Monreal, el Nelson del Trafalgar de López Obrador

Si muchas veces se ha afirmado que el peor enemigo de Andrés Manuel López Obrador es él mismo, en esta ocasión ya no puede quedar...

29 de agosto, 2017

Si muchas veces se ha afirmado que el peor enemigo de Andrés Manuel López Obrador es él mismo, en esta ocasión ya no puede quedar ninguna duda de ello.

La designación autoritaria de Claudia Sheinbaum como candidata de Morena al gobierno de la Ciudad de México puede terminar por ser una derrota, como las sufridas por el hasta entonces invencible emperador francés, Napoleón Bonaparte en las batallas de Trafalgar y Waterloo.

No sólo porque uno de sus más grandes, antiguos y fieles aliados, Ricardo Monreal, se pueda convertir en émulo del almirante Nelson o el Duque de Wellington y eventualmente le pueda disputar y ganar la contienda en la capital del país, sino porque esa división de fuerzas le restaría apoyos electorales considerables en la lucha por la Presidencia de la República.

Una vez más, López Obrador falla en sus cálculos, interpone sus deseos -más bien sus caprichos-, por encima de sus propios intereses, dejando ver su perfil autoritario y dictatorial.

La coyuntura se desprende de su decisión de orquestar un método de encuesta para seleccionar al candidato a jefe de gobierno de su partido, con la única intención de hacer parecer que la nominación se desprendería de la voluntad popular, cuando en la realidad eso nunca fuera cierto.

La encuesta sólo fue un montaje para encubrir algo que López Obrador ya había decidido con mucha antelación; el problema para él es que con ello no engañó a nadie.

Independientemente de que el resultado de la medición no haya sido genuino, que hubiera sido manipulado deliberadamente, el factor que no atinó a considerar era el desprendimiento de Monreal.

Teóricamente, Claudia Sheinbaum le es tan leal que si no hubiera sido postulada no se corría el riesgo de una escisión, sobre todo considerando que todo el capital político que la ampara es el de López Obrador y por tanto, sin ese respaldo no tendría, por su cuenta, ninguna posibilidad. López Obrador no quiere ni respeta el talento, solo la sumisión.

Sin embargo, el caso del exgobernador de Zacatecas es diferente; Ricardo Monreal, además de sentirse engañado tramposamente, tiene carrera política propia, a lo largo de muchos años se ha dedicado a construir bases y alianzas que le dan la oportunidad de emprender proyectos por su propia cuenta.

El mejor ejemplo de ello es la relación cordial que siempre mantuvo como jefe delegacional de la Cuauhtémoc con el actual mandatario capitalino Miguel Ángel Mancera, incluso contraviniendo la voluntad de López Obrador.

Ese simple hecho permite augurar que Mancera y Monreal puedan coincidir en la construcción de un frente para derrotar a Morena en la ciudad de México.

Después del anuncio del resultado de la encuesta y la correspondiente unción de Sheinbaum como candidata, la actitud de Monreal ha dejado ver no sólo que no acepta el mismo, sino que incluso está abierto a explorar otras opciones y ofertas.

Lo que es un hecho es que no se va a quedar de brazos cruzados, que seguramente ya está en pláticas con Mancera para constituir una alianza encabezada por el PRD y a la que indudablemente se van a sumar Movimiento Ciudadano y el Partido del Trabajo y muy probablemente, Acción Nacional.

A diferencia de López Obrador, Mancera deberá ser más pragmático y hacer a un lado las aspiraciones de Alejandra Barrales para dar paso a un frente encabezado por Monreal, que en esencia sí tendrá posibilidades reales de triunfo.

Visto desde otro contexto, se trata de una magnífica noticia para el Revolucionario Institucional, porque ante su absoluta inoperancia electoral en la ciudad de México, con una coalición de este tipo, más que el objetivo de tener un buen resultado en la capital, lo que obtendría sería un respaldo inigualable en la competencia presidencial.

Recordemos la reciente elección en el Estado de México, en donde la participación del PRD resultó definitiva para el triunfo priista, lección que es evidente que López Obrador no aprendió.

Esta inconsistencia producto de la cerrazón y la ceguera para entender los escenarios políticos, no sólo deja ver un exceso de confianza, más bien se trata de incapacidad.

Al tabasqueño se le echó a perder una brújula que por cierto ya estaba algo dañada, porque la ciudad de México es la batalla más importante para poder ganar la guerra, y ésta se circunscribe a la Presidencia de la República.

Es de esperarse que si esta teoría se confirma, hablando en términos estrictamente bélicos y militares, las bajas que Morena sufrirá en la ciudad de México aún y si consiguiera ganarla, le podrían hacer perder la Presidencia.

Lo que queda claro es que a López Obrador jamás podrá comparársele con Napoleón Bonaparte, pero en estas circunstancias tan particulares, Ricardo Monreal sí podría ser un factor que lo haga parecerse al almirante Horacio Nelson, o al Duque de Wellington en la todavía más celebre batalla de Waterloo, en la que el emperador Bonaparte terminó siendo derrotado por ambos.

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