El exgobernador de Michoacán, Fausto Vallejo Figueroa, logró colarse a la boleta electoral a la alcaldía de Morelia por el Partido Encuentro Social (PES) y el Partido del Trabajo (PT) a pesar de los señalamientos de corrupción y sus presuntos nexos con el narcotráfico que le costó ser separado del cargo, durante la insufrible etapa del dominio de los Caballeros Templarios. La crisis fue de tal magnitud en Michoacán, en 2014, que el gobierno de Enrique Peña Nieto debió colaborar con los grupos de autodefensas, para poder enfrentar el poder del narcotráfico en la zona. Sin importar que el hijo del exgobernador, Rodrigo Vallejo Mora, haya sido exhibido en videos junto a capos del narcotráfico, y su ex secretario de gobierno, Jesús Reyna, fuera procesado por vínculos con el narcotráfico y el crimen organizado, el polémico ex priísta contenderá para gobernar por quinta ocasión la alcaldía de Morelia.
El infierno vivido durante su gestión como gobernador es inolvidable, la indefensión de varios munícipes ante los embates, amenazas y cobro de plaza de los narcotraficantes fue una pesadilla que solamente logró momentos de tregua, cuando las autodefensas creadas por el Doctor Manuel Mireles, tuvieron que enfrentar a los grupos delincuenciales, ante la inoperancia total de las autoridades locales y estatales.
El hijo del exgobernador depuesto en 2014, Rodrigo Vallejo Mora, fue sentenciado a 11 meses de prisión por el delito de encubrimiento, cuando se reunió con Servando Gómez Martínez, alias “la Tuta”, para entregarle información del C4 de Michoacán, durante la persecución a una persona hasta la ciudad de México. Ante el juez, el hijo de Fausto Vallejo se negó a dar detalles de la reunión y alegó haber sido secuestrado y reunido con el líder de los Caballeros Templarios, a pesar de que en los videos se les observaba conviviendo de forma amable y hasta familiar. Al final pagó una multa económica y quedó libre sin mayores problemas.
El ahora candidato del PES y el PT, al municipio de Morelia, siempre se dijo un perseguido por campañas mediáticas durante su mandato como gobernador, fue caótico, con niveles de inseguridad fuera de control (que sumado a sus padecimientos hepáticos) hicieron del estado Michoacano, un verdadero infierno para sus habitantes y un paraíso del crimen para los Caballeros Templarios que hacían y deshacían a su gusto, sin que nadie pudiera controlarlos.
Después del auge de las autodefensas, su desarme y la instalación de las policías comunitarias se respiró un breve episodio de paz que desafortunadamente, fue solo un engañoso proceso que se recrudeció con el encarcelamiento de los líderes de los grupos de autodefensas. El ambiente que se vive en Michoacán es más terrible y sangriento del que se vivió en los tiempos de Fausto Vallejo y el comisionado para la Seguridad y el Desarrollo, Alfredo Castillo Cervantes, ya que el actual gobernador Silvano Aureoles Conejo, dedicó más tiempo a su frustrada aspiración presidencial, que a devolver la seguridad a una de las entidades más prosperas y atractivas turísticamente.
El estado productivo de Michoacán no merece estar dentro de las alertas de viaje del gobierno estadounidense, debido al abandonó de sus gobernantes que poco y nada hacen, por rescatar de las fauces del narcotráfico a sus habitantes que se han acostumbrado a vivir en un eterno estado de sitio. La ubicación geoestratégica de la entidad federativa debe ser recuperada por el estado mexicano, para que se impida a otros carteles dominar aún más territorios donde imponen su ley y literalmente, conviertan amplias zonas del país en estados de excepción, como lo es desde hace años la gubernatura de Tamaulipas.
Los exgobernadores Lázaro Cárdenas Batel y Leonel Godoy también contribuyeron al desastre del estado, que dio origen a la intervención militar del presidente Felipe Calderón en su sangrienta guerra contra del narcotráfico y el crimen organizado. Las condiciones para la tormenta perfecta continúan intactas, Michoacán paga un costo económico y en vidas humanas enorme, con la terrible noticia que no hay en el horizonte cercano una solución real. Si se suma la llegada, así sea por la puerta de atrás, de Fausto Vallejo a las filas del pragmatismo cómplice de Andrés Manuel López Obrador, el infierno en la entidad podría perpetuarse de forma irremediable.
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