Mi decisión no está tomada: José Narro

Las proyecciones, pero sobre todo el ánimo social reinante en casi toda la geografía nacional...

28 de febrero, 2017

Las proyecciones, pero sobre todo el ánimo social reinante en casi toda la geografía nacional, llevó irremediablemente al presidente Peña Nieto a reconocer desde hace varios meses, al menos en la intimidad de su despacho en Los Pinos, la gran posibilidad de que su partido no podrá retener el poder en la siguiente elección.

El asunto es que esos mismos pronósticos, sustentados tanto en números como en percepciones, le representan la certeza de los dos peores escenarios posibles: la derrota del Revolucionario Institucional en 2018 y en contraparte un eventual triunfo de Andrés Manuel López Obrador.

Ante esta disyuntiva, los escenarios de acción se le redujeron a un margen de maniobra muy estrecho, tanto en la consideración del tiempo restante para los comicios, como en la viabilidad de llevar al cabo una estrategia para contrarrestar la imagen negativa de su gobierno.

Determinar en simultáneo quienes podrían ser los aspirantes presidenciales de su partido, que por lo menos consiguieran ser competitivos, y finalmente cuál tendría que ser la actitud oficial respecto de López Obrador.

En todos los casos de análisis el resultado fue el mismo, no hay tiempo para modificar situaciones políticas y conductas que reposicionen al PRI, toda vez que como marca está completamente agotada.

Por otro lado, adoptar una posición contraria a López Obrador, sólo terminaría por victimizar más al tabasqueño, quien ha sabido aprovechar perfectamente esa condición.

Como conclusión del diagnóstico, entendiendo las enormes limitaciones operacionales, la única alternativa sino viable al menos digna de intentarse, tendrá que implicar la destrucción total del paradigma tradicional priista.

Sobre todo si tomamos en cuenta que el precandidato de su partido mejor evaluado en los sondeos es el secretario de Gobernación Miguel Ángel Osorio Chong, porque eso sólo le alcanzaría para ocupar el tercer lugar en la votación.

Por lo tanto, materialmente con todo por perder y nada que ganar, sólo restaba hacer algo fuera de lo común, aun y cuando eso fuera completamente opuesto a las normas de la legendaria ortodoxia priista.

Desde esta perspectiva, el primer intento en ese sentido, fue promover a José Antonio Meade, en ese momento recién nombrado secretario de Hacienda, como precandidato presidencial.

Partiendo de la base de que Meade reunía una serie de características muy favorables para convertirlo en un candidato, si bien fuera de lo común, con grandes expectativas de crecimiento, sobre todo con el uso de las herramientas publicitarias adecuadas.

De hecho, desde que su nombre se puso sobre la mesa, se observó una corriente positiva en su favor, que fue ganando adhesiones que hacían vislumbrar que la intención era la correcta.

Sin embargo, el anuncio del gasolinazo en los primeros días del año y los subsecuentes efectos negativos que causó en el ánimo social, limitan mucho esa posibilidad.  

A pesar de esta circunstancia, permanece la idea de que la estrategia es la adecuada, y que en todo caso ante la eventualidad de los hechos recientes, lo que procedía era acompañar a Meade, con otro elemento de similares atributos.

Esto derivó en que el secretario de Salud, José Narro Robles, fuera incluido en la lista, razón por la cual desde hace unos días se menciona con insistencia, que el doctor Narro es oficialmente aspirante a la postulación.

José Narro es sin duda un profesional muy destacado en los diversos campos en los que se ha desempeñado, fundamentalmente en el sector académico y de la salud.

Le precede una imagen de eficiencia, pero sobre todo de honorabilidad, en sus antecedentes, no existe un solo argumento en su contra relacionado con algún escandalo personal o de corrupción.

Además de ello hay que ponderar su vasta experiencia, moderación, sus buenas maneras y actitudes, un talante personal que incluso a pesar de su seriedad, genera simpatía.

No cabe duda que en otras condiciones, José Narro no sólo podría llegar a ser un muy buen candidato, seguramente también un excelente presidente; lamentablemente, esa valoración no parece ser suficiente, porque aun y cuando todos sus atributos individuales le otorgan un margen bastante amplio y favorable, el problema infranqueable que tendría que afrontar sería precisamente ser candidato de un partido, que hoy es el que genera el mayor rechazo.

Suponiendo que desde Los Pinos se valora la posibilidad desde un punto de vista literalmente de contingencia, no se puede descartar que el doctor Narro pueda terminar siendo nominado a la Presidencia.

Al menos él mismo no lo ha negado, ante pregunta expresa en un programa radiofónico, su respuesta a pesar de parecer ambigua conlleva un método de lenguaje que en el priismo es una aceptación tácita: “Mi decisión aún no está tomada, habrá que esperar los tiempos”.

Comentarios






Más de categoría

La campaña de Anaya herida de muerte

La reciente difusión del video donde José, el hermano de Manuel Barreiro, el empresario queretano presuntamente...

junio 12, 2018

La secta Lopezobradorista

En esta campaña presidencial, mucho más que en las dos en las que compitió anteriormente, Andrés Manuel López Obrador...

mayo 8, 2018

AMLO amenaza con el tigre, pero el esta despertando al León

Uno de los elementos que han caracterizado de manera particular la propuesta de campaña de Andrés Manuel López Obrador,...

mayo 1, 2018

Lo que definió el debate

Aunque se puede decir que el primer debate presidencial del pasado domingo quedó a deber

abril 24, 2018