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Se devoraron a la gallina de los huevos de oro

La carambola económica de tres bandas con la que se inició el año continúa haciendo estragos...

17 de enero, 2017

La carambola económica de tres bandas con la que se inició el año continúa haciendo estragos en la paridad del precio del dólar y la escalada de precios en los productos de la canasta básica, mientras que las metáforas presidenciales y los pactos económicos suman más aversiones que simpatías.

El problema no es que el país no requiera pactos y unidad ante el vendaval que ya empieza a sentirse, la tragedia es que el liderazgo que tiene el presidente Enrique Peña está pulverizado y ya nadie apuesta a que se recupere. Víctima de sus propios errores y omisiones, la corrupción rampante y la impunidad total, terminaron por destrozar la imagen presidencial; y de la clase política, que es presa hasta del ciber ataque en mapas del buscador más popular en el mundo, al renombrar las cámaras de diputados, el edificio del senado y la residencia oficial de “los Pinos” con motes despectivos.

Las acciones desesperadas del gobierno hicieron revivir la época ochentera priísta de los pactos económicos que se realizaban para controlar la exorbitante inflación de tres dígitos, pero ahora con circunstancias y liderazgos diametralmente opuestos, se ven destinados al fracaso. En los tiempos de Salinas y de “don” Fidel Velázquez existía un país diferente, donde había un verdadero control político y económico que podía hacer que las variables macroeconómicas contuvieran por un tiempo la escalada de precios, durante la estanflación.

La metáfora de la fábula infantil de la gallina de los huevos de oro, con la liberalización del precio de la gasolina, que utilizó el presidente Peña, fue correcta hasta cierto punto, solamente que el enfoque que pretendió darle es erróneo. Nadie en la historia del país se ha beneficiado de que México administrara la antigua paraestatal de Petróleos de México (PEMEX), salvo la clase gobernante y el vividor sindicato petrolero.

Desde los tiempos de “administrar la abundancia” del presidente José López Portillo y el denominado boom petrolero, con su consecuente devaluación cataclismica, nadie en los gobiernos priístas y la alternancia panista se preocupó por cuidar y hacer productivo a PEMEX, solamente se beneficiaron de sus recursos económicos para sus personales intereses. Al final del festín económico, en plena resaca por no tener inversión privada y estatal en nuevas refinerías, plataformas extractoras, contendores y vehículos de transporte de combustibles, se volvieron improductivos por años de olvido. Además de ser totalmente dependiente del exterior en materia energética y alimentaria, la actual crisis económica con la liberalización del precio de la gasolina, tomó al gobierno y a todos los mexicanos en total precariedad.

Se dilapidaron los 4 mil 500 millones de dólares de excedente petrolero, en los tiempos del presidente Fox, esa cuantiosa renta petrolera no se invirtió en mejorar la infraestructura de PEMEX, construir nuevas refinerías (Calderón solo cumplió construir una barda en Tula Hidalgo y gastó más de 3 mil millones de pesos) refinanciar su deuda, realizar nuevos contratos con el sector privado para la exploración y la explotación (así no hubiera reforma energética, ya se realizaban al margen contratos con privados) y sobre todo, no etiquetar los recursos para blindarlos de los gastos discrecionales de los gobiernos estatales, a donde fueron a parar los enormes recursos extraordinarios.

En una suerte de película de terror, el destino nos alcanzó y nadie quiso, o fue capaz de prepararse ante un escenario tan adverso en el mercado internacional de hidrocarburos, las clases políticas se sirvieron con la “cuchara grande” y ellos se devoraron la gallina de los huevos de oro, que se presumía era de toda la nación. No conformes, mintieron de la forma más vil, al asegurar que con la reforma energética no habría más gasolinazos como por arte de magia. Aún en plena crispación social achacan el aumento a factores internacionales, como si no supieran que el presente escenario era el más probable, ante el nulo interés de los capitales por invertir en México en materia energética.

El colmo, es el macabro juego del teléfono descompuesto del gobernador del Banco Central, Agustín Carstens, quien aseguró que la liberalización del precio de la gasolina era necesario, un escenario inevitable y que si formaba parte de la implementación de la reforma energética, que provocó los ajustes a la alza de la gasolina, por lo que era de esperarse la volatilidad el precio de los combustibles cuando se deja que esté se rija por las leyes del mercado.

Si le sumamos el hecho de que se adelantó un año el proceso de liberalización, por cálculos electoreros del PRI, para evitar que el descontento popular estallará en pleno año de la elección presidencial, se entiende porque el presidente recurre a sus metáforas, en sintonía, con su errático mandato, escasa empatía, nula autocrítica y su total insensibilidad social.

En dos días Donald Trump entrará a la presidencia de los Estados Unidos para iniciar el más surrealista y peligroso periodo de gobierno en la historia moderna. De entrada el próximo viernes negro en el mundo es seguro, de pronóstico reservado y nos tomará, con el cadáver putrefacto de eso que fue la gallina de los huevos de oro que fue saqueada y sacrificada por los creadores de la tormenta perfecta en materia de combustible en el país.

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