La gastronomía es un universo al que todos pueden acceder (según el personaje principal del filme infantil Ratatouille) pero que muy pocos dominan en su totalidad, sólo algunos expertos logran adentrarse en un mundo lleno de sabores, olores, mezclas, ingredientes, hervores y sensaciones; en ese mundo, la sal y la pimienta no pueden faltar porque condimentan los platillos aunque tampoco son los únicos condimentos que existen. Aprendí de cocina por herencia familiar y después, por influencia de un querido amigo chef, lo demás ha sido motivado por mi curiosidad y porque según yo, poseo una sazón natural que me hace salir bien librada casi en cualquier platillo que preparo y que me anima a experimentar.
Y justo porque la sal y la pimienta no pueden faltar, es que decidí incluirlas en el nombre de la presente colaboración y también porque en las disertaciones vespertinas que tenía con mi amigo chef, coincidíamos en que la vida está llena de cosas que asemejan a la sal y la pimienta infaltables en la cocina. A veces parece que nos pasamos de una o de otra pero al final, siempre terminan dando un toque especial a lo que cocinamos o a lo que vivimos y es que, a casi un año de que empezamos un largo y sinuoso camino con la caída y fractura de cadera de mi madre, sumada a la experiencia del fallecimiento de una tía por línea materna y la posterior enfermedad de mi padre pareciera que las sorpresas y que los giros de llave no cesan ni en lo particular ni en lo general dado que nos encontramos en plena transición presidencial. De esta forma, la incertidumbre y los cambios no se hacen esperar aunque unos sean más previsibles que otros pero la vida es así, nos sorprende con sucesos que bien podrían sacarnos de equilibrio pero que si logramos superar nos hacen más fuertes.
Tampoco es necesario que todo mundo pase por las mismas experiencias pero tal como escuché decir al señor Ruiz-Healy en uno de sus recientes programas de “Fuego Cruzado”, somos seres humanos y todos somos susceptibles de caer en ciertos vicios o situaciones que parecen incomprensibles pero que son parte de la naturaleza del ser humano y sí, la vida sigue y aunque a veces resulta doloroso o inoportuno aceptarlo, es así. En lo particular, cuento un año que ha sido profundamente doloroso, lleno de incertidumbre, de miedo pero también de cosas maravillosas que cada día me recuerdan que la vida vale la pena por cada segundo en el que podemos respirar aquí y ahora. Un año en el que he conocido a personas que ni en sueños me hubiera imaginado conocer o poder hablar con ellas, he estado de frente con directivos de ciertas instituciones y también con las mentes más creativas y sensibles; he llorado pero muchas veces más he reído a carcajadas en familia y con amigos, con mi tesoro y compañero que es mi hijo quien ha cumplido cuatro años y cada día me enseña algo diferente.
La semana pasada, en la barra de atención de una cafetería, un docente me dijo: “Sin cebolla la vida no es igual” haciendo alusión a que la cebolla le da un sabor especial a ciertos platillos y fue entonces que recordé esa etapa de mi vida que transcurrió entre la cocina del lugar en el que entonces trabajaba y los salones de los eventos que coordinaba y se me ocurrió que a veces, la vida lo coloca a uno en lugares y circunstancias insospechados que parecen fuera de lugar pero con el paso del tiempo, todo cobra un sentido diferente y parece como si se encontrara la pieza faltante de un rompecabezas, el chiste es encontrarle el “lado bueno” a la situación por la que uno pasa aunque parezca la más adversa y no digo que sea fácil pero todo es cuestión de dar el primer paso y lo demás, fluye como río de agua clara.
La presente colaboración pretende dejar huella de lo que ha sido un año complicado, quizá el más complicado que recuerde pero que ha resultado satisfactorio porque todo el esfuerzo ha valido la pena y los resultados han sido favorables pues después de todo “Roma no se hizo en un día” y esto, es apenas el principio. Aprovecho el momento para agradecer infinitamente el apoyo y la solidaridad a quienes conforman el consejo editorial de RuizHealyTimes.com por acompañarme en este proceso tan largo, ser parte del equipo de colaboradores es una de las grandes experiencias que me han permitido acceder a mundos insospechados y por eso: ¡Gracias!
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