El interés que provoca el seguimiento de los doce procesos electorales para elegir igual número de gobernadores, capta toda la atención, tanto de los habitantes de los estados donde se dirime esta competencia, como de los medios de comunicación y la clase política nacional de todos los partidos políticos.
Pero mientras este momento sucede, en otras latitudes de la geografía nacional, se van construyendo y fortaleciendo proyectos sucesorios estatales, que de igual manera resultan muy interesantes.
Si bien es cierto que por las fechas estos otros procesos de selección interna todavía no cobran toda la notoriedad que pudiera esperarse, no por ello resultan menos intrascendentes.
Incluso porque al estar en la etapa de la definición, después de los comicios del año en curso, se convertirán indudablemente en el tema de mayor discusión.
Tal es el caso de la situación prevaleciente en Yucatán, en donde los comicios para elegir al próximo gobernador se llevarán al cabo en el 2018 en coincidencia con el de Presidente de la República.
En Yucatán, gracias al ambiente democrático que impera, nada se puede dar por descartado o por descontado con anticipación, los pronósticos son sólo una referencia que independientemente de la lejanía de la fecha no determinan un resultado; Por ello resulta obligatorio considerar la situación de cada una de las dos fuerzas políticas preponderantes.
En el Partido Acción Nacional son dos los aspirantes con posibilidades reales de alcanzar la postulación: Raúl Paz y Mauricio Vila, y si llegara a surgir un tercero será solamente un acompañante.
Raúl Paz, en su calidad de diputado local y presidente estatal del partido, y Mauricio Vila, como alcalde de Mérida, la ciudad capital, concentran entre ambos el mayor número de simpatías, por lo que la lógica basada en los antecedentes previos sugiere que entre ellos habrá un acuerdo anticipado para evitar confrontaciones que los debiliten.
Ya sea para que Paz sea candidato a gobernador y Vila para la reelección al ayuntamiento o viceversa, esta coyuntura no tendrá que definirse sino hasta que el tiempo obligue a ello, porque está comprobado que en Yucatán el PAN obtiene sus mejores resultados con base en las situaciones, más que a la eventual popularidad de sus candidatos.
En el bando priísta la circunstancia es diferente, no sólo porque en ese partido convive un mayor número de aspirantes, sino por la forma en que se dirime la postulación.
En este caso habrá que partir de la base que los dos grandes factores de determinación, el gobernador Rolando Zapata y el senador Emilio Gamboa Patrón, sostienen una tersa relación de acuerdo político, que de igual forma hace suponer que llegado el momento privilegiarán una postulación unánime.
La posición de influencia de la ex gobernadora Ivonne Ortega ya no alcanza para terciar en la discusión, en todo caso su participación se limitara a acompañar lo que se pacte entre los dos grandes equilibrios.
Desde esa perspectiva, se puede anticipar que Jorge Carlos Ramírez Marín, a pesar de sus excelentes relaciones en el centro del país, sería el que menos probabilidades tiene de hacerse de la candidatura, tanto por la falta de apoyo de quienes deciden, como por su escaso nivel de competencia.
Si a eso le sumamos que se puede establecer que Pablo Gamboa Miner, actualmente diputado federal e hijo del senador Gamboa Patrón será el mismo candidato al senado y no a gobernador, la lista se va haciendo más pequeña.
Pablo Gamboa no participará en esta oportunidad por estrategia de tiempos, pero es evidente que quien resulte beneficiado con el acuerdo para la postulación, tendrá que garantizar como condición, que Pablo Gamboa será el ungido para la elección de 2024.
Ese es precisamente el problema que enfrenta quien se podría pensar sería en este momento el candidato idóneo: el diputado federal Felipe Cervera, porque el asunto es que aún y cuando no se le puede regatear que representa una garantía como candidato ganador, el asunto es si Emilio Gamboa va confiar en él para el proyecto que se relaciona con su propio hijo.
No estamos hablando del establecimiento de un pacto, sino que incluso este ni siquiera se llegue a plantear con Felipe Cervera como garante del mismo, lo cual significa un elemento negativo para su causa.
Esto conlleva que tanto Liborio Vidal como Mauricio Sahuí tengan una extraordinaria ventana de oportunidad porque tanto el diputado federal como el Secretario de Desarrollo Social del Gobierno del Estado, respectivamente, no tendrían el menor empacho en suscribir un acuerdo de esa magnitud y respetarlo.
De hecho desde este momento se observa claramente que ambos están ya inmersos en construir sus plataformas, aunque es evidente que Mauricio Sahuí lleva ventaja en ello.
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