La 4T y la crisis de los feminicidios

La entendible psicosis que provoca la crisis de feminicidios, representados en las últimas semanas por los sangrientos casos de Ingrid Escamilla, que fue desollada por...

25 de febrero, 2020

La entendible psicosis que provoca la crisis de feminicidios, representados en las últimas semanas por los sangrientos casos de Ingrid Escamilla, que fue desollada por su esposo, y el lamentable episodio de la niña Fátima, que fue sustraída de su escuela por su exvecina Giovanna para terminar abusada sexualmente y asesinada por su pareja sentimental, demuestran el alarmante nivel de descomposición social que se vive. Ante la ola de reclamos justificados de la sociedad civil, grupos feministas y la prensa, el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) ha sido incapaz de dimensionar la magnitud del problema y se ha visto especialmente insensible e irresponsable al no dar posicionamientos claros ante la exponencial situación de violencia contra las mujeres.

Cada día mueren en el país 10 mujeres, el acreditar el delito de feminicidio es casi imposible por las fallas en el sistema judicial que se pudrió con los años y que se transforma en un enemigo de las víctimas en lugar de ser un aliado. Ante el desdén presidencia, la ineficiencia histórica de las instituciones de justicia, la cultura machista preponderante y las insuficientes reformas que mitiguen la violencia contra la mujer, colectivos de feministas organizaron para el próximo 9 de marzo, un paro nacional denominado #UnDíaSinNosotras” o  “#DíaSinMujeres” para hacer visible la importancia económica, social y laboral de las mujeres en el país.  

Conforme la mujer ha debido salir a trabajar para apoyar la economía familiar, especialmente cuando son madres solteras, los peligros de sufrir acoso, violencia, violaciones y feminicidio aumentan en su acontecer diario. Viajar en transporte público, vivir en una relación de violencia intrafamiliar, padecer estigmatización de la sociedad, vivir la revictimización y la nula empatía de los Ministerios Públicos son pesadillas cotidianas que no pueden ser toleradas por ninguna civilización humana. La sociedad mexicana en su conjunto se muestra devota del patriarcado criminal que condena a las mujeres a la posibilidad real de perder la vida cada día.

El régimen morenista no alcanza a entender que ante la presente crisis de seguridad, el feminicidio y las muertes de menores de edad representan el peligro más grande de descarrilar el proyecto político que ya tiene muchos frentes abiertos y que camina con dificultades. La nula empatía y las medidas insuficientes son resultado de las crisis heredadas de regímenes pasados, pero también de la insuficiente capacidad del Estado por proteger a los sectores más vulnerables. Pretender deslindarse de un tema tan sentido y mediático es infringirse un daño del que será muy difícil reponerse y que por el contrario, los adversarios políticos han aprovechado para colgarse del movimiento feminista, en el más rancio oportunismo.

La tradición cultural machista está presente en cada aspecto de la sociedad, tienen un arraigo milenario en contra de la igualdad y la equidad de género. Aunque el presidente AMLO tenga razón en una parte de su análisis donde señala que el mercado laboral capitalista provoca más vulnerabilidad en las mujeres que deben salir a trabajar, educar a sus hijos y que se magnifica cuando son jefas de familia, el análisis de la terrible situación de violencia y crimen debe tener componentes más profundos, estudiados y finalizar en políticas públicas efectivas que reviertan la terrible situación que viven en todo el país las féminas.

Brillan por su ausencia las mujeres feministas que existen en el régimen del presidente AMLO. Es necesaria una adecuada interlocución con un movimiento que es legítimo, amplio, plural y que afecta a la mitad de la población productiva mexicana. El no saber delegar la delicada crisis de feminicidios a mujeres especialistas para una mejor estrategia, control de daños y un discurso más articulado, sentenciará al régimen como incapaz de resolver la crisis de violencia de género, además de exhibirlo insensible. 

El diagnóstico erróneo de que la violencia contra las mujeres es una parte más de la difícil crisis de seguridad que vive el país, es ser miope e ignorante del complejo problema que significan ancestrales relaciones de sumisión femeninas, aumentadas en un sistema capitalista salvaje de supervivencia.

El endurecimiento de penas, las fiscalías especiales para el feminicidios y el tratamiento del tema en libros de texto son medidas que se requieren, pero que podrían ser insuficientes ante el machismo arraigado en generaciones de mexicanos, que muy difícilmente podrán ser reeducados en valores de equidad e igualdad. Las redes sociales hierven y desnudan posiciones machistas y descalificadoras de una emergencia nacional como es el feminicidio. Las reprobaciones y estigmatizaciones provienen de todo tipo de mexicanos, sin importar su nivel académico ni estrato social, la intención de deslegitimar los peligros reales que viven las mujeres es condenarlas a un abandono cómplice mortal.

El desenlace del asesinato de la pequeña Fátima, desnuda la descomposición social que reina en el país. De comprobarse que el móvil del  crimen fue la intención de entregar a su pareja sentimental, Mario, una esclava con la finalidad de salvar la vida de las hijas de Giovanna, sacrificando a la pequeña Fátima, nos demuestra una sociedad salvaje, sin leyes ni Estado de derecho. Doña Irma, tía del presunto asesino y que al final fue quien entregó a la pareja a las autoridades, comentó que descubrió sus delitos al verlos por televisión, en una visión humanitaria, renunció a cobrar la recompensa ofrecida por la captura de los fugitivos.

El haber filtrado información sobre la salud mental de la pareja homicida fue un error más en la larga cadena de omisiones y fallas en los protocolos que no funcionaron para evitar el infanticidio. Incluso la tardía orden de aprehensión contra los presuntos culpables demuestra la debilidad institucional y la negligencia de las procuradurías de justicia. 

La magnitud del problema de los feminicidios requiere de la solidaridad  de toda la sociedad, gobierno y del Estado mexicano con los colectivos feministas, en especial con el denominado las “Brujas del mar”. Esta protesta replicará el éxito del performance mundial “El violador eres tú” del colectivo chileno “Las tesis”. Nunca más un México sin ellas.

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