “nadar de a muertito” con respecto a la difícil vecindad con Estados Unidos. Ahora inevitablemente deberán ofrecer un posicionamiento claro, contundente, pero sobre todo, factible de realizar ante las condiciones adversas que se vivirán en los próximos años.

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