Narcoseries, el único éxito en la lucha contra el narco

El éxito monumental de las narco series es innegable...

26 de julio, 2016

El éxito monumental de las narco series es innegable, las cadenas televisoras norteamericanas y colombianas han sabido explotar el género, con diversas versiones adaptadas, de los capos más reconocidos en eso que llaman históricamente “la guerra contra el narco”. La razón de este éxito inusitado es sin duda la misma realidad del fenómeno social que se percibe en todos los aspectos de la vida nacional e internacional.

México padece este flagelo del narco, existen zonas de exclusión del Estado de derecho y se sabe de la corrupción existente alrededor de estos delincuentes. Y aún así un amplio espectro de la sociedad consume estas teleseries con gran ahínco.

Colombia a pesar de haber padecido la narco política en su máxima expresión con el “mítico” Pablo Escobar Gaviria, no apostó a ocultar esa cultura que se mimetizó en cada sector social, por el contrario, se abocó a explotar comercialmente estos temas  en el horario “prime time” de su país.

He visto varios títulos de este género y soy testigo del tratamiento que se les da a los protagonistas. Si bien se retrata un mundo de lujos, excesos, violencia, venganzas personales y sobre todo mujeres “buchonas” (aquellas que buscan relacionarse con los narcos a cambio de dinero y poder) no deja de representarse el nivel educativo básico de los narcos protagonistas así como su carácter explosivo y ególatra.

El peligro de entender estas series como apología de los narcos pasa primero por la educación de los televidentes, que por el mensaje transmitido. Aún antes de que se produjeran estas teleseries, colombianas y coproducciones México-estadounidenses, el fenómeno del narco ya existía y su apología se realizaba mediante los narcocorridos que fueron prohibidos en algunos estados y municipios donde existe un problema real de narcotráfico.

Los jóvenes humildes, con escasa educación, que entran al mundo del narco lo hacen motivados u orillados por una situación insostenible en ciudades y estados donde, tristemente, los tres niveles de gobierno están coludidos con el crimen organizado. El fenómeno cultural del narco está mucho más arraigado de lo que se quiere reconocer, y pretender esconderlo con una doble moral no ayuda a su real diagnóstico y tratamiento. No olvidemos que el consumo de drogas se da en el ambiente artístico, político, judicial además de varios estratos sociales.

Las teorías de la conspiración encuentran su paraíso en las narco series, todas esas leyendas urbanas de las probables colusiones de los políticos más polémicos con el narco son explotadas al máximo. Muchas fantasías, chismes políticos, verdades a medias, son el motor dramático de toda la trama de estas teleseries del narcotráfico. Lo que nunca se pudo demostrar en los procesos judiciales, notas periodísticas y “corrillos” políticos, se ven plasmados en las pantallas para el deleite de todos los tele espectadores que esperan con ansias como morirá el capo protagonista, o como obtendrán su merecido los demás criminales de la trama.

Las principales televisoras saben del éxito de este género de series, su importante posicionamiento en el público mexicano y aunque son producidas y trasmitidas en canales restringidos vía la televisión de paga y en un horarios cercanos a la medianoche. No por ello, dejan de tener una aceptación y seguimiento de gran éxito.  

El actor Raúl Méndez, quien participó en la serie de narcos más exitosa hasta el momento, reconoció sorprendido en una entrevista, que los mismos narcos le comentaron que les agradaba su interpretación y que ellos contaban con sus números de contacto “por cualquier cosa que él necesitara”.

La semana pasada, se sentenció a seis meses de cárcel al cantante grupero Gerardo Ortiz, por el delito de apología de la violencia en el video de su canción “Fuiste mía”, donde en una venganza pasional, asesina a su rival de amores y asfixia a su exnovia, la “encajuela” para después prender fuego al vehículo de ambos. En un contexto nacional donde los niveles educativos son paupérrimos, este tipo de mensajes pueden ser mal interpretados por las audiencias, no es fácil el tratamiento de una realidad violenta y llena de trasiego y venta de drogas. Se debe apostar a la educación de la población que a censurar este tipo de música y expresiones, por difíciles de digerir que sean.

La cultura del narco ha llevado al mismo Colegio de México a clasificar lingüísticamente más de 200 vocablos propios de las sustancias estupefacientes, y del uso del habla común de los narcos. Este tipo de jerga es ya común en las series, corridos e invade el modo de hablar en varios sectores socioeconómicos. La ficción y las fugas del “Chapo”, por decir lo menos, nos demuestran que el poder corruptor del narco y su maligno ingenio, queda muy lejos de las mejores tramas de las teleseries del género.

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