CARTAS A TORA CLXVII

Querida Tora: Hace unos días empecé a notar que a la puerta del Seguro Vecinal se formaba una cola, que fue creciendo todos los días...

14 de febrero, 2020

Querida Tora:

 Hace unos días empecé a notar que a la puerta del Seguro Vecinal se formaba una cola, que fue creciendo todos los días. Hasta que, al fin, la semana pasada llegó hasta la calle. Casi todos los vecinos se pasaban el día entero en la cola, esperando que los atendieran. Como supondrás, la cosa me intrigó mucho. Y me lancé a averiguar qué pasaba.

Primero: la enfermera los hacía pasar a cuentagotas. Y casi todos salían enojados. Segundo: el portero no se dejaba ver. Y cuando los vecinos lo fueron  a enfrentar, mandó a uno de sus guaruras a decir que no era culpa suya, que la culpa era de los proveedores, que escondían las medicinas para perjudicarlo. ¿Pero sabes cuáles eran las medicinas? ¡Hojas de ruda! Sí, porque lo único que hace la enfermera es poner a los enfermos chiquiadores de ruda, sea para una diarrea o para un hueso roto. Y resulta que se le había acabado la ruda, y el portero le prohibió comprarla en cualquier lado, porque él se iba a encargar personalmente del suministro de medicinas al Seguro.

Después de mucho alegar, los vecinos acordaron darle un plazo para comprar la ruda, porque ellos pagaban su cuota al Seguro puntualmente, y exigían que se les atendiera debidamente. (Aquí, entre nos, te diré que los chiquiadores no les hacen nada; pero ellos se sienten aliviados en cuanto se los ponen). Y todos los días iban a preguntar qué pasaba; y una vez hasta le armaron al portero una manifestación en el patio, con carteles y discursos incendiarios (que no servían de gran cosa, pero ellos se quedaron muy contentos).

Por fin, el miércoles pasado le llevaron a la señora del 18, que apenas podía respirar y amenazaba con morirse en cualquier momento. Esa vez sí salió el portero, y prometió que esa misma tarde llegarían las medicinas. La del 18 concedió una tregua y empezó a respirar normalmente, pero pidió a los vecinos que no salieron hasta que vieran llegar las medicinas.

Y sí, como a las seis de la tarde llegó un mensajero con un paquetito misteriosamente envuelto, que llevó a la enfermería. Todos los vecinos corrieron allí y empezaron a tocar la puerta con frenesí, pidiendo atención. El portero apareció personalmente y dijo que no se impacientaran, que todos serían atendidos, así les dieran las doce de la noche o las tres de la madrugada. Y empezó el desfile de enfermos.

Pronto hubo protestas, porque las hojas de ruda son verdes, y lo que les estaban poniendo era una cosa amarilla que les inspiraba desconfianza. Y allá corrieron a la portería, a acusar al portero de engañarlos. Pero el portero salió, muy digno y con cara de mártir, y dijo que sí, que las hojas tenían color diferente, pero era porque se trataba de ruda importada de Kamchatka; que los proveedores habituales de la planta, por perjudicarlo, no le habían  querido vender a ningún precio, y que no le quedó más remedio que comprarla en el mercado internacional de medicamentos y que, por consiguiente, la cuota del Seguro Vecinal se iba a incrementar.

Hubo gritos, sombrerazos, patadas y pellizcos, pero a los vecinos no les quedó más remedio que apechugar y pagar lo que les pidieron. Pero, al final, se sintieron contentos de que aún contaban con  el servicio del Seguro Vecinal, que los sacaba de muchos problemas.

Ahora, te voy a decir lo que en verdad pasó. Es cierto que el proveedor de hojas de ruda (Un puesto en el mercado) no le quiso vender; pero fue porque el portero quiso que le hiciera un descuento del 60% (para poder comprarle a la Flor un vestidito), y el señor no se dejó. Además, dijo a todos los que venden esas hojas en el mercado que no le vendieran ni a él ni a sus emisarios (porque él no va personalmente, sino que manda a sus guaruras) porque era mala paga. El portero le dijo que no le importaba; pero cuando se vio presionado, dijo a sus guaruras que fueran al basurero del King´s y le trajeran todas las hojas de elote que encontraran. Hizo que las secaran y las cortaran en  cachitos, y luego contrató a un mensajero para que las trajera. Así que les dio gato por liebre, como siempre, e hizo que todos le quedaran agradecidos.

¿Qué te parece?

Te quiere

Cocatú

 

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