¡Paren al mundo!

Los ciudadanos que vivimos y convivimos en esta Megalópolis que cada vez tiene más tintes de una urbe en caos...

28 de junio, 2016

Los ciudadanos que vivimos y convivimos en esta Megalópolis que cada vez tiene más tintes de una urbe en caos que de una ciudad de avanzada sufrimos y padecemos días de tráfico, días de contaminación extrema, días de doble no circula, días de manifestaciones, días de inundaciones por lluvias atípicas, días de calles y avenidas bloqueadas, días sin servicio de transporte por fallas en la red y por si fuera poco, días en que los sucesos internacionales ponen en jaque la política interior. En ese ir y venir como en una carrera a toda velocidad en el que uno apenas tiene tiempo de asomarse al mundo noticioso, sucede que además se debe lidiar con lo propio, con los asuntos familiares, laborales, de pareja, vecinales o existenciales que son como baches en pleno Periférico y que no siempre se pueden esquivar a tiempo.

La vida no es un asunto que a menudo pueda disfrutarse como un chocolate derritiéndose en la boca; sin embargo, en el acto de cuestionarse la razón de ser de cada día está la magia necesaria para convertir sueños en realidad. Por la red circulan a montones frases que motivan al desarrollo humano y que son adjudicadas a grandes filósofos, científicos, escritores o empresarios líderes en su campo de acción, aunque muchas de ellas están en duda e incluso han sido desmentidas pero esa, es otra historia. También podemos encontrar un abanico de opciones sobre cursos en línea de autoayuda ahora llamados “Retos” y así es que la vida se convierte en un reto para ser más productivo, ejercitarse más y mejor, ser más holíticos, comer más sano, meditar mejor, organizarse mejor y la lista es interminable así que entre tanta información el asunto es: ¿cómo elegir entre tantas ofertas?, ¿cómo saber qué es lo que se quiere o pretende para sí mismo?, ¿cómo estar seguros de hacer y ser en función de las convicciones propias y no de lo que está al alcance de la mano? A mí me parece que a pesar de las alternativas que nos ofrece el mundo, sí el mundo; en realidad, no hay nada nuevo bajo el sol y vivimos en un constante reciclaje de ideas y propuestas a las que no hay más que darles un ligero toque especial que las distinga de las demás para ofrecerlas como la última coca cola en el desierto y con ello, garantizar el éxito; aunque la mayoría de ellas sean alternativas con distintas formas pero sin fondo.

“El mundo, siendo mundo, no me podrá vencer, si cabe en cinco letras, muy grande no ha de ser.” – Canción popular

Al parecer, si bien el sueño de muchos es recorrer el mundo, ser una persona de mundo o tener mundo, en realidad basta con sentirse satisfecho para alcanzar un estado de plenitud y bienestar que poco o nada tiene que ver con darle la vuelta al mundo y para muestra un botón pues ya he mencionado que las múltiples ofertas que encontramos por Internet no alcanzan para encontrar aquello con lo que uno se siente realmente identificado, a gusto, realizado. ¿Demasiada exigencia? Puede ser, pero lanzarse al mar de opciones que tenemos para alcanzar la realización personal en realidad nos convierte en tenaces y nos obliga a conocernos cada vez mejor, a ser autocríticos y a ir en busca de la inspiración necesaria para realizar lo que se quiere con un estilo propio que independientemente del resultado final, nos dará satisfacción y eso nos bastará para ser felices, al menos mientras nos dura el sabor de chocolate en la boca.

La vida no es fácil, nadie ha dicho que lo sea así como tampoco el mundo es un malvavisco que debamos comernos a mordidas para sentir que lo hemos visto y vivido todo, muchos conocen el mundo entero y no entienden lo que pasa con sus emociones pero en medio del caos, de lo fatalista y deprimente que puede ser encender el televisor y mirar el noticiario o leer el periódico cada día, existen otras cosas más simples que bastan para alcanzar la felicidad, el problema es que a veces no tenemos la capacidad o el ánimo para descubrirlas y las dejamos pasar de largo perdiendo la oportunidad de vivir y de darle a la vida un poco de nuestro sello personal en lo que hacemos, en ese pequeño granito de arena con el contribuimos.

Quizá esta colaboración sea la más extraña que hayan leído los amables lectores que siguen este espacio pero es tan sólo la reflexión de una ciudadana, madre de familia, hija de padres de la tercera edad y hermana única entre dos hermanos que a veces no le encuentra ni pies ni cabeza a lo que pasa allá afuera, del otro lado de la puerta de su casa y que a veces le parece tan ajeno a ella como si se tratara de una película al estilo de Buñuel, aunque como dice por ahí una frase de las que circulan por la red: “Antes de salir a cambiar el mundo, da tres vueltas por tu casa” Y sí, hay tanto que resolver no sólo en la propia casa sino en la entraña, en esa cabeza loca por la que danzan tantas ideas, pensamientos, cuestionamientos e inquietudes que no queda más que sentarse a respirar profundo y recordar que lo verdaderamente importante es el aquí y el ahora, aunque vivamos en un ambiente de incertidumbre constante que nos haga emular a aquél célebre personaje y decir: ¡Paren el mundo, que me quiero bajar!

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