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Leer para no “ler”

“Las lecturas ejercen un extraño, un contundente señorío sobre nuestra imaginación y nuestros deseos...

22 de noviembre, 2016

“Las lecturas ejercen un extraño, un contundente señorío sobre nuestra imaginación y nuestros deseos, sobre nuestras ambiciones y nuestros sueños más secretos. Leer es conversar con otro.” George Steiner – Ensayista

En el marco de la 36 Feria Internacional del Libro Infantil y Juvenil, la cual este año estrenó sede en el Parque Bicentenario me parece importante resaltar las bondades de los libros y de la lectura en los primeros años de la infancia. La Feria es un espacio de promoción del hábito a la lectura dirigido a niños y jóvenes y difusión editorial en un formato lúdico y de entretenimiento, lo cual la ha posicionado en el lugar que hoy tiene a nivel tanto nacional como internacional y este año contó con la presencia de Alemania como país invitado.

Esta no es una nota sobre el programa de la Feria sino el punto de partida para retomar otra de mis fascinaciones en la vida: la lectura y es que apenas hace algunos meses durante una conferencia sobre el fomento de la lectura en adolescentes, el expositor (escritor y amigo mío) explicaba que pese a las ferias de libro y las múltiples actividades de promoción lectora, los jóvenes siguen sin leer pues prefieren las aplicaciones tecnológicas y otros intereses que dejan al libro en desventaja; sin embargo, su propuesta iba encaminada a hacer uso de la tecnología para “engancharlos” haciendo uso de estrategias lúdicas y no impositivas.

Si nos vamos un poco atrás, el hábito de la lectura se adquiere (o se puede adquirir) desde la primera infancia, cuando el niño empieza a ser motivado por la curiosidad nata que posee y se acerca a los libros como un objeto más a explorar y conocer pero para ello, requiere que los padres fomenten la presencia de libros en casa y además, ser un modelo a seguir por él que más tarde reforzará en la escuela y así sucesivamente, con sus compañeros de clase, amigos y demás.

En ese sentido, la Biblioteca Vasconcelos de la Ciudad de México cuenta con una Sala Infantil que incluye una Bebeteca para edades de 0 a 3 años, un espacio donde los pequeños en un entorno colorido, seguro y amigable pueden disfrutar del primer acercamiento a los libros propios para su edad, bien para que sus mamás les lean o para que ellos los exploren y conozcan pero además, es posible tramitar una credencial para el menor y solicitar libros para préstamo domiciliario. ¿Así o más sencillo?

Durante la investigación para la presente colaboración me encontré con un libro que tuve el privilegio de recibir hace más de diez años como obsequio del autor con todo y dedicatoria: “Si no leo me a-burro” de Eduardo Robles Boza (1941-2012), mejor conocido como Tío Patota quien fue el primer cuentacuentos en México y cuya labor fue el fomento de lectura en jóvenes y adolescentes a través de su metodología, misma que multiplicó a través de talleres para maestros y padres de familia y que dio grandiosos resultados. En el libro, facilita las técnicas para que la lectura se convierta en un acto de convicción y no de imposición, un acto gozoso y no de aburrimiento: “El hábito es una costumbre, es la disposición adquirida para realizar actos repetidos. Habituarse a leer es permanecer en la lectura. Pero lo interesante es adquirir esta costumbre por decisión propia, no impuesta. Ante la imposición, el ser humano tarde o temprano se rebela, por ser un acto irracional.”

Otro programa interesante es el que ofrece el CONACULTA con la creación de Salas de Lectura, las cuales son espacios comunitarios que buscan diversificar el acceso a la lectura. Recientemente, la Cafebrería el Péndulo puso en marcha las Bicilibrerías de Cambalache, que son promotores de la lectura recorriendo las rutas asignadas para intercambiar libros al estilo de los gritones ropavejeros. Y si este espacio me diera la extensión necesaria, podría platicarles de otras alternativas y propuestas que buscan crear lectores que no es lo mismo que compradores pues de esos ya hay bastantes que asisten a las ferias, compran y no leen, pues el primer paso es atraer el interés a la lectura para después buscar el libro a través de la compra o una app o en línea.

La tecnología sin duda nos ofrece opciones más ligeras para no llenarnos de libros; sin embargo, la magia que ofrece un libro es incomparable y creo que por ello el Tío Patota redactó los derechos del libro; entre otros: “Tengo derecho a entrar en esas guerras fratricidas que usan como arma el explosivo. Yo se lo cambiaría por una herramienta que es más útil y vence al enemigo: la inteligencia, que está en los libros. Tengo derecho a estar contigo…”

Apenas la semana pasada las redes sociales se volcaron por la corrección que recibió el Secretario de Educación Pública, Aurelio Nuño Mayer de parte de Andrea, una niña de primaria presente en un acto educativo y que sencillamente le dijo: “No se dice ler, sino leer” e independientemente del desatino en dicción del funcionario, la lectura enriquece el vocabulario y nos permite expresarnos mejor. Es a través de la difusión y la promoción por parte de las instancias destinadas para tal fin y del propio gusto convertido en modelo a seguir por los más pequeños que lograremos incrementar el índice de lectura en México y con ello, ganaremos otras ventajas.

¡Se los dejo de tarea!

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Fuentes

http://filij.cultura.gob.mx/quienes-somos.html

Robles Boza, Eduardo. Si no leo, me a-burro. Ed. Grijalbo. 6ª. Reimpresión, 2004.

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