Lejos de la vorágine de la política y las protestas feministas pasó la noticia del asilo “El refugio” en Tijuana, Baja California, donde el hacinamiento, el olvido y las condiciones precarias han provocado muertes en muchos de sus pacientes. La dolorosa realidad del asilo de ancianos trajo a la palestra la terrible realidad de miles de ancianos que son abandonados en centros que no cumplen las mínimas condiciones de salubridad para su cuidado y sustento.
La tragedia de los 250 ancianos que en su mayoría están enfermos de cáncer, con heridas agusanadas, incapacitados y mal alimentados es conocida por más de 10 años por las autoridades y por activistas de derechos humanos en Tijuana. Apenas la semana pasada que noticieros informaron de las terribles condiciones del asilo de ancianos, donde cuatro adultos mayores murieron debido a lo avanzado de sus enfermedades, las imágenes llenaron de indignación y dolor a la sociedad mexicana. Excolaboradores del asilo y el mismo encargado del albergue, el pastor Jesús Mondragón Martínez, reconocieron la difícil situación pues a este centro llevan a los ancianos que son rescatados de la situación de calle, o en algunos casos son abandonados por sus familiares.
El escaso apoyo con que cuenta la casa para ancianos por parte de las autoridades y la insuficiencia del personal voluntario hacen del lugar una trampa de muerte y locura. La visita médica cada dos meses y la condonación del pago por suministro de agua potable son notablemente insuficientes ante el drama humano que se vive.
El centro de retiro sobrevive de donaciones de ciudadanos de Tijuana y de aportaciones de iglesias estadounidenses, ya que en el lugar también existen pobladores del país vecino. En el predio habilitado como asilo han ocurrido accidentes como incendios que provocaron la muerte de ancianos y que requirieron la reconstrucción de algunas zonas del asilo.
Sobre el director Mondragón Martínez existen acusaciones de enriquecimiento al desviar los recursos recibidos para la manutención del lugar, algunos voluntarios alertaron sobre maltratos físicos a numerosos ancianos enfermos, muchos en fase terminal. La tragedia fue conocida por el presidente Andrés Manuel López Obrador quien aseguró que será atendida la emergencia humana. Pero mientras tanto sin el apoyo de todas las instancias de gobierno la población senil de ese centro del terror está condenada a la más triste de las agonías.
En México para el año 2025 habrá 14 millones de ancianos, de esa cifra un 20 por ciento no podrá contar con servicios de salud, ni con la solvencia económica necesaria para vivir de forma digna el resto de sus vidas, según informa la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición del 2012. La numeralia sobre las terribles condiciones de los adultos mayores son desoladoras, la Organización Mundial de Salud alerta que una de cada seis personas mayores de 60 años sufre algún tipo de abuso en entornos comunitarios. Dos de cada tres trabajadores de estas instituciones ha referido haber infligido malos tratos a sus pacientes. Este maltrato puede conllevar graves lesiones físicas y consecuencias psicológicas prolongadas.
El envejecimiento de la población será un problema muy serio en muchos países, se estima que la población mundial de mayores de 60 años se duplicará con creces, de 900 millones en 2015 a unos 2000 millones en 2050.
La cultura del capitalismo salvaje en conjunto con la falta de valores nacionales para valorar a los adultos mayores hace de este importante segmento poblacional, un sector altamente vulnerable. Sin mayores oportunidades de trabajo, muchos ancianos no cuentan con la seguridad social de una pensión o servicios de salud para enfermedades cuyo tratamiento es altamente costoso, o sumamente incapacitante.
La tradición mexicana no ha fomentado la cultura del ahorro y de la previsión, adultos mayores son vistos como cargas emocionales y económicas en hogares que padecen para poder llegar a fin de mes en sus gastos alimenticios y pagos de servicios. Con el avance médico y paradójicamente la automatización del trabajo, los adultos mayores se han quedado sin oportunidades laborales con la terrible ecuación que los condena al infierno en vida; su dinero ahorrado dura menos que su expectativa de vida.
La precariedad de la vida del adulto mayor en México es evidente, muchos ancianos deben trabajar con las pocas energías que les quedan vendiendo en las calles, con ingresos raquíticos que les permiten sobrevivir, en el mejor de los casos cuando sus enfermedades no les incapacitan y les condena a vivir el resto de sus días en una cama.
Culturas ancestrales tenían en los adultos mayores una forma de respeto y consejo sabio para la solución de problemas y orientación de las futuras generaciones. En México solo en las películas del cine de oro mexicano o en cintas animadas como “Coco” se muestra una veneración por los ancianos que no se reproduce en la realidad.
El país condena a los adultos mayores de 35 a 40 años al desempleo y al segregamiento, pues el mercado capitalista solo entiende de mano de obra barata y joven para continuar produciendo riqueza. La situación de los ancianos es aún peor, son verdaderos desechos de la modernidad, siendo el peor de los agravios el olvido y la condena a una muerte indigna en la mayor de las soledades y el desprecio.
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