En la búsqueda del significado de la palabra soluciones, elegí una que me pareció la más apropiada para los fines de la presente colaboración: “En matemáticas, cada una de las funciones o cantidades que satisfacen las condiciones de un problema o de una ecuación.” Ya que a final de cuentas se trata de una acción y efecto de resolver una duda, dificultad o problema y las matemáticas son abstractas, exactas y no fallan.
Y aunque parezca que no hay relación, nuestra mente (cerebro) puede ser entrenada para encontrar soluciones en lugar de enfocarse sí y sólo sí en el problema, la cuestión es que como en todas las pequeñas cosas de la vida, no estamos acostumbrados a invertir tiempo para pensar en soluciones sino que es más fácil centrarse en el problema, aferrarse a las NO soluciones y de ahí no pasar. Aprendí de los grandes maestros de la vida que todo tiene solución y que incluso, la muerte por más fatal que parezca es transitoria (aunque esa, es otra historia) y de esas experiencias de juventud me tatué la frase: “Enfócate en las soluciones, no en los problemas” lo cual se complicó cuando descubrí que el entrenamiento que recibí durante años de vida escolar y profesional llegó de parte de mentes abiertas, creativas, emprendedoras, de verdaderos líderes enfocados en la solución y no en el problema, de los cuales hay muy pocos especímenes en el mundo.
No se trata de leerse un manual o de cursar un diplomado, es tan esencial como la vida misma: el agua encuentra salida aunque el dique se obstruya, el día llega aunque la noche haya sido obscura y fría, el sol sale después de la tormenta y las especies sobreviven a pesar del caos pero el asunto es que vivimos en una época en la que todo parece estar resuelto porque nos han entrenado para parecer autómatas, sin el mínimo esfuerzo y sin molestarse en nada, a cambio de una supuesta “mejor calidad de vida” pero de vida vegetal tal vez porque entre un zombie de ciencia ficción y el actuar diario de algunas personas, no hay mucha diferencia y quien vive entre zombies, zombie se queda porque ignora que puede existir un remedio, una respuesta, una variable que produzca el cambio ante lo que puede parecer la peor tragedia de la vida.
Encontrar soluciones no es algo sencillo pues además de un entrenamiento consistente en esforzarse, imaginar, crear, inventar, intentar, errar y volverlo a hacer, se requiere de fuerza de voluntad, de entusiasmo y lo que me parece lo más importante: pasión, no por el resultado sino por el proceso en sí mismo y que de forma casi mágica nos lleva al resultado deseado y para eso, también se requiere de enfoque. Por las redes me encontré con una frase de Alejandro Jodorowsky que me pareció digna de reflexionar más de una vez: “La familia, la sociedad, la cultura, nos pone en un molde; cuando nos salimos del molde, empieza la curación y, no solo eso: hay que hacer algo que nunca haya hecho uno y mientras más difícil mejor.” Porque de eso se trata la vida: de intentar algo diferente, de ir en busca de las soluciones y no sentarse a esperar que caigan de un árbol (aunque haya sido la forma en que se llegó al descubrimiento de la gravedad).
La capacidad para pensar y encontrar soluciones en el mundo científico ha pasado por diversas etapas: en su origen, los hombres daban explicaciones y respuestas mediante la consulta con los dioses y la magia, siglos más tarde la religión fue el sustento del pensamiento y con el paso del tiempo, los grandes pensadores y científicos dieron respuesta a una serie de interrogantes que los llevaron a inventar y crear una serie de artefactos y leyes producto del pensamiento científico, ese que no falla, que es comprobable y que obedece también a las leyes de la física, las matemáticas y la ciencia en general.
Así que encontrar soluciones no es tarea fácil pero siempre es buen momento para transformar nuestro pensamiento y por ende, nuestro actuar aunque es bueno considerar el viejo proverbio chino: “El trabajo del pensamiento se parece a la perforación de un pozo; el agua es turbia al principio, más luego se clarifica.” O como diría Alicia en el país de las maravillas: “A veces pienso en seis imposibilidades antes del desayuno.”
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