Corrían los tiempos previos a la campaña de 2012 y en todos los municipios gobernados por el PRI del Estado México, durante los eventos de grandes inauguraciones de obra pública, o en eventos de “relumbrón” se acuñó la máxima frase ideológica del discurso “peñista”: “somos la nueva generación de políticos” que era repetida por los tricolores mexiquenses como moderno mantra de curación y superación.
Luego del triunfo electoral y el regreso a “los Pinos” del PRI encabezado por el presidente Enrique Peña Nieto, el slogan de marca en de voz del primer mandatario se hizo generalizado, “la nueva generación de políticos” por aquí, y por allá, teniendo sus máximos exponentes los Duarte, Javier y César, y al ahora investigado Roberto Borge.
La semana pasada el dislate de #PRIennials creación “tuitera” de Rodrigo Escalante, militante de las juventudes priistas, no hubiera sido más que una tragicómica anécdota de no ser porque el pasado 12 de octubre el nefasto gobernador de Veracruz, Javier Duarte, informó en entrevista que solicitaba licencia a su cargo, 48 días antes de que finalizara su gestión gubernamental.
Su Partido Político ha regalado verdaderas “joyas” de la insensibilidad política que puede llenar varias salas de un museo dedicado al horror político. Basta recordar aquella máxima salinista de “la pobreza en México es un mito genial” del entonces secretario de Hacienda Pedro Aspe, que con la misma “peregrina” creatividad inspiró a los priistas en la siguiente campaña electoral con la idea “del nuevo PRI” de Zedillo y que fue reciclado sexenios más tarde por los “peñistas” del Estado de México para dar origen al ahora lapidario slogan de “la nueva generación de políticos”.
En los tiempos de Enrique Peña gobernador, sus entrevistas en la campaña electoral de 2012 el “sello de Marca peñista” de “la nueva generación de políticos”, se utilizó en especial alocución para Javier Duarte, quien presuntamente ya acostumbraba desviar recursos públicos desde el inicio de su mandato en Veracruz para la campaña presidencial del mexiquense. El mismo Peña en reuniones privadas, además de no pocos eventos públicos, le promovía como el ejemplo del político joven, posible presidenciable, talentoso y con dotes de estadista, que representaba a cabalidad la máxima del sexenio “peñista”.
Siguiendo esa línea política, legisladores, funcionarios, secretarios y presidentes políticos “de medio pelo” exaltaban extasiados pertenecer a “nueva generación de políticos” que encabezaba su líder Enrique Peña Nieto, que inspirados en su visión y gobierno lograrían realizar la mejor gestión histórica que México habría visto en sus tiempos modernos. Cada élite política instalada en el poder aspira a que su legado histórico sea recordado y venerado, en el caso de la “nueva generación de políticos priistas” era una obsesión. Todos los alcaldes priistas llegaron a mencionar en sus discursos, que junto con Enrique Peña, serian el mejor gobierno municipal y nacional de la historia de México.
La caída en desgracia de Duarte, por sus presuntas corruptelas, omisiones, insensibilidad política y numerosos procesos legales que enfrenta, es la carambola de tres bandas que precipita lo que quedaba en pie de ese castillo de naipes que pretendió ser el régimen priísta que trasformaría a México en un país productivo, líder mundial, eficiente y que terminó fracasando estrepitosamente al más puro estilo de Carlos Salinas. Incluso existe la posibilidad que el exgobernador con licencia, se dé a la fuga.
La agravante es que el sexenio no ha concluido y ya a nadie le sorprende que semana tras semana, todas las figuras políticas emanadas del tricolor se vean inmiscuidas en escándalos como el del senador Emilio Gamboa Patrón, quien para abordar el lujoso yate de su amigo Emilio Díaz, el helicóptero que le transportó aterrizó en una zona natural protegida llamada los Alacranes, provocando daños en la flora y fauna del arrecife, además de voltear algunos botes de pescadores quienes “balconearon” en redes sociales el bochornoso incidente.
El actual régimen paga un karma letal en que cada intento por retomar el rumbo termina por volverse en su contra en forma hilarante, el líder del PRI nacional, Enrique Ochoa Reza también fue blanco de filtraciones por su “generosa” liquidación al frente de la CFE. Asimismo en cada debate o entrevista le aplican el tener que pagar con los errores y horrores del régimen “priista”, que lo terminan caracterizando como “el Clavillazo” de la política nacional. En esa lógica le aplicó el “nunca me hagas eso” a Duarte, al suspenderle sus derechos partidistas y exigir se le investigue con todo el peso de la ley por sus presuntos malos manejos en Veracruz, pero no pudo disciplinar con él “La cosa es calmada” al nefasto ex gobernador Ulises Ruiz, quien exigió ya iniciar el proceso interno para candidato presidencial y “destapar” de paso a Osorio Chong y Antonio Meade entre otros.
La elección presidencial del 2018 es aún lejana y el PRI no está vencido, por las características propias de nuestro sistema electoral, podrían dar batalla y hasta retener la presidencia. Sin embargo, cualquier régimen no puede darse el lujo de ser exhibido y ridiculizado por sí mismo, ya que no ayuda a la mínima gobernabilidad del país. Su imagen ante sus gobernados y el mundo, que hoy como nunca antes, perciben, critican y denuncian, es que el “reyezuelo” en turno camina desnudo.
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