El pasado 19 de octubre la tragedia de las migraciones humanas tocaron a la puerta de nuestro país, miles de centroamericanos sin posibilidades reales de desarrollo económico y verdadera seguridad acudieron en masa para atravesar la frontera de Guatemala con México, en el puente del río Suchiate. Luego de horas de tensas negociaciones y leves enfrentamientos con la policía federal, se logró negociar un ingreso ordenado por el puente fronterizo, ya que los migrantes amenazaban con entrar de forma tumultuaria y violenta. En medio de todo este drama, Donald Trump amenazó a México y a la caravana migrante de tomar represalias por su intento de llegar a Estados Unidos de América (EUA), así como la siempre triste realidad de mexicanos que sacan su lado xenófobo ante estas catastróficas crisis humanitarias.
El irremediable fenómeno social de la migración es una característica del siglo XXI que se repite en todo el mundo. Países hundidos en la pobreza, la corrupción y la falta de oportunidades laborales provocados por el sistema capitalista, ocasionan enormes crisis humanitarias que los gobiernos locales no pueden controlar. Los migrantes centroamericanos no tienen las condiciones necesarias de subsistencia, en sus lugares de origen, además de enfrentar al crimen organizado que los utiliza como carne de cañón.
La caravana migrante enfrenta toda clase de vicisitudes y hace extensivo el reto gigantesco al gobierno mexicano de brindar apoyo y protección a miles de centroamericanos que no tienen nada para sus familias. La nación mexicana con enormes desafíos y pendientes, apenas puede brindar cierto bienestar a los connacionales, como para enfrentar la enorme carga de apoyar a los migrantes, en medio de una ola de xenofobia contra ellos. México es un país que no tiene las carencias de centroamerica, pero que no cuenta con el suficiente desarrollo de otras naciones industrializadas, para hacer frente a los rezagos de sus ciudadanos.
La crisis humanitaria parece apenas empezar, si el presidente electo, una vez tomando el poder proporciona visas de trabajo a los migrantes, lo único que desencadenará serán olas masivas de centroamericanos necesitados de fuentes de trabajo que no existen en sus países. Además de abaratar los salarios, en detrimento de los mexicanos que requieren esos ingresos; se reproducirá el mismo fenómeno económico que se vive con los mexicanos en Estados Unidos.
Muchos mexicanos son abusivos con los centroamericanos que pasan por el país rumbo a EUA, o por quienes se quedan varados en territorio nacional, al no tener más remedio que trabajar en cualquier empleo, al negarse a regresar a sus lugares de origen a padecer miserias. También varios centroamericanos tienen un resentimiento contra México, se puede constatar en las gestas deportivas de fútbol, cuando dominados por el fanatismo, han existido actos violentos en los estadios de Centroamérica. Se recuerda la crisis sanitaria provocada por la influenza estacional de la AH1N1, donde los seleccionados nacionales padecieron burlas y agresiones de los centroamericanos por este motivo. Demasiados mexicanos son xenófobos con migrantes con diferente cromática de piel, y sumamente condescendientes con extranjeros europeos y caucásicos. Este fenómeno se repite incluso entre mexicanos al buscar plazas de trabajo, donde según estudios de INEGI los mexicanos con mejor educación y una piel más clara, obtienen mejores puestos laborales que mexicanos con piel morena.
A unos días de las elecciones legislativas en EUA, esta caravana migrante cae como anillo al dedo para las propuestas demagógicas y racistas de Donald Trump y es el perfecto pretexto para sus seguidores, para mentir sobre la vulnerabilidad de sus fronteras. El manejo faccioso y falaz del peligro que representa esta caravana migrante podría dar el suficiente impulso a los republicanos para ganar ambas cámaras. El gobierno mexicano también jugó a favor de la política migratoria de EUA, pues nunca ha tenido mecanismos suficientes para controlar el tráfico de personas centroamericanas que ingresan al país sin ningún problema. En una moderna tragedia griega, los migrantes seguirán aventurándose a México, ya sea para llegar al sueño americano o simplemente para buscar mejores oportunidades laborales, y huir de la incontrolable violencia de sus países.
A la cargada agenda nacional, se le sumó esta crisis humanitaria que nadie tenía presupuestada en ningún sentido. Por más buenos deseos y apoyos que reciban los migrantes en su ingreso al país en algún momento, muchos de ellos no podrán llegar a EUA, por lo que deberán buscar instalarse en nuestro país. Lo que representará un esfuerzo extra el brindarles casa, trabajo, sanidad y protección, ya que además del rechazo de la población mexicana, podrían ser víctimas de los grupos delincuenciales, o nutrir sus filas criminales.
La actual crisis de migrantes centroamericanos será utilizada por Trump para ganar las elecciones de noviembre y podría catapultarle hasta la reelección. Una vez pasados los comicios legislativos, es probable que el presidente estadounidense se olvide del tema dejando por completo la solución del problema a México y sus insuficientes instituciones. Todo esto en medio de una increíble crispación social producto de la xenofobia existente, pero que siempre ha sido negada por los mexicanos.
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