La semana más negra y destructiva de la economía mundial ha dejado pérdidas históricas e increíbles debido al nuevo virus denominado Covid-19, que es una pandemia reconocida por la Organización Mundial de la Salud. Aunque las cifras de letalidad no son aún comparables con otras enfermedades históricas que han azotado a la humanidad, el desastre económico nunca había sido tan grande e impredecible, justo cuando las grandes empresas y el sistema capitalista global trataban de evitar una inminente recesión.
El microscópico virus con epicentro en Wuhan (China) se propagó en toda Asia y llegó a Europa para golpear su economía en una forma despiadada, sentenciando a la zona a una cuarentena esquizofrénica que hasta ahora no tiene un pronóstico cercano para su culminación. La importación del nuevo virus llegó al país por mexicanos que viajaron a Europa y regresaron. A pesar de ser detectados los casos y estar vigilados, no podrá evitarse la propagación de los contagios que a más tardar a final de mes, se multiplicarán en la etapa más crítica del proceso infeccioso.
El subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell (quién en realidad funge como encargado de despacho de la trascendental Secretaría) es la figura que da voz al esfuerzo del equipo científico que el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) instruyó para analizar, tomar decisiones y operar en el diario acontecer de la terrible pandemia.
Aunque AMLO delegó la responsabilidad de enfrentar la crisis de la epidemia al respetado grupo de científicos, quienes cada día ofrecen conferencias, proporcionan datos y actualizan sobre el número de contagios, las eternas contradicciones presidenciales contrastan con las recomendaciones a la población de evitar al máximo el contacto cercano. En una irresponsabilidad total, el mandatario continuó el fin de semana pasado con sus actos masivos, mientras repartía abrazos y besos ante sus simpatizantes. López-Gatell debió realizar una maroma, el pasado lunes 16 en la “mañanera”, sobre la “fuerza moral y no de contagio” que representaba el presidente, para justificar su actuar. Incluso el exsecretario de Salud calderonista, José Ángel Córdova, respaldó el actuar del actual régimen y celebró que se avanzará hacia la segunda etapa de control con el distanciamiento social.
En plena crisis epidemiológica la mezquindad política de comunicadores y no pocos personajes vividores y tóxicos de la élite derrotada, salió a relucir, al contaminar el pesado ambiente de la emergencia sin pudor alguno, convirtiendo el virus de la desinformación y del terror en el más imposible de erradicar.
En los Estados Unidos, al parecer su sistema de salud enfocado más a la usura capitalista, así como el desdén del presidente Donald Trump, provocó primero que la epidemia se extendiera de forma descontrolada. Cuando el populista Republicano decidió tomar cartas en el asunto el pasado miércoles 11 de marzo, el remedio salió más caro que la enfermedad, ya que al cancelar los vuelos desde Europa, sobre reaccionar en medidas proteccionistas, inyectar tardíamente recursos de liquidez a la economía y nunca haber reformado y sustituido el sistema de salud denominado Obama-Care, provocó que la caída al vacío de las bolsas del mundo continuaran sin ningún freno hasta el viernes 13.
Durante su segundo mensaje, Trump declaró el estado de emergencia para poder liberar 50 mil millones de dólares que requerían para que la economía norteamericana pudiera sortear el difícil escenario epidémico, que al menos logró revertir el pasado viernes 13 las caídas generalizadas del mundo bursátil. Sin embargo, el lunes 16 de marzo regresaron las caídas históricas de la bolsa de valores junto con la paridad del peso con el dólar, que llegó a rebasar los 23 pesos, cuya tormenta perfecta se completó con la caída en el precio del petróleo apenas arriba de 20 dólares.
Se llegó a especular que los presidentes Jair Bolsonaro de Brasil y Trump de EEUU podían haberse infectado del coronavirus, al darse un caso positivo en un secretario del presidente brasileño, ambos populistas de derecha informaron que sus estudios habían salido negativos.
En México existen dudas razonables sobre el verdadero número de contagios, ya se registraron algunas compras de pánico entre la población, azuzadas en una serie de desinformaciones provocadas desde muchos espacios informativos totalmente irresponsables. Destacan la falsa noticia de la muerte del empresario José Kuri Harfuch, cercano del magnate Carlos Slim, quien continuaba grave pero vivo hasta la noche del pasado domingo 15 de marzo.
Así como la acusación del presidente salvadoreño Nayib Bukele quien imputó que México enviaría un vuelo con 12 personas infectadas a su país; por su parte, el canciller Marcelo Ebrard desmintió dichas acusaciones y López-Gatell precisó que no había personas enfermas, solamente pasajeros con cubrebocas y dicho vuelo se canceló porque el país centroamericano mantenía cerrada su frontera. Otras distorsiones y noticias falsas debieron ser desmentidas por varios medios y portales informativos, en medio de la crisis de credibilidad ya destruida en redes sociales.
Al no existir un sistema de salud en el mundo que esté preparado para el brote de una pandemia de estas dimensiones, todo esfuerzo es casi una serie de prueba y error que literalmente cuesta vidas humanas. Si bien se sabe que el nuevo virus es más agresivo con los ancianos, la complejidad de una nueva cepa siempre contrae el peligro de las mutaciones y nuevos retos para entender su afecto patógeno.
Se ha informado, por parte de las autoridades de la OMS, que el panorama es complejo y que una vacuna solo será posible en un año y algunos meses más. Ante lo difícil de la situación económica mundial, la recesión parece inevitable en México. El planeta requerirá de acuerdos internacionales y cuantiosas cantidades de dinero para que se puedan revertir las caídas históricas acumuladas en la semana anterior de terror financiero, esta crisis dañará más a los pobladores del mundo en el bolsillo que por la mortalidad del nuevo virus. Por lo pronto, el agente infeccioso microscópico ya reconfiguró dramáticamente al mundo.
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