La semana pasada, en la larga resaca de la tragedia provocada por el socavón del Paso Exprés, en la carretera México-Cuernavaca, el gobernador de Morelos, Graco Ramírez, desmintió que la construcción de un puente que permita el paso natural de agua sobre la zona siniestrada se pueda construir en solo 10 semanas como informaron autoridades de la Secretaria de Comunicaciones y Transporte (SCT), aseveró que los trabajos tardarían aproximadamente cuatro meses. Como se recordará el colapso de una vieja tubería de drenaje bajo aquel libramiento vial, provocó un socavón el pasado 12 de julio, en el que murieron de forma angustiante dos personas por asfixia dentro de su automóvil, al precipitarse al interior de la oquedad.
Las reacciones continúan multiplicándose a raíz de la enorme red de corrupción alrededor de las empresas Aldesa-Epccor, la siempre vividora HIGA, o la escandalosa OHL que al amparo del intocable Gerardo Ruiz Esparza, secretario de la SCT, no importa el tamaño de la tragedia o la balconeada en que se vean involucrados, siempre salen ilesos y con una nueva obra licitada. El capitalismo salvaje entre amigos, patrocinado por el erario de México, ya costó vidas humanas, exponenciales cantidades invertidas y perdidas (literalmente) en un socavón financiero que parece no tener fin, sin que nadie sea sancionado por estos verdaderos desfalcos y abusos por parte de las constructoras que en sus países de origen, son algo menos que mediocres en su ramo.
Es sumamente difícil seleccionar que es lo más grave en la interminable avalancha de errores, deslindes, negligencias, complicidades e impunidades que arroja la tragedia del Paso Exprés. El pasado 28 de julio, Ruiz Esparza, realizó su primera conferencia de prensa oficial (16 días después del socavón) donde se informó que el Órgano Interno de Control solicitó un peritaje de especialistas externos que auditarán el proyecto completo y por primera vez reconoció que dictámenes preliminares de peritos independientes detectaron fallas, anomalías y omisiones de funcionarios públicos y del consorcio constructor Aldesa-Epccor. El nuevo puente de 48 metros será construido por otra empresa, siendo el consorcio investigado quien pagará el costo de la nueva obra.
La inicial insensibilidad de Gerardo Ruiz Esparza con la familia de los deudos al intentar indemnizarlos con un millón de pesos quedará para la historia, además de su patético intento de deslindarse de sus responsabilidades al culpar del derrumbe a factores climáticos, pretender minimizar su negligencia al contratar al delegado estatal, José Luis Alarcón, a quien acusó de ser una “recomendación” del gobierno de Morelos, para después sacrificarlo ante la enardecida opinión pública. La actitud prepotente y retadora del titular de la SCT lo pinta de cuerpo completo cuando fue cuestionado sobre si renunciaría al ser responsable final del terrible suceso y solamente se limitó a asegurar que rinde cuentas exclusivamente al hombre que lo emplea, el presidente Enrique Peña, olvidando por completo que es un funcionario público, que debe su labor a los contribuyentes quienes pagan su ineficiencia.
La simple operación aritmética demuestra que los 2 mil millones 213 mil pesos, pagados por los 14 kilómetros del Paso Exprés, resultan en 158 millones por kilómetro, cifra estratosférica que no garantizó su adecuado funcionamiento, ni le costará el cargo al execrable titular de la SCT, quien hizo caso omiso a la carta entregada el 30 de junio en su dependencia de Morelos, por el ahora cesado ingeniero José Luis Alarcón, misiva que alertaba sobre un posible colapso del muro de contención del Paso Exprés Cuernavaca. Mucho menos le mereció un atisbo de atención los reportes de los pobladores sobre un socavón producido a lado de la carretera, ya ni mencionar los reportes de Protección Civil, la Comisión de Derechos Humanos y el hasta el presidente municipal de Cuernavaca quienes advirtieron de los enormes riesgos en la construcción y operación de una obra tan mal planificada.
El socavón terminó por derrumbar la pizca de credibilidad que le quedaba al sistema político, exhibió su total complicidad y sumisión con las depredadoras constructoras que son un poder fáctico. En los días de fiesta durante la inauguración del Paso Exprés todo mundo hacia acto de presencia, el presidente, el gobernador, el alcalde de Cuernavaca y un número incontable de funcionarios de la Comisión Nacional del Agua y de Protección Civil, que se “placeaban” por la monumental obra que prometía ser funcional, de primer mundo, publicitada hasta el hartazgo por todos los medios de comunicación electrónicos y digitales. Tres meses después en plena tragedia, todos los involucrados se escondieron o huyeron como ratas de barco inundándose para salvar el pellejo burocrático y el hueso.
Nada explica que Ruiz Esparza camine impunemente por las distintas zonas geográficas con obras licitadas a empresas cómplices, salvo la confabulación total, el insensible tráfico de influencias, el favoritismo documentado que permite a estas empresas irregulares continuar con la construcción de infraestructura del nuevo aeropuerto y empiecen con el tren México-Toluca, además de haber construido el viaducto bicentenario, con peajes realmente abusivos. Ninguna licitación a favor de estas empresas constructoras sería posible sin la corrupta complicidad del impune titular de la SCT, quien no se inmuta ante el vendaval de porquería e impunidad, ventilado a raíz de la tragedia del Paso Exprés.
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