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“El buen periodismo, valiente, digno, responsable, honesto, no tiene sociedad alrededor... "

23 de mayo, 2017

“El buen periodismo, valiente, digno, responsable, honesto, no tiene sociedad alrededor; está solo, y eso habla también de nuestra fragilidad, porque significa que si van contra nosotros o esos periodistas y les hacen daño, no va a pasar nada” Javier Valdez

El pasado martes 16 de mayo, numerosos medios de comunicación digitales, electrónicos y algunos impresos se sumaron a la convocatoria de #NiUnoMás y #UnDíaSinPeriodismo con la misión de informar exclusivamente sobre las innumerables agresiones y crímenes contra periodistas que realizan su trabajo en condiciones de total vulnerabilidad, convirtiendo el oficio informativo en algo cercano al heroísmo diario. Es inaceptable que el ejercicio del periodismo en zonas controladas por el narcotráfico se pague con la vida, a pesar de mil discursos oficiales, anuncios de nuevos protocolos y medidas tardías, los homicidios violentos en el país, por lo general quedan en la más lastimosa impunidad.

El asesinato del prestigiado periodista Javier Valdez Cárdenas, el pasado 15 de mayo, afuera de las instalaciones de su semanario “Riodoce”, en Culiacán, Sinaloa, demuestra la total indefensión con que los profesionales de la información trabajan día a día, sobre todo en los estados del país donde no existe un verdadero Estado de derecho. Valdez Cárdenas era corresponsal del periódico La Jornada, fundó el semanario local Riodoce, era un especialista en el tema del narcotráfico, escribió varios libros sobre este fenómeno delincuencial, se subraya uno en especial sobre las dificultades para ejercer el periodismo en tiempos del narco omnipresente, llamado “Narco Periodismo”. Destaca entre sus premios obtenidos, el otorgado por la International Press Freedom Award del Comité para la Protección de Periodistas, con base en Nueva York.

Solo en lo que va del año se han asesinado a siete periodistas: Jonathan Rodríguez, Córdova, Javier Valdez, Maximino Rodríguez, Cecilio Pineda, Ricardo Monlui, Miroslava Breach y Filiberto Álvarez, y 36 en lo que va del sexenio del presidente Enrique Peña Nieto, cifras que son escalofriantes si se recuerda que en el país no existe una guerra civil como la que se libra en Siria. Es sin duda México, el peor país para ejercer el periodismo crítico y de investigación, a pesar de los llamados de Organizaciones y gobiernos internacionales, comisiones de Derechos Humanos, reuniones de los gobernadores y del presidente, marchas a la Secretaria Gobernación, las condiciones de impunidad en los crímenes contra la prensa se mantienen de forma alarmante.

A pesar de la creación de la Fiscalía Especial para la Atención de Delitos cometidos contra la Libertad de Expresión (FEADLE ), las agresiones y los asesinatos contra el gremio periodístico continúan impunemente. El fiscal, Ricardo Nájera Herrera, fue un cero a la izquierda, en su labor al frente de la FEADLE solo se lograron tres sentencias de un total de 604 investigaciones, hecho que desnuda la incapacidad de dicho funcionario impuesto desde la Procuraduría General de la República. Al relevo llegó el pasado 10 de mayo el fiscal Ricardo Sánchez Pérez del Pozo, quien deberá agilizar los trabajos de esa empantanada e inútil Fiscalía para la protección de los periodistas.

El periodismo crítico es una piedra en el zapato para cualquier régimen político, gobernante en turno, así como para el poder económico de empresas defraudadoras, pero sobre todo enerva de forma mortal al crimen organizado. No es casual que para la mayoría de las entidades de gobierno, la libertad de prensa sea de las últimas prioridades en cada sexenio, para muestra el recorte presupuestal de 38 millones de pesos asignados a la FEADLE en 2012, a 18.4 millones para el presente ejercicio fiscal.

El desprecio total a la libertad de prensa se manifiesta también con los periodistas congelados durante el sexenio, además de la indefensión diaria que enfrentan los profesionales de la información, sumado a las miles de trabas que se deben librar, para poder ejercer el periodismo. De poco sirven medidas tardías para buscar disminuir la impunidad contra las agresiones y crímenes a periodistas, los gobernadores y el presidente prometieron acciones que deberían haberse aplicado desde un principio, en cada amenaza y homicidio contra cualquier ciudadano, incluidos los reporteros.

La jornada informativa de la semana pasada ya pintaba muy negra, cuando el sábado 13 de mayo, se registró en Guerrero la detención de periodistas acreditados, por parte de un retén del narcotráfico, después que los periodistas reportearon sobre los bloqueos que se realizaron en la Tierra Caliente. Refirieron los reporteros haber sido detenidos por aproximadamente 100 menores de edad, fuertemente armados, quienes les quitaron cámaras de foto y video, computadoras, teléfonos, identificaciones, dinero y una camioneta. Desde su llegada en grupo a la zona en conflicto, fueron videograbados, fotografiados y les esperaron en un retén para ser amedrentados, encañonados para después con mucha suerte, ser liberados después de entregar todas sus pertenencias. Hasta el cierre de esta edición, en otro caso de agresión, el periodista televisivo Salvador Adame, permanecía desaparecido en Michoacán.

En los momentos más agrios y oscuros de la lucha contra el narcotráfico, muchas son las víctimas mortales de enfrentamientos y daños colaterales producto del abandono por parte de los gobiernos locales y autoridades ausentes o cómplices. Dentro de ese enorme cúmulo de víctimas, está el gremio periodístico con su labor informativa, que es el último bastión de las libertades mermadas en un Estado de derecho que se ve seriamente amenazado con claudicar ante el crimen organizado.

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