Concluye el año 2019 y con ello una extensa enumeración de pendientes preocupantes, grandes aciertos y nuevos procesos políticos para el régimen que encabeza el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO). Con niveles impensados de aceptación a la figura presidencial que contrastan con la desconfianza y el desprecio por no pocos elementos de su gabinete, entorno político y partido político, han transcurrido los meses del primer año de gobierno que prometió ser del cambio verdadero.
El logro transexenal del presidente AMLO es sin duda la firma del renovado tratado de libre comercio, el denominado T-MEC, que afianza al país en la ruta del libre comercio, su sociedad con los países desarrollados del norte del continente y la inclusión de medidas que no se contemplaban en el tratado original. La difícil negociación se logró cediendo peligrosamente en muchos aspectos en los que se tiene que mantener una vigilancia especial, pero en la época de locura y aislacionismo que domina el mundo, un tratado comercial complejo y desigual, es mejor que ninguno ante la nueva realidad antiglobalista.
El aumento del salario mínimo para los trabajadores mexicanos es de destacar ya que por más de treinta años se le condenó a estacarse en niveles paupérrimos, por lo que en lo que va del sexenio se ha incrementado en casi 40 por ciento. Esta medida consensuada con el sector privado es probable que afecte a muchas pequeñas y medianas empresas ya que no todas tienen la solvencia económica necesaria. Sin embargo, era un pendiente histórico el poder apoyar a las familias que deben subsistir con ingresos que siempre son insuficientes para una mínima calidad de vida.
Dentro de los grandes pendientes en la denominada Cuarta Transformación está sin duda el verdadero combate a la corrupción de los regímenes anteriores, si bien es cierto que las reformas constitucionales ahora permiten la revocación de mandato presidencial, se tipifican delitos graves como corrupción y evasión fiscal, el gran fracaso en la impartición de justicia se encuentra en la incapacidad y corrupción de una gran mayoría de jueces en el sistema judicial, que históricamente ha sido un feudo de poder de amiguismos y compadrazgos.
Además que los grandes casos llevados contra exfuncionarios corruptos como el calderonista Genaro García Luna o el mítico narcotraficante Joaquín Guzmán Loera, alias el “Chapo Guzmán”, se dan en el sistema judicial estadounidense, ante la incapacidad de la entonces Procuraduría, ahora Fiscalía General de la República, de sustentar un expediente con mínimas posibilidades de prosperar en los juzgados. No debe existir ni perdón ni olvido contra los funcionarios que han esquilmado al erario en beneficio de empresas y patrimonios mal habidos.
El fenómeno mundial y que es una arista del grave problema de inseguridad que vive el país, es la lastimosa epidemia de feminicidios. Manifestaciones feministas obligaron al gobierno a empezar a atender esa lacerante realidad donde cada día se conoce de casos de violencia doméstica y laboral, desapariciones, ataques impunes y asesinatos contra mujeres que pudieron prevenirse, sancionarse y sobre todo disuadirse si el sistema judicial fuera un mínimo de empático con las víctimas.
La guardia nacional creada para enfrentar de manera directa los graves delitos de extorsión, secuestro, recuperación de zonas dominadas por el crimen organizado y auxilio en labores de seguridad pública en los municipios donde sus policías están coptadas por el narco, enfrenta la difícil realidad de un número insuficiente de elementos requeridos. La emergencia nacional en materia de seguridad continúa con niveles históricos de asesinatos violentos y es el gran fracaso hasta ahora, del actual régimen político.
En los tiempos del intervencionismo y amenazas norteamericanas, encabezadas por Donald Trump, el país logró capotear los amagos de introducir aranceles a los productos mexicanos en una guerra comercial que destruiría aún más el deficiente crecimiento económico. Indirectamente y haciendo recular la política de migración del presidente AMLO, se contuvo las oleadas de migrantes que a principio de año provocaron fuertes desencuentros con Estados Unidos y sobre todo, una crisis humanitaria que no termina de subsanarse, ante la despectiva indiferencia de la mayoría de los mexicanos.
El combate al huachicol y la tragedia de Tlahuelilpan fueron momentos muy difíciles para el régimen, que supo resolver el desabasto de gasolina y hacer entender a los pobladores que se beneficiaban de robar gasolina, los peligros mortales de la actividad ilícita. Si bien PEMEX es la principal empresa productiva del país, vive momentos muy difíciles producto de la rapiña de gobiernos anteriores y sobre todo un entorno internacional que ha condenado a los precios del petróleo a mantenerse bajos. Sin olvidar el escepticismo exacerbado de las calificadoras internacionales.
Es quizás en el ámbito de la renovada esperanza donde el actual régimen ha logrado colocar sus principales activos, con el riesgo enorme que implica un estancamiento económico, la dificultad de impulsar las grandes obras de su sexenio, así como la terrible crisis de inseguridad que afecta sin distingos a los ciudadanos por igual. De no lograr un crecimiento económico y disminuir sustancialmente los índices de seguridad, el régimen morenista tendrá una caída estrepitosa en su aceptación ciudadana.
Para cerrar el año el conflicto diplomático provocado por el asilo al depuesto presidente Evo Morales, provocó que la presidenta de Bolivia, Jeanine Áñez, expulsara a la embajadora mexicana, María Teresa Mercado, luego del incidente con presuntos elementos embozados en las inmediaciones de la representación diplomática en el país sudamericano. El gobierno emanado del golpe de estado ha continuado con agrios intercambios diplomáticos con México, España y otros países latinoamericanos, luego del efímero asilo al expresidente Morales.
El gobierno de derecha que domina la nación boliviana está más enfrascado en combatir a sus detractores que en poder organizar nuevas elecciones que den certidumbre democrática al multicultural país. Un conflicto que poco beneficia a México y desgasta al cuerpo diplomático que debería atender otras batallas más importantes, en los no pocos frentes que el 2020 traerá.
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