Javidú, una especie depredadora

Un taxonomista tendría una difícil tarea para definir a la rara especie endémica de Veracruz, conocida como: Javier Duarte...

25 de abril, 2017

 

Un taxonomista tendría una difícil tarea para definir a la rara especie endémica de Veracruz, conocida como: Javier Duarte de Ochoa. Los especialistas lo denominarían como un animal rapaz, o solamente una subespecie de la fauna vividora del roedores vulgaris de la clase priísta. Para los ciudadanos de a pie nos parece solamente un Macropus rufus o un canguro gigante porque se asemeja y es una “ratota”.

Este particular espécimen, caído en desgracia, deberá adaptarse a vivir en el cautiverio después de ser aprendido en territorio guatemalteco donde huyó por sus servicios prestados a otros destacados miembros de la especie “Atlacomulca” que le deben su padrinazgo y financiamiento para llegar a la cúspide de la escala evolutiva política.

El Macropus jalapeño dominaba en su hábitat natural al retener para sí mismo los recursos naturales de su entidad federativa, hurtó sobre todo los recursos económicos de varias generaciones de veracruzanos (más de 60 mil millones de pesos) siguiendo el ejemplo del marsupial bailarín de Coahuila, el “Profe” Humberto Moreira, que mamó la sabiduría de otro prócer “docente” e ideólogo de la fauna mexiquense: “el profe” Carlos Hank que acuñó para la posteridad su frase: “un político pobre, no es más que un pobre político”.

La vida del enorme marsupial veracruzano era plena y favorecía la reproducción de su especie, en especial la de su riqueza inexplicable que le llevó a crear empresas fantasmas, desviar recursos económicos de la universidad veracruzana, así como los recursos para el sector salud, permitió que el estado se convirtiera en la fosa más grande del país, además (sin escrúpulo alguno) se “jineteó” sueldos, pago de pensiones y compromisos con proveedores locales, que padecieron el fondo infinito de su bolsa marsupio y su increíble voracidad contra el patrimonio jarocho.

Después de perder su poderío de macho alfa, lomo tricolor, abdomen globoso, ante otra peligrosa especie endémica conocida como: el “zipizape jarocho” muy vulgaris de Miguel Ángel Yunes Linares, el marsupial Duarte decidió ejercitar sus patas “chichicueleteadas” para emprender la graciosa huida y no ser devorado en el ritual que el obcecado “pejelagarto” López denominó “Chivus expiatorius al precipicius”.

Por 186 días el canguro gris Duarte se camufló entre un marsupial en fuga con su hembra, con otro animal parecido al ratón Crispín que odiaba con odio jarocho a los periodistas, a quienes dejo en su indefensión total durante su dominio. Sus otrora amigos y compinches ahora lo desconocen y reniegan de aquella fraternidad de 19 gobernadores captados en aquella célebre foto del 1 de diciembre de 2012 con el jefe máximo copetón, Enrique Peña Nieto. De aquellos barros estos lodos, ya que muchos de esos machos alfa, gobernador, tricolores y amarillos, uñas largas, pecho erguido, están en fuga, presos o enfrentando procesos penales, por su gandallismo total en contra de los erarios de sus entidades federativas.

El PRIMazo Atlacomulca, descendiente de la estirpe de gobernadores alfa en la entidad mexiquense, requería para su campaña del sacrificio del marsupial jarocho para dar un golpe mediático a favor de la mermada credibilidad de la especie tricolor dominante en el territorio nacional. Por ello, a pesar de haber tenido una amistad bien documentada en canales de Twitter de la vida salvaje política, del Mazo tercero desconoció sus días de cacería de votos y conquista de conciencias, y denominó a todas esas fotos juntos, como una relación institucional y rugió extasiado al asegurar no tenía nada de qué avergonzarse ya que él no conocía, ni tenía tratos con ningún canguro, marsupial, suricato, mapache electoral o comadreja alguna.

Quizás en una rara ocasión, algún halcón de Grupo Higa le exigió recursos económicos millonarios durante su paso por Banobras, pero esas relaciones de codependencia entre especies nada tenían que ver ni con Casas Blancas ni con gaviotas en el horizonte, solo eran para ampliar carriles en una carretera de Guadalajara, ya que la licitación del tren México-Querétaro les fue revocada por el mismo rey león toluqueño despeñado.

Entendiendo el final de su linaje marsupial, el canguro Duarte “zapeado” aceptó ser llevado ante la piedra de los sacrificios mediáticos nacionales, a cambio de la supervivencia de su prole, a quien incluso se le podría permitir quedarse con todo lo robado de las arcas veracruzanas, bajo el mantra de “merezco impunidad”, pronunciado desde tierras londinenses.

En sus horas más aciagas, el otrora macho alfa veracruzano, se dio tiempo de sonreír ante las cámaras, como último acto de su voracidad y ejemplo perfecto del depredador que no pierde la esperanza de una carpeta de investigación mal integrada, o un amparo liberador, mientras espera la petición formal de extradición.

No obstante, en el corto plazo se sabe que al menos su pelaje será desollado y exhibido como trofeo para buscar ensuciar a cualquier especie política afín o de oposición, con relaciones reales o ficticias, que lleven al “sospechosismo” de una complicidad a niveles de estridencia y locura.

Todo con la finalidad de llevar votos electorales a favor de los próximos procesos electorales destinados a renovar las especies dominantes de los estados de México, Nayarit y lo que queda de Coahuila. Para que al final se acomoden las piezas del moderno “Jumanji” mexicano, interesado en elegir al nuevo rey león de la nación, que guiará a las especies a su más elevada forma de evolución o nuestra total extinción populista. 

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